La verdad

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Tal vez miraba por la ventana de la torre, esta era pequeña y con barrotes, además de que solo podía verse la tormenta de nieve, se retiró de allí y caminó por la estrecha celda, la cadena amarrada a su pie lo detuvo antes de llegar a los barrotes de la entrada, la luz tenue de las antorchas apenas daban la luz suficiente para darse cuenta de que su hermano, No, estaba en la celda de enfrente, acostado, tenía varios golpes en la cara por haberse resistido ante los guardias con brusquedad cuando se atrevieron a tocar a Sí. Tal vez se sentía peor que nunca.

—¿No crees que esté bien? Hace frío allí afuera —La voz de No sobresaltó a Tal vez.

—Tal vez sí —"O Tal vez no" se escuchó en su cabeza, no quería pensar en ello—. Yo sé que llegará, es lista y necia, ya debería estar en su casa en este momento.

No soltó una risilla ronca y se acomodó con lentitud en el suelo, le dolía el rostro.

—Esto no hubiera pasado si me hubiera quedado en mi biblioteca. —Hubiera miraba los grilletes de sus tobillos.

—¿Es lo único que te importa? —Sí estaba en la celda continua a la de Tal vez, tomando entre sus manos los barrotes—. Acéptalo, si eras algo infeliz allí, tan solo.

Hubiera bajó la mirada. —Es mejor que un calabozo.

Pero no decía nada, sólo estaba acostado en la fría piedra, y por ahora, los hermanos no querían dirigirle palabra. Tal vez volvió a dirigir su mirada a la ventana, lo único que lo calmaba es que ahora Luisa estaba en su hogar, en un lugar seguro.

—No creo que ahora es buen momento para dejar a un lado las mentiras —No se incorporó un poco, tenía unos grilletes apretando sus muñecas, pero tan solo se recargó en la pared, mirando hacia un punto vacío en la celda.

Tal vez se mantuvo en un largo silencio.

—Hubo una vez, hace muchos años donde solíamos estar juntos, pero conforme pasaban los días todo se volvía más oscuro —Todos los hermanos pusieron total atención al joven de mirada azulada —. Por cada día que pasaba, los pensamientos de todos parecían enredarse, comenzábamos a olvidar quienes éramos, y las pláticas se transformaban en discusiones, peleas, como si una nube gris se pusiera sobre nosotros, olvidábamos que éramos hermanos, nos deseábamos cosas horribles debido al miedo, al orgullo.

» Una noche, donde las discusiones pasaron a ser silencios fríos, me sorprendí pensando en qué pasaría si no tuviera hermanos, si jamás hubiesen existido, aquello en cierta parte me despertó un miedo terrible en el corazón, por el hecho de haberlo pensado, de ponerlo como una posibilidad. No sabía qué hacer, no sabía quien era, no tenía la capacidad de amar, ni de pensar. —Tal vez mantenía sus brazos sobre sus rodillas —. Me puse a pensar de donde provenía, y el por qué siempre habíamos estado solos, no recordaba nada. Así que viajé hasta las ruinas del tiempo, pero antes de llegar me topé con el rey, él me prometió que jamás volveríamos a sufrir, que no había por qué estar siempre peleados, que nuestro destino era estar separados por el resto de nuestras vidas, así que me hizo prometer que los alejaría los unos a los otros, y así pasó. Me fui, los evité, intenté olvidarme de ustedes por el bien de todos, pero nunca pude ser capaz de irme tan lejos, así que, me quedé entre las dos ciudades donde se supone que vivirían.

Incluso Pero se alejó de las sombras para escuchar a su hermano.

—No recuerdo nada de eso —. Hubiera mantenía la mirada fija en el suelo.

—El rey tomó los recuerdos como pago por la ayuda, no recordarían nada de lo sucedido, tan solo sabrían que nos abandonamos los unos a los otros, pero no sabrían el por qué, así sería mas sencillo estar separados.

Tal vez bajó la cabeza, cerrando los ojos.

—Por muchos años creí que había hecho lo correcto, que tal vez con ello había podido salvarlos, pero ahora veo que fue un error, empeoré las cosas al tratar de ignorarlas como si no estuvieran ahí. —Recargó la cabeza contra la pared—. Ahora estamos todos juntos en prisión.

Un sonido chirriante hizo que todos los hermanos voltearan. No, arrancaba el otro grillete de su muñeca con un gruñido, arrojándolo lejos de él.

—Bueno Tal vez, esa fue una excelente sesión sobre la verdad —No miraba a sus hermanos con una sonrisa en su rostro a pesar del ojo morado y el ceño fruncido—. Ahora permítenos tomar nuestras propias decisiones, nada en la vida es todo felicidad, de vez en cuando uno se tiene que sentir mal para que las cosas buenas valgan más, que cada una de ellas nos afecte como tengan que afectar, pero de ahora en adelante estaremos juntos. —Tal vez lo miró fijamente, formando una pequeña sonrisa en sus labios. —. ¿Sabes por qué? —No apuntó a su hermano con el dedo índice—. Porque somos una familia, y por un demonio que vamos a salir de aquí, todos juntos.

Todos los hermanos sintieron algo diferente en sus corazones, el miedo quedó a un lado, pues se dieron cuenta de que no estaban solos. 

Las ruinas del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora