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Sus manos recorrían su cuerpo. Dejaban caricias en sus caderas y en su vientre, mientras que su boca se concentraba en la cara contraria. Labios, mejillas, frente... Estar lejos de su ángel no le había gustado en lo absoluto. Ahora solo quería mimarla.

La puerta se abrió repentinamente. Por ella entraron las deidades máximas del séptimo universo y Daishinkan, este último con cara de pocos amigos.

Vermouth se apartó de Marcarita al instante. Sonrojado, se cruzó de brazos y apartó la vista. Ella en cambio, sonrió relajada.

— Bienvenidos.

Whis, Bills y Shin miraban estupefactos al otro destructor. Sus ojos pasaron rápidamente al padre de ángeles.

— Lo traje de nuevo. Admito que fue injusto de mi parte eliminarlo. Además, sólo quiero la felicidad de todos mis hijos, y si esto alegra a Marcarita, no puedo hacer otra cosa que aceptarlo. — Dijo el Gran Sacerdote.

— ¡Daishi-kun! — El llamado del Rey de Todo llegó a oidos de los presentes.

Antes de abandonar la sala, el nombrado los miró de reojo y murmuró. — Agradezcan a Zeno, él fue quién me convenció.

Un incómodo silencio los rodeó apenas la puerta se cerró. 

— Bueno... ¿Cómo está el bebé? — Preguntó Shin para aliviar la tensión del ambiente.

Los padres sonrieron a la par que miraban el vientre de cuatro meses.

— Por favor, llámala Absynthe.

Drabbles, Whis x Bills.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora