Nunca

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—Hasta aquí es donde podemos llegar —Futuro se apretujaba junto con sus otros dos hermanos, como si fueran uno solo. Luisa subió la mirada hacia los muros del negro castillo, era gigante, imponente y misterioso. Con todas sus fuerzas, comenzó a avanzar hacia esa dirección, levantando las piernas para no hundirse en la nieve—. Que todos los espíritus estén contigo.

—Suerte, pequeña valiente —Pasado agitó su mano.

—Ten cuidado —Presente bajó la cabeza en señal de respeto.

—Gracias. —Volteó Luisa, pero ellos ya no estaban ahí. Bueno, ahora estaba sola. Siguió caminando por la fría nieve, con solo el vestido, el hombrecillo de plata, y su fuerza de voluntad. Pronto, la estructura de gigantes torres de piedra negra con minúsculas ventanas se hizo presente, los muros del castillo eran tan gruesos como para proteger una armada entera, y las montañas a su alrededor lo rodeaban con recelo de cualquier intruso. No había otra manera de entrar más que la puerta principal, la cual estaba fuertemente protegida por guardias armados, y aun así, Luisa no se detuvo, cuando llegó a las gigantescas puertas del castillo, varios guardias le apuntaron con sus lanzas metálicas.

—¡Es la niña! —Corrieron hacia ella, pero Luisa no se movió, y rodeándola por completo, la tomaron de los brazos bruscamente. "Había llegado la hora" se dijo a sí misma, y la escoltaron dentro del castillo.

Era muy diferente al Templo, pues este tenía una larga alfombra roja con tonos dorados, y varios cuadros adornaban las frías paredes, solamente iluminadas por antorchas, por lo que el lugar era lúgubre y triste. Luisa observó varias puertas cerradas con candado, observó estatuas de hierro y armas letales, candelabros apagados y pieles de animales colgadas por doquier.

Los guardias dieron la vuelta en un pasillo, donde una puerta plateada la esperaba, Luisa tragó saliva, y sus piernas comenzaron a temblar, apretó con fuerza al hombre de plata entre los bolsillos de su vestido y sintió algo de valor, cuando abrieron las puertas, sólo se pudo ver una chimenea prendida y una silla enorme en medio de la habitación entre lujos y tesoros.

—Su majestad, encontramos a la niña. —El perfil de Nunca asomó entre el mobiliario, cuando se levantó, los guardias se hicieron para atrás, cerrando las puertas, dejando a Luisa y a Nunca solos.

Silencio.

Un oscuro y espeso silencio, Luisa sentía como sus piernas temblaban.

—¿Sabes? Algo que no me gusta de los Ziegler, es que son unos completos mentirosos —Tiró el libro de su abuelo al suelo como si fuera basura, Luisa frunció el ceño al observar las páginas blancas que, al parecer, solo Nunca podía verlas en ese mundo—. Cinco hermanos, un héroe, un villano, qué conveniente ¿no? Una perfecta historia, sin contar los escupitajos en la cara entre amigos, ni las traiciones, ni la verdad —Levantó el diario que Luisa había comprado—. Cómo Yösef salvó al guerrero hecho de estrellas, como el hombre poderoso terminó siendo un cobarde, como es que simplemente el hombre poderoso se volvió loco, como es que secuestra a la damisela ¡Patrañas! Lo único que ese hombre hizo fue apuñalarme por la espalda, uniéndose a ese trío de idiotas del tiempo —En un momento de ira, Nunca lanzó el pequeño diario hacia el fuego, las páginas se chamuscaban de color negro, mientras el reluciente símbolo de Sol y Luna brillaba sobre su pecho al momento que las llamas se avivaban más, haciendo conjunto con sus ojos amarillos.

—Ellos sólo querían lo mejor para ti, Yösef sólo quería....

—Ah, así que te lo han contado... entonces no necesito gastar toda mi saliva en ello, pues sabrás de lo que hablo —Nunca caminó por la habitación, era alto, muy alto, por lo que Luisa reunía todas sus fuerzas por permanecer erguida—. Yösef era mi amigo, los dos estudiamos en el Templo por un tiempo, él era más joven que yo, sin embargo, muy listo, por lo que nos hicimos amigos muy pronto, pero cuando quise pedirle su ayuda para regresar a... —se quedó callado por unos instantes, Luisa supo de quien hablaba, Siempre. —... la vida, me dio la espalda, se robó mis esperanzas, mis sueños —Apretó los puños mirando al fuego, y luego giró su cabeza lentamente mirando a Luisa—. Pero ahora yo le voy a robar algo mucho más importante —Los ojos de Nunca brillaban como si estuviesen hechos de fuego—. De seguro Yösef debe de estar preocupado por su pequeña nieta.

Las ruinas del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora