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Con sigilosos pasos dignos de un ninja se desplazaba el destructor. Era de noche, el templo estaba sumido en la calma de la oscuridad. Con un pequeño salto aterrizó frente a la heladera. Sonriendo, estiró una de sus manos dispuesto a abrirla, pero no contaba con que su novio apareciera frente a él.

— Eh... Hola. — Murmuró el felino.

— Mi señor. Si viene a buscar el pastel que horneamos para el cumpleaños del hijo de la señora Bulma, debo recordarle que no puede probarlo. ¡Tendrá que esperar hasta la fiesta!

El menor hizo un pequeño puchero. En serio quería un trozo de aquella delicia, y estaba dispuesto a hacer lo que sea para conseguirlo. Intentando convencerlo, se acercó y rodeó el cuello contrario con sus brazos luego de elevarse del suelo un poco.

— Solo una probadita... Por favor... — Susurró muy cerca de su oreja. La piel del mayor se erizó al sentir el aliento de su señor descender hasta su cuello.

— Mi señor... — Murmuró Whis cerrando los ojos. — Vuelva a dormir.

Con un rápido movimiento sacó un pequeño rociador de atrás de su espalda. Con ésto roció a la otra deidad, que soltó un pequeño gruñido.

Finalmente, Bills fue perseguido por su maestro, quien logró salvar al pastel de Trunks.

Drabbles, Whis x Bills.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora