"Ríe en la noche y achina los ojos morochos más lindos que vi".
Gritos agudos, voces roncas por todos lados, luces de colores y, en el medio del escenario, ella.
Me llenaba de orgullo verla, escuchar cómo la gente gritaba su nombre y la aclamaba, diciéndole todas las cosas hermosas que se merecía. Y veía en su muñeca el pañuelo verde, atado con la misma fuerza con la que ella luchaba, y no podía creer que luchábamos de la mano en todo sentido.
La locación de los KCA explotaba, ella estaba feliz, se reía y le sonreía a los chicos que le gritaban, mientras que yo sentía que se me reventaba el corazón cuando veía cómo se le achinaban los ojitos y se le formaban esos hoyuelos que tanto amaba. Era la mujer más preciosa que había visto, sin lugar a dudas.
Ella se retiró del escenario y a mí me tocó entrar. Nos cruzamos las miradas por un segundo, ella me guiñó un ojo y el gesto fue imperceptible. Era todo lo que necesitaba para estar en calma. Sabía yo perfectamente el momento de mierda que ella estaba pasando, y aun así se preocupaba por verme bien a mí, ¿qué más podía pedir?
En frente mío, millones de chicos que me gritaban lo mismo que a ella, no pude evitar emocionarme. Entre Bar, mi familia y mis fans, sentía que estaba completa y no necesitaba nada más en la vida. Me llenaban de amor, de comprensión, de todo lo bueno que necesitaba.
Cuando volví al camarín no daba más, estaba emocionada y tenía ganas de llorar de la felicidad. Bárbara me estaba esperando e hizo el amague de abrazarme ni bien entré, pero se frenó en seguida cuando me vio bañada en slime.
- Bueno, che, ya sé que soy fea pero tampoco es para que no me abraces –le dije. Bárbara puso cara de asco, no le gustaba casi nada que fuese viscoso. Casi.
- Dale, boluda, cámbiate –me dijo mientras arrugaba la nariz. Le sonreí con mi mejor expresión de nena inocente y ella empezó a negar cuando se dio cuenta de mis intenciones.
Me pudo la maldad y empecé a correrla por todo el camarín mientras ella soltaba puteadas y se tropezaba con todo lo que tenía adelante. Así fue como en un momento, tropezó con el cable de un secador y, además de que hizo terrible quilombo, se revolcó en el piso. De paso, también caí yo con ella.
- ¡La puta madre, Suárez! –me gritó. Yo estaba tentada mal-. Me llenaste de mugre –dijo con un tono de capricho.
- Y bueno, Susaaaanaaa –le respondí, y de inmediato le cambió la cara. Me encantaba verla sonreír. No pude evitar besarla, besarla con mucha pasión, con todas las ganas que tenía de verla siempre así, conmigo, besarla y hacer contacto de todo con ella, más allá de lo físico, más allá de lo que pueda explicar.
Nos exaltó un poco el ruido de la puerta tratando de cerrarse, menos mal que siempre la cerramos con llave cuando estamos juntas.
- Micaela, tenés 5 minutos para volver a salir –se escuchó. Bar estaba tentada y yo le tenía la boca tapada con la mano.
- Joya, termino de cambiarme y salgo –respondí. Cuando escuchamos los pasos alejándose, volvimos a chapar y después me ayudó a cambiarme.
*******
Estábamos muertas, muertas de cansancio en serio. Entramos al departamento de Bar y la veía medio decaída. Sentía que se me hundía el pecho al verle los ojitos decaídos.
Se tiró en el sillón, me acerqué y la abracé. A veces soy medio densa con ella, pero qué se yo, a veces no puedo explicar lo que me pasa cuando la veo mal, es como si se me apagase el sol.
- Bar, ¿te sentís bien? –le pregunté, achicó los hombros. La indiferencia le quedaba bien con cualquiera menos conmigo.
- Estoy medio rara –me respondió. Me quedé callada, no me gusta presionarla para que me cuente las cosas. Me gané su confianza haciendo todo lo contrario a eso, dándole su espacio para que respirara y escuchándola cuando ella necesitara decirme las cosas.
Agarré el celular y me puse a ver un par de historias de insta. Se me cruzó una de ella que decía:
"Todo tienen sus fotos diosxs en la alfombra de los Kca's y yo tipo "qué paja ni en pe2 me saco una foto soy un horror" Le escapo a toda cámara :)"
Sentí que se me cerraba el estómago. Bárbara era, literal, la piba más hermosa que había conocido en todo el mundo y en mis veintidós años de vida. Tenía belleza física, obviamente, pero además de eso, tenía talento, sensibilidad artística y sentimental, oído para todo el mundo, capacidad de entender, transmitía paz a quienes amaba, tenía un corazón que no le entraba en el cuerpo. Me re dolía pensar que ella no se daba cuenta de lo valiosa y única que era, pero yo no podía hacer mucho, porque cada vez que le decía cosillas lindas, ella me respondía "Lo que pasa es que estás enamorada de mí", y sí, pero todavía antes de estar enamorada de ella me daba cuenta de esas cosas. De hecho, me enamoré de ella por esas cosas.
- Che, Bar, ¿te puedo contar una cosa? –le dije, ella me miró sin entender mucho.
- Decime –respondió medio insegura-.
- Te amo –le dije bajito-. Te amo a vos con todo lo que sos. Te amo, sos muy hermosa, me haces bien. Le haces bien a muchas personas, Bar –los ojitos le empezaron a brillar. Maldita Bárbara sensible que me ponía sensible a mí también.
- Gorda –me dijo con un tono de voz que me erizó la piel, casi nunca me decía gorda, aunque a mí me mataba que lo hiciera-, estoy re contenta –soltó. A mí se me dibujó una sonrisa enorme en la cara.
- ¿Ves amor? A las personas buenas les pasan cosas buenas –le dije, y se me podía escuchar la sonrisa aunque no viéramos nada por la oscuridad en la que estábamos. Sentí que me agarró la mano y me la apretó.
- No siempre –me aseguró. Fruncí el ceño, a veces parece que me agarra para la joda.
- Toma mi pinche cumplido y ya –respondí seria. Medio segundo después, Bárbara estaba tentada.
Con Bar abrazándome en su sillón, a las risas, sabiendo que nos amábamos y que nada podía salirnos mal, sentía que mi misión en el mundo estaba cumplida.
