"Había una vez, un tal vez, que voló y voló hasta lo más alto de todos los cielos del Universo, intentando encontrar a sus hermanos, quienes nunca podían estar juntos..."
José leyó algunas páginas del libro con tanto entusiasmo como su voz se lo permitía, Luisa se recargó en el brazo del sillón, con un gesto aburrido y molesto en su rostro, tanteaba los dedos contra la tela, mientras llevaba sus pensamientos a otro lado, en que, por ejemplo, empezaría sus buenas vacaciones yendo a algún centro comercial con sus amigas, jugando un buen partido de básquetbol con su vecino, o comprando ropa nueva. Pero no, debía de estar ahí en el bosque, escuchando cuentos para niños.
―Ya me cansé de esa historia, abuelo ―José levantó la mirada del libro que tenía en sus manos. Sus ojos grises a través de los gruesos cristales de sus lentes miraron con atención a la muchacha que tenía ante sí, levantó una ceja y recargó el libro en su regazo.
―Era tu favorita...―Musitó con cierto tono de tristeza en su voz.
―Sí, cuando tenía cuatro años ―Luisa se cruzó de brazos, habían pasado ocho años desde entonces, ya no era aquella pequeña de coletas que se acercaba a su abuelo con una luminosa sonrisa en el rostro, "Cuéntame esa historia otra vez abuelito" José casi pudo oírla.
―Además ―prosiguió Luisa acomodándose en el sillón ―, no tiene sentido, ¿Cómo un tal vez va a volar?, ¿cómo va a tener hermanos? Un "tal vez" no existe, sólo es una palabra.
―Claro que existe. ―José cerró el libro con cuidado ―. Son más poderosos de lo que crees.
Luisa frunció el ceño, "Ya lo perdimos, está loco".
―Bueno, piensa lo que quieras, pero no quiero volver a escuchar historias tontas, así se hace mi estadía un poco menos enfadosa. ―Luisa se levantó del sillón y se fue caminando por el pasillo hasta llegar al cuarto de esa insoportable cabaña. "Qué horror, y pensar que estaré aquí encerrada por una semana". Odiaba que sus padres se fueran de viaje de negocios, odiaba no tener señal en la cabaña, odiaba las aburridas historias. Se acostó en la cama y miró al techo por un largo rato, pensando en las cosas que odiaba...
Luisa abrió los ojos de par en par y miró la habitación, la luz de la luna entraba por las cortinas, ¿Ya había anochecido? Se levantó de la cama con un ligero dolor de cuello, tomó su celular y abrió un poco la puerta, asomando su cabeza. El pasillo estaba sumido en una completa oscuridad, sin embargo, una luz roja parpadeaba al final.
Luisa caminó con lentitud hasta allí, se detuvo en la sala, al final de la cabaña un hermoso fuego color rojizo y anaranjado revoloteaba como pájaro entre la madera dentro de la chimenea, el abuelo José miraba los diferentes tonos hogareños y soltó un suspiro, Luisa pudo percibir dolor en ese acto, hace poco que la abuela había fallecido y sus padres estaban demasiado ocupados como para cuidar de él de vez en cuando, así que la habían llevado a ella, y ahora él estaba solo, delante del fuego. Luisa sintió remordimiento en la boca del estómago, había sido muy grosera con él... tal vez debería disculparse, no, tal vez no, tal vez no la perdonaría... tal vez él... tal vez...
Luisa volteó hacia atrás como si alguien la observaba, pero solamente el libro estaba allí, recargado con suma delicadeza sobre el mantel bordado de flores.
Tal vez...
Dejó el celular en un buró cercano y avanzó con lentitud hacia él, comenzaron a escucharse truenos a lo lejos, el cielo amenazaba lluvia. Luisa tomó el libro con cuidado entre sus manos, de pronto, las nubes comenzaron a tronar con fiereza mientras la lluvia caía con fuerza, un rayo la cegó por un instante y el tronido casi la dejó sorda, por lo que cubrió sus oídos, soltando de pronto el libro, que cayó con un ligero golpe sobre la mesa. El abuelo José estaba muy tranquilo mirando la chimenea. Otro trueno, la lluvia cada vez caía más fuerte.
―¡Abuelo! ―Gritó con todas sus fuerzas, sin embargo, éste no la oía, volvió a gritar, pero un trueno acalló su voz.
El viento sopló tan fuerte que de pronto las ventanas se abrieron de par en par, dejando entrar algo de lluvia consigo, Luisa se encaminó hacia la ventana, intentó cerrarla con todas sus fuerzas, pero el aire la atacaba como un tiburón en el agua. De pronto, el aire comenzó a soplar en dirección contraria, levantando al libro de su lugar, Luisa miró el extraño suceso con la boca abierta mientas el mantel, el jarrón y algunas sillas salían volando de su lugar, cayendo al suelo o estrellándose contra la pared, la muchacha se sostuvo del marco de la ventana, mientras el libro daba algunas piruetas en el aire hasta escabullirse por la ventana hacia el exterior.
―¡No! ―Luisa saltó de la pequeña ventana y corrió por la el patio intentando tomar el libro, no iba a permitir que se arruinara una de las pocas cosas que hacían feliz a su abuelo, después de que todavía le debiera una disculpa. El libro voló alrededor de ella, las gotas de agua caían en su rostro con fuerza, por lo que secaba con frecuencia su cara con el antebrazo para poder ver el libro.
―¡Ven acá! ―Gritó. Y como si el libro pudiera escucharla se abalanzó hacia ella, pudiendo así rodearlo con sus brazos.
Cuando estaba dispuesta a regresar dentro de la cabaña, el viento comenzó a soplar demasiado fuerte, casi tanto como un tornado, Luisa intentaba mantener sus pies en el suelo, pero era imposible, y en una ráfaga, ella salió volando, viendo como todo lo que alguna vez conoció desaparecía hasta que todo se volvió negro.

ESTÁS LEYENDO
Las ruinas del tiempo
Teen FictionLuisa solo quiere volver a su hogar después de que una noche tormentosa es transportada a un extraño mundo donde las personas hablan como si fueran las palabras mismas, allí se encontrará con Tal vez, un joven asustadizo dispuesto a ayudarla pero co...