『TWELVE』

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Jimin se estiró la corbata y se pasó las manos por el pelo, revolviéndoselo intencionadamente. No le gustaba que lo acosaran en su propia casa ni que ahora le llamara la atención el mismo grupo de directivos que en octubre le ofrecía el sol y la luna para que se quedara en la empresa y la rehabilitara. Estaba listo para afrontarlos.

Entró en la sala alargada. La estrecha mesa cromada que él mismo había pedido brillaba bajo la iluminación de los rascacielos. Estrechó manos con unas doce personas, saludó y preguntó por hijos y mascotas de una manera tan amistosa como le fue posible.

–Siéntate, Jimin–dijo Seong-Jin.

Seong era el miembro más antiguo del equipo, llevaba dos décadas en el comité de dirección. Le mostró la silla como si fuera el encargado de la caza de brujas. Jimin se sentó, entrecruzó los dedos de las manos cómodamente sobre la mesa y esperó.

–Como sabes, la prensa se ha hecho eco de tus últimas andanzas. Las webs y revistas del corazón locales han publicado fotos tuyas de fiesta con distintas mujeres. Ya solo eso era suficiente para que los accionistas y los posibles inversores cuestionaran la estabilidad de tu liderazgo y la ética de nuestros ejecutivos. Y ahora nos vienes con la tontería de Karen Brown...

–Te refieres a Karen Brown, ya que va a volver a usar su nombre de soltera tras el divorcio – corrigió Jimin con serenidad.

–No se ha tramitado el divorcio. Ella y su marido se han reconciliado. Te han hecho fotos metiéndole la lengua hasta la campanilla a una mujer casada, y no una cualquiera, sino la mujer de un antiguo miembro del consejo de dirección y accionista. Josue Brown es un buen amigo y ha apoyado a esta empresa durante muchos años. Tu comportamiento...

–¿Las acciones aún están al alza?

–Sí.

–¿Me contratasteis para dirigir esta empresa y hacer que volviera a ser productiva o para que mantuviese el celibato?

–Te tiras a todas las mujeres guapas que encuentras.

–Lo que yo haga y con quién lo haga no debería afectar en absoluto ni a ti ni a ningún otro empleado de esta empresa. De hecho, mi vida privada no está sobre la mesa.

–Por muy noble que eso suene, todo está en las redes sociales y, sinceramente, eres la cara que todo el mundo asocia con este negocio. Y si tu cara está pegada al escote de una mujer casada se mancha la reputación de la empresa y de todos los asociados.

–No veo que haya ningún impacto de mis actividades extracurriculares en nuestros precios en bolsa ni en la moral de los inversores. De hecho, estoy seguro de que habrás oído aquella frase que dice que no existe la mala publicidad. Mi principal objeción a esta reprimenda es que mis indulgencias privadas son asunto mío, solo mío. Mi contrato no incluye ninguna cláusula según la cual el consejo tenga que aprobar todos mis actos. Por ejemplo, si me pido un entrante de gambas, ¿tendré que llamar al consejo para que voten? ¿Bastará con que haya suficiente quorum para que pueda besar a la chica con la que salga alguna noche? ¿O todos los directivos tendrán que estar presentes para darme luz verde? Mientras los negocios vayan bien y no tengáis nada que objetar respecto a mi trabajo, creo que, por hoy, hemos terminado, Seong–dijo Jimin con voz firme, conteniendo la rabia que se acumulaba en su interior.

–Tu comportamiento moralmente reprobable te hace un flaco favor –empezó Seong.

–Supongo que voy a tener que volver a interrumpirte, mi estimado Seong. Estoy seguro de que todo el mundo en esta mesa tiene algún episodio en su vida personal del que no le gustaría hablar con sus socios de trabajo. No soy la estrella de un reality, ni he invitado al público a mi dormitorio. Con todo respeto, tampoco he invitado a mis compañeros de trabajo. Sigo una política estricta respecto a no mezclar placer y trabajo y creo que eso ya es más información de la que merecéis recibir respecto a mis asuntos privados –continuó Jimin.

–Podemos limpiar tu imagen.

–¿Ah, sí?

–Sienta cabeza. Elige una mujer y sal solo con ella. El equipo de Relaciones Públicas puede cubrir el romance. Será tan provechoso para ti como para los negocios. Creo que una historia tipo Cenicienta te haría ganar bastantes puntos frente a la opinión pública. Necesitamos que el público te adore, que seas un héroe para ellos. Sal con alguna de tus empleadas o con tu secretaria. Este equipo que te ha contratado apreciaría mucho ese gesto, tanto como lo apreciará el equipo que tiene que evaluar tu rendimiento dentro de dos meses.

–A ver si me queda claro. ¿Estás diciendo que aunque las acciones hayan subido un treinta por cierto respecto al punto de evaluación del año pasado, a pesar de que tanto el nombre como la opinión pública de la empresa también vayan hacia arriba, me haríais una mala evaluación porque no aprobáis a las mujeres con las que salgo?

–Si se tratara de una sola mujer podríamos estar de acuerdo, pero sabes que hablamos de más de una.

–Eso tiene muy poco que ver con los resultados de mi trabajo y me parece totalmente absurdo en el ámbito profesional.

–Aunque tomamos nota de tu opinión, la imagen pública de esta empresa es crítica en un momento en el que deseamos ampliar fronteras hacia el otro lado del mar. Tanto el público como el equipo de dirección deben poder confiar en nuestro líder, no puedes aparecer en las páginas de cotilleos. Limpia tu imagen. Tienes dos meses para hacerlo.

–¿Es una amenaza?

–Llamémoslo plan de negocios con caducidad –dijo Seong–. Tienes que lavar tu imagen. Consíguete una buena chica. Muéstrasela al mundo. Deja que el mundo se enamore de ella. Hazle fotos mirándote a los ojos como si nuca hubiese sido tan feliz. Hazla vivir el romance de su vida y demuéstrale al mundo el tipo maravilloso que eres en realidad. Así volverás a ganarte el favor del público. Te perdonarán fácilmente. Solo tienes que decir que te has dado cuenta de que tus actos no estaban bien y que esta mujer te ha hecho ser mejor persona, que te has reformado. Y que el viejo playboy ha muerto. Que gracias al destino ahora eres un hombre de una sola mujer. Que, literalmente, esta mujer ha hecho que te pongas de rodillas. Muéstrale al mundo que has encontrado al amor de tu vida. Puedes hacerlo, Jimin. Sé que puedes.

Tambaleándose, Jimin asintió y salió sin decir una palabra más. No tenía elección. Su carrera, su reputación como estrella ascendente en el mundo de las finanzas cuyas arriesgadas decisiones profesionales eran prácticamente intocables, todo estaba en manos de directores hiperconservadores. Llevaba más de una década labrándose un nombre y había alcanzado grandes éxitos. 

Ser despedido de un puesto ejecutivo por "problemas personales" habría sido una mancha en su expediente, haría que ya no se le buscara para rehabilitar empresas. Eso era lo que a él le gustaba: saltar de una empresa a otra cada dos o tres años, arreglando una antes de pasar a la siguiente. Era un poco como las personas que salen por la tele mostrando cómo le dan la vuelta por completo a casas antiguas, aunque lo de él era a una escala mucho mayor.

Él era rico y exitoso, pero no quería ni pensar en verse forzado a renunciar o en que lo echaran, ni siquiera le gustaba recibir ese tipo de amenazas o recriminaciones. Podía hacerle mucho daño a su marca personal, a su brillante trayectoria. Todas las empresas a las que había ayudado le habían rogado que se quedara en plantilla, le habían ofrecido sumas de dinero escandalosas e incentivos para que no se marchara.

Hasta ahora. Estaban poniendo en tela de juicio su carácter y sus habilidades y no se lo había tomado bien. Karen era una amiga con la que tan solo había compartido un beso. Si ella quería quedarse al lado de su marido infiel, era asunto suyo. Jimin también salía de vez en cuando con una preciosa heredera. No le tenía tanto cariño como para no poder cortar con ella en un instante. Lo que le molestaba era la esencia, el verse obligado a dejar de lado a una mujer atractiva e interesante antes de lo que a él le habría gustado. 

Sin embargo, tenía que dejarla. No era tan valiosa como su trayectoria profesional. Ahora tenía que buscar a la candidata ideal para ser su nuevo amor, a esa "prometida" que quería el consejo de dirección. No podía imaginar a ninguna de sus amantes recientes a la que pudiese llamar. Especialmente porque solía tener que cortar con ellas porque se volvían demasiado dependientes, se arrastraban frente a él rogándole sus favores y eso no lo atraía en absoluto. Tenía que ser alguien nuevo, alguien fresco a quien la prensa no conociera en absoluto.

✘「PROMISED BY CONTRACT 」✘[ ʆƖMƖƝ & Ƭ/Ɲ]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora