『NINE』

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Jimin era un caballero y un profesional. Nunca se habría aprovechado de sus empleados. Nunca acosaría a nadie de la plantilla. _______ casi derribó su control de hierro al hacerle aquella reverencia y levantar inocentemente su camisón hasta el límite de sus lisos y fuertes muslos. En el breve instante sin respiración que se abrió entre un latido y otro, había estado a punto de caer de rodillas frente a ella para rozar con la  boca aquella carne suave.

Pudo sentir el calor que salía del cuerpo de ella, tanto por la vergüenza como por la excitación sexual. Había sido como un tremendo cóctel de feromonas que había permanecido en el aire que había entre los dos.

Sabía que tenerla habría sido de lo más sencillo. Pero se contuvo, intentando ser respetable, actuar como una  persona decente. Muchas de las mujeres que trabajaban para él le habían ofrecido darle lo que quisiera sin ningún reparo y él solía aceptar dichas ofertas. Pero había pasado página. Al menos lo intentaba. No se acostaría con ninguna de las empleadas bajo ninguna circunstancia. Ya había pasado por ahí y las cosas no habían acabado bien para él. Especialmente después de que un affair con una doncella terminara en desastre.

Las heridas de aquella relación no habían dejado de sangrar. Su padre le había pagado a rose para que hiciera algo a sus espaldas que él jamás olvidaría. Aún ahora aquello lo atormentaba. Por mucho que intentara olvidarlo, sabía que las heridas nunca sanarían.

Disfrutaba saliendo con mujeres, era una distracción muy placentera. Apartaba su mente de todo el dolor que sentía, del resentimiento que tenía hacia sus padres y su hermano, del estrés del trabajo. Así que seguiría divirtiéndose  y viviendo de manera despreocupada, pero marcaría el límite tanto con sus empleados de oficina como con los del hogar. Nada de salir con empleadas. Tenía que ceñirse a esa regla.

y la había estado siguiendo, no había tenido ni que pensarlo. Hasta ahora. Hasta que aparecieron aquellos muslos pálidos y con pecas debajo de aquel camisón y lo habían arrastrado a desearla. Se había quedado con ganas de probarla, de ofrecerle a aquel cuerpo tanto placer como él pudiera dar. Era una locura. Ella misma se había nombrado la chica de la limpieza de retretes y lavabos en su mansión de varios millones de dólares.

Los únicos placeres que él podía darle de manera ética eran un buen seguro médico con cobertura dental y la piscina  de empleados. Nada personal, nada íntimo.

En cuanto ella se marchó, él subió corriendo a la biblioteca y se sirvió una copa doble. Le temblaba la mano y vertió un poco de whisky en la alfombra. Soltó una palabrota, luego pensó que probablemente ella tendría que limpiarlo.

¿Debía llamarla? ¿Podía considerarse una emergencia de limpieza? Jugó con aquel pensamiento un momento. ______  iría corriendo, descalza y llevando tan solo el camisón, lista para servir. lista para limpiar el desastre que él había hecho por estar distraído pensando en lo que ella tenía entre sus suaves muslos y no poder ni servirse una copa de manera normal. Se lo habría contado de la forma más cruda posible, ella se sonrojaría y tartamudearía, luego daría algunos pasos hacia él, con inseguridad, pero atraída magneticamente a estar más cerca.

Ella se agacharía para ver en qué punto de la alfombra turca se había desparramado el líquido ambarino, y él se pondría junto a ella en el suelo. La sorprendería besándola en la boca, poniéndole una mano en la jugosa curva de su trasero mientras buscaba el borde del camisón.

En seguida ella se tumbaría de espaldas, deseando sentir sus caricias y él la escandalizaría, la haría gritar fuerte, lanzar un chillido hasta el techo mientras posaba su boca sobre la de ella, haciendo girar su lengua. Un latigazo de posesividad movió su sangre mientras pensaba en aquello. La sola idea de tumbarse sobre la nueva chica de la limpieza hacía que los pantalones le resultaran incómodamente estrechos y le temblaran las manos. La deseaba. Era obvio que ella lo deseaba a él. La única cuestión era si él se iba a permitir tenerla.

Una noche después, sus amigos vinieron a cenar en el jardín. Uno de ellos trajo a sus cuatro hijos, de cinco, seis, ocho y nueve años. _______se había ofrecido a cuidarlos para que los chicos pudieran relajarse.

Jugaba con ellos en el patio y él observó cómo se reía. Tenía una risa adorable. Supo que sería una madre excelente. Era dulce, paciente, comprensiva.

–Sería una niñera maravillosa si algún día le haces un bombo a alguna de tus conquistas –dijo Eric.

Jimin meneó la cabeza.

–Muy gracioso. Pero sí, sería una niñera excelente.

–No me llevo bien con la que tengo ahora. _______ sería perfecta. Mira lo bien que se lleva con mis hijos. La adoran!

Jimin lo miró.

–_______ trabaja para mí, solo para mí.

–Podría robártela si le pago el doble.

Todos se echaron a reír.

–Voy a llevarles a ella y a los niños unas botellas de agua –dijo Mel Park  le dio una palmada en el hombro.

–Ya lo hago yo. Tú eres mi invitado. Relájate y bebe, yo me encargo.

Caminó hasta ______ y ella le ofreció una amplia sonrisa.

–¿Quieres ayudarnos a atrapar luciérnagas? –preguntó uno de los niños.

Jimin sonrió.

–Me encantaría.

El niño señaló los frascos de cristal con tapas agujeradas para que los insectos pudieran respirar.

–Pero tenemos que dejarlas libres cuando terminemos.

–Atrapar luciérnagas es una actividad divertida para el verano. –_________ le dio un frasco.

Cuando sus dedos se rozaron, él sintió mariposas en el estómago y la electricidad recorrió su cuerpo. Los ojos de ambos se entrelazaron y ella le regaló una sonrisa radiante.

–¿Cuánto pueden vivir en un frasco? –preguntó Jimin.

–Uno o dos días –dijo ______–. Pero los vamos a dejar libres esta noche.

Corrían por todas partes, intentando atrapar a los espectaculares insectos que iluminaban el cielo oscuro.

Los estridentes sonidos de los grillos perforaban el aire mientras los destellos de las luciérnagas flotaban en  desorden alrededor de ellos; los niños no paraban de reír.

✘「PROMISED BY CONTRACT 」✘[ ʆƖMƖƝ & Ƭ/Ɲ]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora