CAPITULO SEPTIMO

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CAPITULO SEPTIMO

Al día siguiente me desperté bastante tarde, así que solo almorcé y después me puse a usar a computadora. Cuando me di cuenta de la hora ya eran las 4:15 y tenía que caminar hasta el instituto de ingles, tome el camino más corto para llegar a tiempo, al estar ahí me senté en el mismo lugar de siempre. Unos minutos después de mí llego Tomas, quien solo me miro por un segundo e hizo un movimiento casi imperceptible con la cabeza. "sigue enojado" confirmé, y más confirmado estuvo cuando se sentó al fondo y no al lado mío como la hacía últimamente, solo se acerco a mí para hacer el dialogo frente a la clase, el cual fue como si le estuviera hablando a un robot, después volvió a sentarse al fondo. Al terminar la clase solo se levanto y salió sin decir nada.

Hizo lo mismo todo el resto de la semana.

¿Qué demonios le pasaba? Sabía que fue por lo que había hecho, pero no creí que fuera para tanto. No creí que le gustara tanto.

El lunes ya estaba harta, así que después de que el haya salido del instituto lo seguí, no le dije nada para llamarlo, seguramente se dio cuenta de que lo seguía, pero decidí ir en silencio. Camine dos cuadras hasta que entendí que era obvio que él no pararía, entonces acelere el paso hasta alcanzarlo. Cuando lo agarre del hombro para que gire tenía una expresión seria, di un paso hacia atrás y el no se movió.

-¿Qué es lo que te pasa?- le pregunte sin dar vueltas

-¿De qué?- me contesto el

-¿Cómo que "de que"?- le dije sin entender

-¿No te das cuenta verdad?- miro a un costado y sonrió, una sonrisa burlona.

-Hay muchas cosas que no entiendo- no aparte la mirada cuando él me miro, ni tampoco sonreí- tengo todo el tiempo del mundo para que me las expliques.

-¿Explicarte?- se rio como si fuera un chiste lo que dije, cosa que me molesto- de seguro sería más fácil explicarle a un ciego los colores.

-Entonces es mejor que me vaya- me di la vuelta y di un paso, pero sentí que me agarraba de la mano, "que raro es" pensé.

Me di la vuelta como para decirle algo, pero no me encontré con él, sino con unos ojos verdes, trate de zafarme pero me agarro más fuerte. Estaba paralizada, mire por detrás de él y vi a Tomas en el suelo dormido, eso esperaba.

-¿Así que este es tu nuevo novio?- me pregunto, con esa voz grotesca que tenia, no cambio nada desde la última vez que lo escuche.

-¿Qué le hiciste?- le pregunte tratando de ocultar todo tipo de nerviosismo.

-Solo lo dormí un poco- giro hacia el- espero que no te moleste.

No dije nada, trate de serenarme, "Lo conozco, se todas sus manías"- me dije mientras él me tenia sujeta por la muñeca- pero seguía sin entender como paso todo tan rápido, fue solo un segundo lo suficiente para que el hubiera hecho eso, ¿acaso ya me venía siguiendo y no me di cuenta?, no entendía como no lo pude ver. Tomé todo el valor que tenía y el que no tenía:

-¿Qué quieres Federico?- sentí un temblor en la voz pero hice lo posible para disimularlo.

-Que seas mía.

Lo odie por eso, como lo odiaba desde hace años, quería que me soltara, que se vaya y no verlo nunca más. El problema de conocerlo tan bien era que sabía que no iba a hacerlo.

-Mía- volvió a repetir y se toco la cadera.

-No- le dije

-Sabía que dirías eso- saco una pistola que tenia escondida, pensé que su mano se dirigía hacia mi cuando la saco, pero apunto a Tomas.

Ese amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora