Elsa, no podía creer que después de todo, había seguido el consejo de Natalia. Se le había declarado a Jhonny hace un par de días, pero aquel patán la rechazó por no ser su tipo. Aunque estuvo triste por no ser correspondida, una parte de ella se sentía tranquila. Al menos había tomado el valor para confesar sus sentimientos y eso, ya era un logro para ella. Quizás no tenía mucha suerte con sus relaciones, pero no dejaba de seguir buscando a ese chico que fuese el indicado. Luego de que se calmó por aquel rechazo tan inesperado, le pidió disculpas a Natalia por haberse enojado con ella, tal como si fuese la culpable de su desdicha, pero una simple disculpa no sirvió de mucho, ya que Natalia había dejado de ayudarla en la barra.
Sin embargo, ella era consciente que la actitud de su amiga se debía más por la ausencia de Martha que por el encontronazo que hubo entre ellas. Esa noche tuvo que apañarse sirviendo los tragos sin la ayuda de Natalia, mientras atendía uno que otro cliente, un chico se le acercó para coquetearle. La conversación había estado entretenida, hasta que vio una silueta que le resultó familiar.
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Natalia se encontraba en su oficina, terminando algunas cuentas, hace mucho que se había dado por vencida de que vería a Martha. Desconocía el efecto que tuvo Martha sobre ella, pero desde que la besó, no había dejado de pensar en esa joven, hasta había tenido algunos sueños húmedos, recordando sus besos. Ahora más que nunca, estaba segura de sus inclinaciones sexuales, lo suyo eran las mujeres y no era bisexual como ella creía.
—¿Por qué hoy no estás en la barra? —preguntó Camila, al entrar en su oficina. Le encantaba hacerla enojar, aunque estaba a punto de ganar una apuesta que hizo con Elsa y no quería desaprovechar su oportunidad de echarle más leña al fuego.
—Hoy no estoy para tus juegos—manifestó, sin dejar de mirar el libro de contabilidad—Por cierto, tu madre, me comentó lo de tu hermana menor. Mis más sinceras condolencias—mencionó, pues jamás imaginó que aquella chica, se atrevería a suicidarse—¿Irás mañana al funeral? —investigó.
—Por supuesto, sabes que ella era mi adoración—se ubicó al otro lado de la mesa—Puede que nos distanciáramos luego de que ingreso al psiquiátrico, pero seguía siendo mi hermana —una lágrima recorrió su mejilla.
Natalia no podía imaginar por lo que estaba pasando Camila ante aquella noticia, pero la vio pasar malos ratos al enterarse de lo que hizo su hermana y cómo terminó lastimando a una pobre chica. De hecho, ella misma se había aturdido con los detalles que la misma Camila le contó, pero nunca supo el verdadero nombre de esa pobre mujer.
—Disculpen la interrupción—dijo Elsa, sabía que no debía entrar en aquella oficina, pero le traía una información a su amiga—Acaba de llegar esa persona por la que has esperado todo este tiempo, más te vale que vayas y la saludes —la alentó.
—¿Debes estar bromeando?—no podía creer que Martha, había regresado—¿Preguntó por mí? —inquirió. Estaba muy ansiosa y nerviosa al mismo tiempo.
Elsa no supo qué responder, ya que la chica llegó en compañía de alguien más—Es mejor que salgas —manifestó, al mismo tiempo que miró a Camila para hacerle entender que había perdido la apuesta.
—Si no te atreves a salir, seré yo quien lleve a la cama a esa jovencita —bromeó Camila, al ver la mirada asesina que le dedicó su socia.
—Ni se te ocurra —pronunció, al salir como alma que lleva el diablo.
Elsa no perdió tiempo en cobrar los US 40 dólares que había apostado con Camila, quien al pagar su apuesta. No perdió tiempo en ir conocer aquella jovencita.
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Natalia percibió la silueta de Martha, quién se encontraba bailando muy cariñosamente con otra mujer y sintió una punzada en su corazón. Sin pensarlo, estaba comenzando a sentir celos, tristeza y rabia por alguien a quien solo había besado, mientras se debatía en si ir o no a saludarla, vio como un joven saludo a la otra chica con un beso en los labios. Fue entonces que decidió acercarse y saludar a esa joven de ojos verdes que tanto había extrañado.
—Hola, pensé que no te volvería a ver —dijo suavemente.
—Hola —repitió Martha, al acariciar su mejilla y sin poder evitarlo, se acercó para besarla.
Sus labios estaban ansiosos y sus manos se aferraron a la cintura de Natalia, quien correspondió a ese beso de manera desesperada. Había pasado tantas noches soñando con esos labios, que el tenerlos tan cerca, se dejó llevar por el deseo.
—No sabes cuánto espere a que vinieras —confesó Natalia, al separarse de esos labios.
—Lamento no haber venido antes, estuve muy ocupada—acarició su mejilla—Además, no estaba segura de que volvería a verte —le expresó.
Natalia la miró de manera tierna, podía entender a qué se refería Martha, ya que ella había pasado por lo mismo estás últimas semanas. Sin poder evitarlo, se acercó a ella para volver a besarla, era como repetir aquel último encuentro que tuvieron donde no dejaban de besarse una y otra vez, sin importar que estuviesen en público.
—Martha, ¿No vas a presentarnos? —expuso Andrea, al acercarse.
Las chicas se separaron por aquella voz que interrumpió su encuentro y Martha se sonrojó. Entrelazó sus dedos con los de Natalia y la presentó como una amiga.
—¿Desde cuánto te besas con una amiga? —Andrea la miró de manera divertida. No podía creer que Martha, fuese tan tonta como para decir ese tipo de cosas.
—En realidad, eso somos, todavía no llegamos a algo más —aclaró Natalia.
—Si como no, solo ustedes se comen ese cuento —le dedicó una mirada inquisitiva.
—Mi amor, déjalas tranquilas ellas verán que enredo tienen —expresó Robert. De alguna manera, estaba más tranquilo al ver que Martha tenía a alguien a quien besar, así no estaría coqueteando con su chica.
—Es un placer conocer a tus amigos—dijo Natalia, al besar su mejilla—Pueden pedir lo que deseen, hoy invita la casa —manifestó con una sonrisa.
Martha vio como sus amigos se acercaron a la barra para pedir unas bebidas, mientras ella tomó el brazo de Natalia para volverla a besar. Echaba de menos besar a esa mujer y perderse entre sus brazos, pero alguien volvió a interrumpirlas.
—Con que ella es la jovencita por la que has estado babeando los últimos meses —expresó Camila, de manera prepotente.
—No tienes asuntos que atender —dijo Natalia, al separarse de aquellos labios.
—Martha, ¿Qué haces aquí? —inquirió Camila, estaba sorprendida al verla.
El rostro de Martha cambió drásticamente, no imaginó que esa noche vería a su antigua cuñada, ¿Qué demonios estaba haciendo aquí? Se preguntó a sí misma.
—¿De dónde se conocen? —cuestionó Natalia, no entendía nada de lo que sucedía a su alrededor.
Camila estaba en un desconcierto total, nunca imaginó que se encontraría de nuevo con esa jovencita. De todos los bares gay de la ciudad, tuvo que escoger precisamente ese donde ella trabaja.
—¿Ustedes son hermanas? —inquirió Martha. Sus piernas comenzaron a temblar, su respiración se aceleró y por un momento, todo se tornó negro.
Publicado: Wattpad, agosto 15 del 2018
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Los personajes, eventos y sucesos presentados en esta obra son ficticios. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.
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Adicta a tus labios
RomanceLuego de la muerte de su madre, Martha deberá hacerse cargo del negocio familiar, por lo que se verá obligada a dejar sus estudios por un tiempo. Sin embargo, en una noche de baile, conocerá a una hermosa mujer que la llevara a replantearse la idea...