Un corazón roto

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Narrado por Sesshomaru:

Me desperté con un fuerte dolor de cabeza. Sentí que no estaba sólo en la cama, me gire dispuesto a abrazar a Rin. Y entonces, veo una albina dormida a mi lado. Me sobresalto, y  me doy cuenta que me encuentro desnudo.

- Pero que...

-Que bueno que despertaste, cariño.-Dijo Kikyo entrando a la habitación.

-¿Qué pasó? ¿Dónde estamos?

Se sonrió divertida.-¿No te acuerdas de nada? Estamos en tu departamento. De hecho, de ahora en más, Kanna y yo viviremos aquí.

-¿Qué?

- No te hagas el incomprendido. Después de anoche no puedes hacerte el tonto.-Me dijo arrojandome mis boxers.-Naraku nos trajo aquí. Es más, tu aceptaste.

-Eso es imposible.

Y entonces recordé el trago que me dio Kanna.

-¡Me drogaron!-Exclame, Kanna despertó de golpe.

- Ay, no grites, precioso. Bebimos mucho anoche, me duele la cabeza.-Se quejó.

Con los boxers puestos, me levanté rápidamente, recogí mi ropa del suelo y me adentre al baño. Cerré con seguro. Malditas locas. Me habían drogado. Me lave el rostro con agua fría, suspire mirándome al espejo. Y entonces, note unos cuantos chupetones en mi cuello.

-Mierda...-Maldije. Agarre un peine que había allí y comencé a pasarlo en prácticamente todo el cuello.-Rin se dará cuenta de esto. Me odiara.-Suspire.

Y en definitiva, a penas ingrese a la mansión, ella estaba esperándome en las escaleras, cruzada de brazos. La vi allí, sus ojos estaban rojos. Había estado llorando. Cerré la puerta detrás de mi y acepté mi destino.

-¡Quiero que todos en esta maldita mansión se vayan a sus cuartos!-Le ordenó a Byakuya e Inuyasha que estaban junto a ella.

- Si, mi señorita.-Dijo Byakuya antes de marcharse. Una sonrisa divertida se formó en los labios de Inuyasha y fue detrás del azabache.

-Rin, yo no hice nada.-comencé, y ella sonrió, con los ojos llorosos negó con la cabeza.

-¿No hiciste nada, en serio?¿¡Y que mierda es lo que tienes en el cuello!?-Me grito comenzando a acercarse a mi.-Dijiste que yo era suficiente, que te gustaba todo de mi y jamás me harías algo así. Me hiciste sentir tan bien y mira ahora, ¡lo arruinaste!-Quiso abofetearme, pero antes de que su mano golpee mi mejilla, la detuve.

-Rin, por favor, quiero que me escuches.

-¡No quiero escuchar!-Grito soltandose bruscamente de mi agarre.-¿Qué vas a decir? ¿Que te obligaron a entrar a la maldita carpa? ¡Quiero que te vayas de aquí ahora, te quiero lejos!

-Rin, por favor...tienes que escucharme.-Le pedí de rodillas tomando su mano-No me eches, no.

Una lágrima cayó de su mejilla y no pude evitar, querer secarsela con mi mano, pero me apartó.

- No me toques. Tus manos han tocado otro cuerpo. No quiero esas manos sucias en mi.

-Tu padre fue quien me dejo a solas con ellas. Ambas me drogaron, yo bebi un trago de algo que me ofreció una de ellas. Y luego ya no recuerdo más.

-¿Ambas? ¿Eran dos? ¡Por Dios!-Grito espantada.-¡Te quiero fuera de mi casa!-Me empujó bruscamente contra la puerta de roble. -¡Vete, Sesshomaru, vete ahora!

-¡Rin, tranquila. Te juro que yo no quise nada esto!

-¡BYAKUYA!-Grito de repente.

-Rin, por favor. Deja de gritar, déjame explicarte. No estába consciente, tienes que creerme.-Le rogue desesperado.Pero ella no cedió. Byakuya apareció y se alejó de mi.

-Sacalo de aquí.-Le ordenó y este me miro con duda.

- Pero, señorita, es el Kobun.

-¡Al demonio con eso, es una orden!-Volvió a gritar sobresaltandome, al igual que a Byakuya.

- Lo siento, señor. Pero son órdenes y debo cumplir.-Dijo con pena, tomándome por el hombro. Me solte de su agarre, sin embargo ante eso llegaron dos hombres más.

-¡Rin!-Grite mientras me sacaban a rastras fuera de la mansión.-¡Tienes que creerme, Rin!

Narrado por Rin:

En cuanto las puertas fueron cerradas, corrí a mi habitación. Me arroje a mi cama y abrace la almohada antes de comenzar a llorar. Se sentía horrible. Tal vez sólo se trataba de un corazón roto, pero dolía cada parte de mi cuerpo. No podía creer como se atrevió a tal cosa. Todo estaba demasiado bien, ¿cómo es que en cuestión de horas eso cambio?

No recuerdo en que momento me quedé dormida, pero en cuanto abrí mis ojos, Inuyasha estaba sentado al borde de la cama, acariciando mi cabello.

- Lo siento mucho.

-¿Tú lo sabías?-Pregunte.

Me miró un momento, y luego respondió.-No, no sabía nada al respecto.

-Seguro conoces a las mujeres de ese lugar. ¿Son bellas?

- Tu eres mejor que todas ellas. Y lo sabes.-Se puso de pie.-Traere un poco de hielo para esos ojos hinchados de tanto llorar y un te. ¿Te parece bien?

En cuanto se puso de pie, tome su mano.-Quiero que te quedes conmigo.

-¿Eh?-Pregunto incrédulo.

-Sólo...recuestate a mi lado.¿Si?

-De acuerdo.-Me hizo caso y se recosto a mi lado. Me gire para que quedemos frente a frente, acostados.-No llores más.-Dijo acariciando mi mejilla suavemente y cerré los ojos ante su tacto tan delicado.

- No puedo evitarlo...-Suspire.

-¿Sabes? No deberías estar así, por un hombre no se llora.-Acomodo un mechón detrás de mi oreja.

-Gracias por preocuparte por mi, Inuyasha.-Le sonreí levemente.

-Tu me importas, Rin. Eres la mejor persona que he conocido en mi vida y es por eso que siempre estaré para secar tus lágrimas, darte un abrazo, una caricia, una sonrisa.

-Tus ojos están brillando.-Dije entonces y él se ruborizo un poco.-Eres adorable.

Me dolía la cabeza, y mis párpados pesaban un poco, me pegué a su cuerpo y lo abrace.

-¿Tienes sueño?

- Si...-Murmure oliendo su perfume varonil.

Correspondió a mi abrazo, y pegándome más a su cuerpo, beso mi cabeza. -Descansa, pequeña Rin.

CONTRATO YAKUZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora