Tensiones

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Narrado por Rin:

—Te hice una pregunta —habló Sesshomaru impaciente, pero antes de que pudiera responder, Shirou se adelantó.

—Solo fuimos al cine. Tranquilo, no soy un pervertido como tú —respondió con una sonrisa orgullosa.

—¿Cómo has dicho? —Sesshomaru avanzó hacia él, y me interpuse en medio.

—Creo que es mejor que entremos a la casa y Shirou debe irse, ya es tarde —sujeté el brazo de Sesshomaru—. Vamos, cariño.

Sesshomaru me dirigió una mirada y luego a Shirou, pero en silencio, se adentró en la mansión, y suspiré aliviada.

—Deberías respetar un poco más a mi novio —reprendí a Shirou.

—Solo bromeo. Él no tiene sentido del humor —me respondió divertido.

Cuando Shirou se fue, entré en la casa y vi a Sesshomaru de espaldas a mí, con todos los guardaespaldas de la casa frente a él, con la cabeza gacha.

—¿Qué sucede? —pregunté.

—Sucede que mi esposa sale de la casa sin informarme primero —volteó a verme con frialdad, y tragué saliva nerviosa.

—Solo fui al cine. Estoy bien, nada malo pasó. Y te recuerdo que no eres mi padre —contesté frunciendo el ceño—. Además, ellos también cumplen mis órdenes, no debes decirles nada, solo cumplen y...

—¡Y yo te recuerdo a ti que soy el kobun! —me interrumpió, alzando la voz—. Mi palabra tiene poder aquí, y con respecto a ti, si algo te sucede en mi ausencia, todos ellos morirán.

Pude notar cómo todos se miraron nerviosos, incluyéndome a mí.

No obstante, me atreví a encararlo para darle una bofetada, pero me sorprendió deteniendo mi mano.

—No vuelvas a levantarme la voz jamás —le dije molesta, soltándome de su agarre.

Narrado por Sesshomaru:

Con una notable molestia, Rin subió las escaleras. Pero no fui tras ella; en su lugar, me dirigí a las personas que estaban delante de mí.

—¿Quién la dejó salir? —pregunté.

El silencio invadió la sala.

—Fui yo.

—¿Kagome? —Inuyasha preguntó al ver cómo ella dio un paso adelante.

—La señorita mencionó que iba a salir, no pude detenerla. Siento mucho mi insolencia, kobun.

—La próxima vez te irás de esta casa si no me avisas a mí antes. —Le dije, y ella asintió sin poder verme a la cara. Con la cabeza gacha, dio un paso hacia su lugar—. Y para todos ustedes, si a Rin le sucede algo, si alguien siquiera toca un solo cabello de ella, les costará la vida a todos.

—Entendido, kobun. —Dijeron todos al unísono.

Unos aplausos lentos llamaron nuestra atención.

—Haces que me sienta orgulloso, Sesshomaru, estás aprendiendo muy bien tu lugar en esta familia. —Naraku se acercó a nosotros, y todos levantaron su mirada ante la presencia del oyabun—. Sigan con sus deberes.

Dicho esto, todos se fueron a cumplir sus labores obedeciéndole sin objetar.

—Lo siento si me he desubicado con su hija. Yo...

—No, Sesshomaru. —Me interrumpió—. Rin, pese a que se ha criado conmigo, tiene los mismos defectos que su madre. Altanera, desobediente, créeme cuando digo que fue difícil recordarle su lugar. Creí que contigo aprendería más, ¿sabes? Pero aún le falta madurar. Por cierto, hay algo que he notado, pero preferiría hablar de eso en mi despacho.

CONTRATO YAKUZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora