038

952 104 8
                                    

Acostado en el césped y con los ojos cerrados descansaba Bills. A su lado, Whis depositaba pequeñas caricias en la cabeza de su señor. Con suavidad, descendió el trayecto de sus manos hasta llegar a su oreja. Un tierno sonido escapó del menor.

— ¿Señor? — Preguntó divertido el ángel. — ¿Acaso usted ronroneó?

— ¿Qué? No, claro que no.

— Si. Usted hizo "purr".

— ¡No hice "purr"!

Para comprobar su teoría, la mano de Whis volvió a posarse tras la oreja contraria. Los sonidos volvieron a oírse. El rostro de Bills adquirió un tono rojizo, y tapó su cara por la vergüenza.

— No se apene. Me parece muy bonito. Venga, no intente esconderse.

Con delicadeza apartó las manos de Bills del rostro de éste. Los ronroneos se hicieron más potentes, para alegría del maestro.

— ¡Ya!

El felino se apartó. Por más que le gustaran las caricias, no permitiría que golpeara a su ego de aquel modo. No le importaba cuanto aprecio le tuviera.

Drabbles, Whis x Bills.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora