La modernización de los sistemas de irrigación y el reciclaje de las aguas residuales para su uso en la agricultura pueden ayudar a combatir la sequía cada vez más recurrente en Oriente Medio y el norte de África, según la FAO.
La Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicó hoy un informe en el que alerta sobre la escasez de agua que sufren casi todos los países de la región, con menos de mil metros cúbicos anuales per cápita.
Otros fenómenos comunes son la sobreexplotación de las aguas subterráneas y la contaminación de los recursos hídricos por la urbanización y las malas prácticas agrícolas, que reducen la disponibilidad de agua de calidad.
"El problema de la escasez de agua es exacerbado por las sequías, que se han vuelto más frecuentes y severas con el cambio climático", afirmó a Efe el director de Tierra y Agua de la FAO, Eduardo Mansur.
A pesar de que el petróleo sustenta varias economías de la zona, la agricultura sigue siendo una actividad importante y consume hasta el 90 % del agua disponible en algunos países.
Para reducir al mínimo el uso de agua, Mansur instó a desarrollar técnicas que optimicen la producción de alimentos, incluyendo la modernización de los sistemas de irrigación y formas de evitar las pérdidas de agua.
También mencionó la opción de reciclar las aguas residuales, siempre que los tratamientos no sean muy caros y no demanden demasiado consumo de energía.
El estudio, realizado junto a la Universidad de Nebraska (Estados Unidos) y publicado con ocasión del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación, que se celebra el próximo domingo, recoge las experiencias de 20 países de la región.
Los agricultores y ganaderos son todavía más vulnerables cuando no existe una gestión adecuada de la sequía, como en Argelia, que carece de sistemas de alerta temprana para ese fenómeno, Irak, donde la mayoría de áreas no tienen un plan de acción, o Irán, cuyo equipo de coordinación de emergencias puede tardar meses en actuar.
Cada país, además, debe afrontar problemas concretos. Egipto, por ejemplo, depende casi por completo del riego para la agricultura y actualmente está preocupado por el agua del Nilo que puedan retener otros países de la cuenca como Etiopía.
Afectado por el conflicto, el Yemen carece de infraestructuras básicas e instituciones para gestionar los recursos hídricos, al tiempo que la producción de "qat", una droga muy consumida en el país, requiere gran cantidad de agua.
Mientras, en la península Arábiga los municipios y la agricultura reclaman cada vez más agua, para lo que se está trabajando en plantas de desalinización y tratamiento de residuos.
La FAO llama a esos países a replantear sus políticas para prevenir o mitigar los efectos de la sequía, con estructuras específicas, planes de acción y más coordinación, alternativas que a la larga resultan más económicas que la tradicional ayuda de emergencia.
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