El amor no es fácil, y menos si es entre dos deidades que tienen prohibido encariñarse del otro. ¿Qué ocurre si rompen la regla? ¿Que opinarán Daishinkan y Zeno Sama?
Relatos de Whis y Bills, intentando forjar una relación de pareja.
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LA CALMA DE LA NOCHE ENVOLVÍA AL TEMPLO del Dios destructor del séptimo universo. Sentado y escribiendo con pulcra letra estaba Whis. Sus azuladas manos se movían al compás de la melodía que brotaba de sus labios. La música era tan baja que apenas lograba llegar a los oídos de aquél ser. Su señor había decidido tomar una siesta, por lo que decidió ponerse manos a la obra. Sabía que Bills, a pesar de lucir duro, era alguien bastante tierno e inseguro. Con aquella carta que escribía intentaba ayudarlo a perder el miedo. Tras garabatear un par de palabras finales, firmó con su nombre y la metió dentro de un pequeño sobre de un agradable tono pastel. Para darle un toque final, escribió "Bills ♥" Con letras grandes y claras. Sabía que de esa manera captaría la atención del de aspecto gatuno.
Decidió preparar algo para picar. Y, tras un par de minutos, tenía un bonito almuerzo listo para compartir con la otra deidad. Finalizando su cantar, llamó al otro.
— ¡Señor Bills! Hora de comer. ¿Viene? — Preguntó Whis.
— Si, un segundo.
El ángel se dirigió a la cocina, tomó los platos, y caminó con sereno paso. El contrario ya estaba sentado, esperando a su maestro.
— Espero lo disfrute. — Murmuró a la par que depositaba el platillo frente a su señor.
— Gracias. Pero me hubieras despertado. Sabes que no me molesta cocinar... — Dijo susurrando lo último.
Con una sonrisa, Whis dejó caer el sobre "accidentalmente". Éste se deslizó por el aire hasta caer en medio de la mesa. Con curiosidad, Bills se estiró y lo tomó.
— Oye, se te cayó est-
El Dios detuvo su hablar al ver su nombre escrito en el objeto. Sorprendido, volteó para dirigir una mirada inquisidora al mayor, quién decidió actuar nervioso.
— ¡Oh...! Señor, ¿Sería tan amable de devolverme eso...? — Preguntó extendiendo su mano.
— ¿Por qué tiene mi nombre...?
— Señor, le ruego que me entregue eso.
— Mmm... — Bills se llevó una mano a su mentón. — No.
El morado dió un rápido salto, para luego comenzar a correr como si su vida dependiera de ello. Sus pasos resonaban por todo el templo. Divertido, Whis decidió seguirlo.
— ¡Vuelva aquí!
Decidió seguirlo de manera lenta. No quería atraparlo. En cambio, el gato volaba como poseído. El pez oráculo, que cerca andaba, decidió acercarse para ver qué ocurría. No supo exactamente cuándo o cómo, pero estaba entre las garras del destructor. Éste se dió la vuelta para luego arrojar, tanto a báculo como a pez, contra Whis.