Namber Eleven

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Lunes, me cargan los lunes.

Hace mas frío de lo normal dando por terminado el otoño, me subo a la micro pareciendo un oso andante y lo único que quiero hacer es volver a la comodidad de mi cama a seguir durmiendo, mas encima la micro culia se lleno porque hubo un problema con el otro recorrido ¡Me tengo que ir de pie! ,denme razones para no tirarme por una ventana y esperar mi muerte cuando un auto me atropelle. Sálvame de la soledad.

Al llegar al liceo camino como zombie, ver las escaleras me da sida, ¿tanto les cuesta poner ascensores?, si dejaran de gastar plata en weas apuesto que abría presupuesto para poner alguno, con cada escalón que subo se queda un poco de mis ganas de vivir, insisto, debería estar en mi cama haciendo la durmision en vez de estar subiendo estas escaleras a mi perdición.

—¡Hola! —Gritan a mis espaldas, me volteo y veo a una sonriente Antonia acercándose a mi. Esta weona me alegra la vida.

—Hola —le respondo, llega a mi lado y nos damos un fuerte abrazo, caminando juntas con los brazos cruzados.

Llegamos juntas a la sala y nos dirigimos directamente a nuestros puestos, la Anto se sienta en la ventana y yo en el asiento del pasillo, nos volteamos quedando frente y sonreímos la dos tal lunita.

—Te lanzaste el sábado perrita —Seguimos sonriendo y nos miramos con complicidad.

—¿Y tu? ¡Te pille en plena con el Seba! ¿Quizás que iban a hacer pequeña pervertida? —Dios, esta woman me sube el animo. Me pongo roja y ahh se me había olvidado ese pequeño incidente.

No recuerdo mucho de lo que paso ese día pero definitivamente ese incidente no se me puede olvidar, de solo recordarlo me dan cositas en la guata, siento que de verdad hay algo entre nosotros pero se da tantas vueltas y peor aun, sigue teniendo algo con la Antonella y viene diciéndome que le gusto. Mejor no pienso en esto que entro en colapso.

—Nada hubiese pasado, siempre virgen nunca invirgen —ambas nos reímos y seguimos conversando sobre los vagos recuerdos que poseíamos de aquella alocada noche.

Las horas de clase pasaron lentas y dolorosas, todavía no se me va por completo la resaca, aparte que yo sola me atormento, en mi mente se reproduce a cada rato lo que paso en el carrete con el Seba, sus manos sobre recorriendo mi cintura, mis dedos enredados en su pelo y su boca con la mía. Menos mal soy mina porque de solo pensarlo me da cosita, se me hubiese parado.

Al salir de clases con la Anto fuimos a su casa para pasar el rato, nos hicimos unos brownies en el microondas con helado y vimos películas de terror a la vez que hablábamos de la vida, me hacia falta estar así con mi mejora, ahora se nos vienen las pruebas y no creo que haya oportunidad de volver a estar así en un par de semanas más.

Pero como todas las cosas buenas, nada dura para siempre, en esta ocasión le tocó a mi papá cortarnos el momento, me llamo terrible enojo para que me fuera a la casa, en vola mi mamá lo tiene en abstinencia. Como la buena hija que soy tuve que ir pa la casa po, tengo que juntar puntos para otra salida, nos despedimos y partí pa mi casa.

Que paja que mañana es martes, falta caleta para que sea viernes, quiero puro echarme en mi cama y ver Netflix, comiendo papas fritas. Cambiando de tema, ahora que me doy cuenta son las nueve y ya esta oscuro, con la cuea que me cargo en vola me asaltan, siempre me ha dado pánico que me suceda algo así, es penca pensar que por ser mujer tenga que preocuparme el doble por estas cosas, menos mal voy con ropa holgada que me presto la Anto.

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