Oyabun/Kobun

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Narrado por Rin:

Lentamente abrí mis ojos, adaptandome a la luz del día que se colaba entre las cortinas del ventanal. Me incorporé en la cama y me gire para ver el suelo. Sesshomaru no estaba, es más hasta había quitado el futon donde había descansado la noche anterior. 

-¡Byakuya!-Exclamé e inmediatamente un azabache entró a la habitación, luciendo su impecable traje negro.

-¿Si, señorita Rin?-Pregunto.

-¿Dónde se encuentra mi prometido?-Pregunte directa.

-Mmmh...- Se quedó pensativo unos segundos.-No sabría decirle.

Lo fulmine con la mirada.- Mientes.- Entrecerre mis ojos.

-Tengo órdenes de su padre para mantenerla aquí en esta casa, hasta que el señor Taisho vuelva por usted.

-¡Al demonio con lo que diga mi padre!-Chille.- Sesshomaru no puede estar a solas con él.

- Tranquila, su padre no le hará daño a su prometido.-Me dijo con su voz calma.

-Prepara el auto, ahora bajo.

-Pero..

-¡Es una orden!-Le grite haciéndolo sobresaltar.

- Esta bien, señorita.-Salio por la puerta y apresurada comencé a vestirme. Corrí al baño para utilizar enjuague bucal  y por último lave mi cara.

* * *

En el camino arregle mi cabello con mis dedos únicamente, Byakuya y Bankotsu venían conmigo en el auto. Debido a mi insistencia, en cuestión de minutos y gracias a los atajos de Bankotsu llegamos rápido a la mansión Kimura. Las rejas fueron abiertas frente al auto, el recorrido al porche era algo largo puesto a que estaba él jardín principal y eso aumentaba mi ansiedad. Byakuya se bajó a abrirme la puerta del coche. Luego, corrió a abrir la puerta principal de la mansión.

-¡Bienvenida, señorita Rin!-Fui recibida por el ama de llaves y un sirviente más.

-¿Mi padre?-Pregunte.

- En su despacho.- Respondio Kaede, la ama de llaves.


Crucé la sala de estar y me adentre al pequeño pasillo que conducía al despacho de mi padre. Dos hombres estaban en la puerta. Al verme se hicieron a un lado y uno de ellos abrió la puerta de roble. Entonces, frente a mis ojos estaba el escritorio de mi padre pegado al ventanal, este estaba en su silla, Sesshomaru frente a él  y ambos se giraron a verme.

-¿No te enseñaron a golpear, cariño?-Rodé mis ojos.

-Tú cállate, Inuyasha.-Le contesté y él sonrió de lado, antes de beber un sorbo de su whisky.- Por cierto, lindo peinado.-Se burló.

-¿Rin, que haces aquí? Ordene que te quedes en la casa de los Taisho. -Hablo mi padre con su voz gruesa, llamando mi atención.

- Lo sé, sólo me preocupe al no ver a mi prometido.- Dije, mirando a Sesshomaru quien se giró a verme desde su lugar y sentí mis mejillas arder.- Por cierto, buen día.

-Buenos días para ti también.- Me respondió Sesshomaru y trague saliva.

-Pareces un tómate, cariño.- Frunci mi ceño y fulmine a Inuyasha con la mirada.

- En fin, ¿porque lo trajiste aquí?-Mire a mi padre buscando una explicación.

-Sesshomaru debe hacer un pacto de lealtad con la yakuza antes de casarse contigo.-Explico breve con una leve sonrisa calma.

-Oh...

- El día que yo muera, el será el Oyabun a cargo y debe estar al tanto de lo que se vendrá luego de la boda, hija.

- De acuerdo, entonces los dejaré a solas.

Salí del despacho, cerrando la puerta detrás de mi. Comencé a caminar por el pasillo y entonces, siento que alguien sujeta mi muñeca, deteniendo mi paso. Me da vuelta, pegándome en la pared, y al levantar la mirada mis ojos se toparon con unas orbes doradas.

-Creí que yo sería tu prometido.-Me dijo, su rostro estaba a milímetros del mío y aún su mano cálida se mantenía en mi muñeca.-Debo admitir que siento celos, señorita Rin. La veía mía en mis sueños...

-Inuyasha...- Me ruborice ante nuestra cercanía.

-¿Que, cariño?-Pregunta acomodando un mechón de cabello tras mi oreja.-¿Acaso nuestra cercanía te gusta tanto como a mi?

Trague saliva.-Debo darme una ducha, déjame.- Hablé con molestia.

-¿No te gustaría que te pase jabón por la espalda?

-¡No!-Chille empujando su cuerpo, fue cuando me di la oportunidad de apresurarme en ir a mi cuarto.

Santo cielo, Inuyasha estaba muy agobiante desde que se enteró que él no sera mi prometido, pese a que tiene todo para serlo. Mi padre escogió a Sesshomaru para tomar su lugar, puesto a que este le convenía más para sus negocios ilegales. Papá no era un hombre bueno, o al menos no del todo. Se dedicaba al tráfico de armas, mujeres, drogas y era el dueño de algún que otro club nocturno de Tokio, donde sólo exclusivamente los que forman parte de la yakuza podían ingresar. Y yo, heredaria todo aquello.

Me deje caer en mi cama y solté un suspiro agobiada.

* * *

Narrado por Sesshomaru:


El señor Kimura entra al elegante recinto vestido con su kimono ceremonial, de color blanco, bordado con hilo de oro y engalanado con dragones que tienen lenguas de fuego rojo. Su porte es majestuoso.

Lo miran más de quinientos hombres perfectamente vestidos y alineados. El cabello negro brillante, igual en cada uno de ellos, contrasta con la blancura inmaculada de sus trajes de tipo occidental. Todo en ese espacio revela poder; el estampado de los kimonos de las bellas mujeres que en silencio adornan, como las grandes flores rojas que decoran el lugar, completa la atmósfera de magnificencia. Todos esperan sentados sobre sus pantorrillas.El silencio colma el aire mientras Kimura camina y todos se inclinan con reverencias, tanto que parece que sus frentes quedarán impresas en el piso. Hay respeto y fervor, y tal vez algo más: está entrando el jefe yakuza.

-Somos un Estado. El Estado es un hombre y sus partes o miembros no pueden ser separados. Para esto, necesito junto a mí y en absoluta lealtad sólo a quienes son grandes representantes de esta familia. -Hablo ante la mirada atenta de todos. Rin estaba junto a su madre, luciendo un bello kimono y prestando suma atención a cada detalle.-Es momento de sellar el pacto de honor. Estoy ante ustedes para realizar nuestro sagrado juramento. La fidelidad y la obediencia ciega son su deber. Como todos saben, las afrentas se pagan en carne propia. El yakuza que quiebre el código de honor deberá amputarse la falange del dedo meñique y entregarla al padrino.

Todos asintieron y trague saliva.Me encontraban sentado en una mesa frente a él, luciendo un kimono blanco.

-Sesshomaru Taisho, hoy, frente a toda la Yakuza de la región, serás conocido como Kobun, mi sucesor. ¿Nos juras completa y suma lealtad?

-Le juro lealtad y vida a la yakuza, mi señor-El señor Kimura sonrió complacido.

-Entonces, levantemos nuestras bebidas y brindemos. ¡Por nuestro honor, lealtad y unión!-Ante sus palabras todos levantaron su bebida.

-¡Salud!

El festin cubre las mesas, el sake fluye como los rios de sangre y una dulce Rin me mira sonriente a lo lejos.Compartiendo un sake con el oyabun, selle el pacto. Era uno de ellos.

CONTRATO YAKUZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora