Seis

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-Te estás enamorando de él.

-Si, no lo se.

-Pero si parece la niñata esa de los dibujitos chinos. -murmuró el mayor, riendo. -Cada vez que le ves te pones de morros y le ignoras. Y el chaval es majo contigo. No te entiendo. -rodó sus ojos.

-No son dibujos chinos, es anime. Y lo veía de pequeño. -suspiró y se apoyó en el respaldo de su silla. -Y le trataba así por que pensaba que en cualquier momento de reiria de mi, o me recordaría la mala pasada de Halloween.

-¿Mala pasada?

-Entre comillas. Parece que a los dos nos gustó. -rascó su nuca.

- Si es que estás ciego. - Keith le miró.

-La última vez que le entré a un tío me llamó maricón y desviado. Y tonteaba conmigo.

-Pues un heterocurioso de esos.

-Heteromierda. Me insultó. -suspiró y volvió a frotar sus dedos. -Lance no parece ser así. Nos hemos enrollado otra vez. Y tiene una manía rara a jugar con chicles en mi boca.

-Keith, amo que me cuentes cosas. Pero los detalles son innecesarios. -murmuró con una sonrisa. Keith apoyó su cabeza en su mano. Shiro miró la hora y luego al chico. -Te quedan dos clases más. ¿No deberías ir yendo?

-Si, ¿tienes algo de comer?

-Un poco de carne. Pero tú no...

-No. Carne no gracias. ¿Fruta tienes?

- Si. -se giró y le lanzó una manzana. -Tengo hora libre. A las nueve dicen que hay una fiesta. Puedo recogerte y llevarte a casa.

-No te preocupes, iré en el autobús. Nada de fiesta. -sonrió y se levantó. Se quedó mirando el sofá al salir. Estaba Adam, aún dormidito.

- Es una marmota. Lo que tiene impartir clases por las mañanas. - Keith sonri o y abrió la puerta del piso de Shiro y salió con sus cascos a medio camino de tapar sus orejas. -Lo que necesites llámame ¿vale?

- Si. Hasta luego. -murmuró con una sonrisa.

Keith acabó yendo a las clases de la tarde.
No, en la primera clase no coincidía con Lance.
Estuvo de ajetreo con hojas, apuntes, pruebas de exámenes y mil historias más de la Universidad.
Puta Universidad destroza vidas.

Keith salió con varias hojas en las manos. Ya era tarde y era hora de guardar y o bien estudiar o bien irse a casa. O de fiesta, que era viernes.
Y como no, la universidad estaba llena de subnormales: uno de ellos golpeó a Keith sin darse cuenta (o si, a saber) y al coreano se le cayeron las hojas.

- Joder... -murmuró. Se agachó para recogerlas, pegado a la pared, tratando de no molestar. La gente levantaba los pies, tratando de no pisarlas. No le ayudeis no, simplemente no las poseía. Hipócritas.
Keith escuchó esa vocecita de las 3 y media por uno de los pasillos.

-Pero si os vi de sobra. Sois unos pringados. -la voz de su amiga se volvió una risa pegajosa.

-Que no, que no. No éramos nosotros.

- Uy que no. Esa melena la conoce todo el mundo. - Keith empezó a escuchar atento. Mantenía las hojas en sus manos. ¿De que hablaban?

-Vale vale. Éramos nosotros. Pero no digas nada joder, que es vergonzoso. -Pidge se echó a reír.

-¡Os he pillado, y igual más gente, me meo! ¡Qué vergüenza! -dijo riendo.

-No, es no es posible. -dijo su compañero samoano en un tono más civilizado. Y giraron la esquina. Keith les vió de pleno a la lejanía. A la lejanía de unos 3 metros.

3 y media // Voltron: Klance One shot  [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora