Pero

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Luisa se despertó con la sensación de haber llorado, se incorporó de la hamaca en donde se encontraba y tocó sus mejillas, estaban húmedas y sus ojos hinchados, se quedó viendo la pared de enfrente, el sueño en el que había estado enfrascada toda la noche era la razón, ella estaba muy alto, en lo más alto del cielo, mientras su abuelo estaba abajo, muy abajo, gritándole entre sollozos, y sus padres intentaban alcanzarla, pero ella sólo subía y subía, intentando con todas su fuerzas bajar de donde estaba sin éxito. Limpió sus lágrimas con la manga de su camisa, apoyó sus pies contra el suelo y observó a todos lados, los cuatro seguían dormidos, Sí tomaba con fuerza la pequeña almohada entre sus delicadas manos, Hubiera dormía como si fuera el Conde Drácula, con las manos sobre su pecho, con el cuerpo recto, No, todo revuelto en la hamaca, roncaba como un león, y Tal vez dormía profundamente mientras sus brazos y piernas colgaban a unos centímetros del suelo. Luisa sonrió, "Vaya hermanos tan peculiares". Salió del camarote, una ligera brisa gélida le acarició el rostro, el sol estaba despertando, Luisa se estiró bostezando, a pesar de la terrible pesadilla, no había dormido tan bien en mucho tiempo, caminó por el barco sintiendo la brisa del mar entre sus cabellos, sacó de su bolsillo al hombrecillo de madera y se recargó en un barril contemplándolo.

—¿Crees que llegue a ver a mi abuelo y a mis padres alguna vez? —El hombrecillo no respondió, sólo la miraba con aquellos orbes de madera pulida—. Ojalá a donde nos dirigimos nos ayuden. —Luisa desvió un poco la mirada del hombre hacia algo al horizonte, un montón de tierra se asomaba a lo lejos, Luisa pegó un brinco.

—¡Tierra! —Después de tres días en el mar, ya deseaba pisar suelo firme. Corrió hacia los camarotes, y con mucho cuidado de no despertar a todos, se acercó a Tal vez, lo sacudió con cierta rudeza por la emoción. Tal vez se quejó en respuesta.

—¡Veo tierra! —Susurró Luisa con un dejo de exaltación en su voz.

Tal vez abrió un ojo y sonrió. —Esas son buenas noticias.

Los cuatro miraban el horizonte mientras No conducía el barco con sus cabellos al viento, Hubiera se tomó los lentes.

—¡Es mucho más hermosa de lo que imaginé! Y más fría...

La ciudad Mármol estaba cubierta por una fina capa de nieve, ya que estaba asentada cerca de las faldas de una montaña nevada, el clima era menos gélido cerca del mar, pero también más seco, siendo imposible cultivar materia prima, por lo que necesitaban del constante comercio con las islas cercanas. Las olas comenzaron a pasar ciertos pedazos de hielo que iban de aquí para allá, pero así como lo dijo Hubiera, la ciudad era hermosa, pues estaba construida de puro mármol, Luisa sintió estar en la Grecia antigua, rodeada de palacios hechos de pilares, sólo que éstos, viéndolos de cerca, eran guerreros y dioses que sostenían los techos de los edificios, con pieles de animales en las entradas por doquier. Luisa tiritó de frío, sí que estaba helado.

Al desembarcar, No se colgó el mapa en el hombro y respiró hondo para luego soltar una gran parte de humo proveniente del calor de su boca en contraste con el frío del lugar. —Antes de ir a ningún lado, debemos comprar ropa abrigada, si no, nos congelaremos antes de siquiera pisar una roca del jardín del palacio de las Ruinas del Tiempo. —Todos los demás asintieron y siguieron a No, pues él era el único que conocía el lugar como la palma de su mano.

Llegaron a una bella posada, donde vendían abrigos y botas para el duro invierno que se aproximaba. —Necesitamos las bellas cosechas de los Por qué, pues pronto aquí nos quedaremos sin lugar para siquiera poner una semilla de frijol —Le comentó el dueño de la posada mientras le entregaba las pieles.

Las ruinas del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora