CAPÍTULO 24

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CAPÍTULO 24

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CAPÍTULO 24

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Asistía todos los días al ala médica para recibir el tratamiento que estaba sanando las heridas de mi cuerpo. En cada sesión, la Energía Beltts restauraba los tejidos, disolviendo los coágulos de sangre y reparando los deterioros en mis músculos. Aquello era algo difícil de comprender, de primera mano. Y, quizá, Hanson era el único que lo hacía completamente. Siempre que se refería a su invención, lo hacía con orgullo. Notaba en él también cuánto quería ayudar a las personas con ella.

Pero en donde un alma noble como la de Hanson encontró una posibilidad para que las personas pudieran sanar más rápido, una mente tan retorcida como la de Kenneth Olander veía la oportunidad perfecta para crear armas.

No podíamos permitir que la balanza se inclinara hacia ese lado.

Ahora me sentía un poco más optimista al respecto. Si bien Morgan continuaba tan estricto como el primer día en su orden de mantenerme al margen y continuar con mi tratamiento, en una semana, la mejoría era evidente. Todavía tenía lapsos de dolor y el moretón de mi espalda no se borraba por completo, pero era un gran paso el no necesitar de una ayudante para realizar la simple tarea de vestirme.

Si continuaba así, en pocos días podría retomar mis actividades dentro del edificio. Aquello era el motivo que más me impulsaba a seguir las órdenes al pie de la letra, aunque a veces me resultaba frustrante pensar en que todavía no podía entrenar. Quería acelerar los días, pero constantemente me obligaba a mí misma a tener paciencia.

Aquel día, Morgan me llamó para una reunión en la sala de operaciones y el que me haya considerado para ello, ciertamente, mejoró mi estado de ánimo. A pesar de que mi margen de actuación continuaba limitado, me hacía sentir útil.

Tras el reconocimiento facial y biométrico, entré a la sala repleta de tecnología en la que el Director dirigía las misiones. Al hacerlo, noté que fui la última en llegar. Mitchell y Carter ya estaban con él. La primera se encontraba en el lugar que ocupaba usualmente en momentos como aquel; cerca de una de las filas de monitores, manteniendo su expresión neutral.

Al menos, no había vuelto a hacer alguno de sus típicos comentarios. Nos limitábamos a ignorarnos mutuamente en las pocas veces que coincidíamos en el mismo lugar.

Con Carter, la historia era un poco diferente. No habíamos vuelto a encontrarnos desde el día en que fue a verme a mi habitación, por lo que fue inevitable cruzar miradas con él. Pero sus ojos, además de detenerse en los míos, también se fijaron por un momento en el collar dorado que llevaba puesto.

No había dejado de usarlo desde entonces.

Contemplé a Morgan después, quien, a juzgar por sus expresiones, tenía un asunto muy serio del qué hablarnos.

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