Capítulo XXXI.

5.1K 437 1.1K
                                    

   Lo miré de una forma poco bonita, haciendo que él soltara una pequeña carcajada, al tiempo que se levantaba.

   —Ahg, puta. Quiero celebrar que te alejaste del pintor gay lleno de sida.

   —¿Y tiene que ser con sexo? —me crucé de brazos—. ¿O sea, no puedes ser otra cosa?

   —Un putibesito en el pene.

   —Eres imposible —refunfuñé, dándome la vuelta y dirigiéndome a la habitación. Él me siguió, como era de esperarse—. Sabes, yo no te entiendo...

   —Yo tampoco: estoy enamorado de ti y odio a los gays.

   —¡John, odio cuándo dices odiar a los gays!

   —Para mí los gays son odiables, pero tú eres cogible, follable, y violable...

   —Cómo te decía —murmuré, abriendo la puerta del armario—. ¡Ah, aprovecha de salir del closet! Te abrí las puertas.

   —Te va a arder el culo.

  —Vete al infierno.

   —¿Es una invitación? Porque acepto gustoso.

   —Y luego dice que eres netamente heterosexual.

   —Yo no salgo con hombres... yo me los follo.

   Chasqueé la lengua y le di un empujón, haciendo que él riera a carcajadas; segundos después me abrazó con fuerza.

   —Mentira, mi puta preciosa. Yo a ti te amo y te follo con todo el putiamor que tengo entre las piernas.

   —¡Ya! —y me solté—. Siempre con tus cosas...

   —¿Qué te vas a poner? Una faldita, por favor. Me gusta ver tus muslos de mujer.

   —¿Qué te pasa? Tengo piernas de hombre.

   —Ajá, y Stuart no es gay... e idiota; idiota y gay.

   —¡Ya deja de nombrarlo! Debe estar llorando y tú riéndote de él.

   —Le pasa por enamorarse de una puta —refutó. Yo rodeé los ojos—. ¡Por supuesto que sí! ¿No podía enamorarse de otra puta? Bueno, lo entiendo... de todas las putas tú fuiste la que más me gustaste.

   —¿Cuándo será el día que te calles?

   —El día en que me ames.

   —Puedes ir callándote entonces...

   —Te amo —murmuró, para luego darme un beso en la mejilla—. Ahora, déjame elegir la ropa. Tú espera con las piernas abiertas.

  —Grosero —me quejé, mientras me sentaba en el borde de la cama. Él lo único que hacía era husmear mi ropa de mujercita—. ¿Ya?

   —Espera, hay muchas cosas lindas para ti.

   —Y para ti también hay. ¿Por qué no hacemos una noche de chicas?

   —Porque Stuart no está aquí, y yo soy muy macho como para ponerme esas cosas. Es más, yo chorreo testosterona.

   —Claro, y ponerte mascarillas... y depilarte las piernas es de macho que chorrea testosterona, ¿no?

   —Amarte de la forma en que lo hago tampoco es de macho que chorrea testosterona. Te amo como un gay ama el pene; así... igualito.

    —Qué romántico, dios. Lloro.

   En medio de una risa se dio la vuelta, teniendo un par de prendas en su mano. Era un escorpiño negro, falta del mismo color y unas medias panties tipo encaje.

Girl or Boy? ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora