Merecer

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"La rudeza de mi mente es sutil"

A veces sentía que no la merecía, porque en cada momento de mierda estaba ella, siempre que tenía ganas de llorar, estaba ella, siempre que sentía que no me podía levantar y salir al mundo, estaba ella.

Algo tiene, algo que me arregla en dos segundos, en su sonrisa o en sus ojos, o en ella entera, pero sabía pegarme los pedazos de una vida rota y desganada, me daba ánimos para seguir soñando y esforzándome por las cosas que me hacían bien. Ella me hacía todo el bien que necesitaba, pero yo era una porquería de persona y no sabía cómo decírselo.

De todas las personas que nos conocían, a primera impresión creían que yo era la más fuerte e imponente de las dos. Obviamente, Micaela no parecía precisamente Boudica, pero era cuestión de conocer un poquito a cada una para saber quién de las dos era la que lloraba como un bebé por cualquier pavada y quién era la que consolaba. Yo era la bebé, Micaela era mi calma.

Desde que nos habíamos hecho una pareja, decidí mostrarme tal cual era, sin represiones ni miedos, porque el estar a su lado era totalmente reconfortante, me daba mucha seguridad. No sabía que eso podía dañarnos a las dos, no me lo imaginaba.

Me acuerdo de una de las primeras veces en las que me vio llorar de ansiedad, ya estábamos en proceso de convertirnos en novias, o sea, estábamos "saliendo", y nos habíamos juntado en la casa de los amigos de Ariel. Toda la noche estuvimos separadas, sin hablar o mirarnos mucho, porque nadie sabía nada de nosotras aunque sospecharan. No queríamos confirmar. Cada tanto mirábamos los celulares, a mí me daba un poco de bronca que invadieran tanto nuestra privacidad con tal de tener un poco de material Barbica, pero Mica me decía que tenía que entender, que primero que nada, era culpa nuestra, y que además nuestres fans seguían amándonos incondicionalmente. Tenía razón, y otra vez, me calmaba.

Llevaba un par de días agotadores, la grabación de mi vídeo, los ensayos con los chicos de CAST, salir con Mica o vernos sin que nos vieran, dormir poco, levantarme muy temprano. Me sentía cansada y estresada, y había aceptado salir con ella porque la extrañaba un montón y se lo debía, aunque reconozco que en ciertos momentos me mostré un poco antipática, Mica sabía perfectamente que a mí me encantaba que ella me rompiera las pelotas porque me hacía cagarme de risa todo el tiempo, y yo amo a las personas que me hacen reír.

Después de haber tomado las últimas birras entre ella y yo, empecé con el fernet. Mala decisión, Bárbara, mala decisión. Mica me miraba cada tanto, después me contó que en seguida se había dado cuenta de que yo estaba rara y que no me creía un carajo que yo le decía que no me pasaba nada.

Tengo que confesar que a veces tenía ataques de ansiedad, pero que no me habían pasado por un montón de tiempo y dejé de darles bola, pero ese día estaba re saturada. Hacía un buen rato que había dejado de reírme y me había perdido en mi mundo, hasta que me empecé a sentir muy para el orto, empezó a latirme el corazón rapidísimo y la garganta se me hizo un nudo. Estaba a punto de llorar cuando me levanté y salí. Los pibes me quedaron mirando y Mica en seguida me siguió, diciéndoles que no pasaba nada y que nos dejaran un segundito solas. Ellos siguieron en la suya, mucha bola no me dieron.

Me morí de la vergüenza cuando la vi salir a Micaela, súper hermosa como estaba, y yo seguro con todo el maquillaje corrido, sentada en el piso, tratando de respirar bien. Me puso una mano en la cara y la corrí rápido, por instinto y porque no tenía ganas de que me tocara así de miserable como estaba.

- Eu, Bar, ¿qué pasa? –me preguntó mientras se agachaba para mirarme bien a los ojos. Yo no le podía responder porque se me hacía difícil respirar-. Dame las manos –me pidió, yo las tenía hechas dos puños y sentía que no las podía abrir-. Bar, dame las manos –me habló bajito y me agarró las manos, ayudándome a abrirlas y poniéndolas con las palmas extendidas para arriba.

- Perdón –fue lo único que me salió decirle entre tanta entrada y salida de aire. Se me caían las lágrimas de manera automática, no me daba cuenta.

- No pasa nada, Bar, ¿es la primera vez que te pasa? –negué con la cabeza, ella se mordió los labios y volvió a abrirme las manos que se me estaban cerrando solas-. Necesito que respires conmigo, porfa –me pidió mirándome a los ojos. Asentí. Ella empezó a respirar hondo por la nariz y a largarlo por a boca. La seguí un par de minutos hasta que empecé a sentir el fresco en la cara por las lágrimas que se me secaban y se me desaceleró el corazón-. ¿Estás mejor? –me preguntó, esos ojitos azules eran un mimo para mí.

- Sí –le dije bajito-. Perdón –le repetí-.

- No me pidas perdón. Mírame a los ojos, Bar –me pidió y obedecí-. ¿Qué te pasó? ¿Por qué te pusiste así?

- Nada, Mica...

- Mo me digas que nada, Bar, no soy boluda. Te dio un ataque de ansiedad –me dijo seria-. ¿Qué te puso así? –agaché la cabeza-.

- Estoy un poquito saturada, no me siento bien pero no te lo quiero decir –le dije bastante bajito y con mucha vergüenza-.

- Y a mí no me hace bien verte así –soltó. La miré de nuevo y le sonreí-. No es chistoso, Bar.

- No, si yo no dije eso. Es que... -respiré hondo y solté el aire de golpe- Sos un solcito y no puedo creer que estés acá cuidándome, en vez de estar ahí adentro –miré por la ventana, los pibes seguían con la joda-.

- ¿Vos me estás cargando, Bárbara? ¡Mirá si te voy a dejar sola, pelotuda! –me dijo, medio riéndose-. Quiero que me prometas una cosa –la miré confundida-. Quiero que me prometas que, cuando te sientas mal, me lo vas a decir, ¿sí? –rodé los ojos, no podía pedirme eso.

Cuando se dio cuenta de que no le iba a prometer nada, se puso re densa, hasta que me ganó por cansancio. No podía creer lo que se preocupaba por mí.

- Te quiero un montón, y me encanta que me acompañes en todo –le dije con la que seguro fue la sonrisa más boluda de la historia. Micaela sonrió mordiéndose el labio, como si no lo pudiese creer-.

- Siempre voy a estar para vos –me respondió, y me agarró la cara para besarme-.

Decidimos irnos de la joda esa noche, nos tomamos el resto del tiempo para nosotras. Yo no podía creer el ser humano con el que estaba empezando a compartir mi vida. Era tan, tan maravillosa. A veces sentía que no la merecía, pero ella me hacía entender que nos merecemos la una a la otra, y que nos tenemos sin más.











Bueno, beibis. Ya sé que los tuve re abandonados, pero la facultad me tiene re consumida.

Este OS en particular es bastante personal, ya que tiene un poco de mí en Bárbara, y un poco de la chica que me gusta en Micaela (siempre nos comparan así) y está basado en un momento que vivimos hace unos días.

Espero que les guste, nos vemos la próxima. <3

Mental Mess {Barbica; One Shots}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora