CAPÍTULO 31

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CAPÍTULO 31

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CAPÍTULO 31

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La sensación que oprimía mi pecho era terrible y en cada segundo tan solo parecía empeorar; como si existiera algún tipo de fuerza invisible influyendo contra mis costillas.

No tenía manera de explicar aquel vínculo que me hacía sentir unida a Mike. Mucho menos, existía una forma racional de explicar cómo supe el nombre de uno de sus captores. No había leído aún los registros. Entonces, ¿cómo obtuve esa información? Estaba segura de que no lo escuché de nadie.

Cuando salí del ala médica, apoyé la espalda en una de las paredes del pasillo. Fue una reacción involuntaria, porque mis pies parecían haberse atascado, incapaces de dar un paso más. Había experimentado diferentes sensaciones a lo largo de mi vida, pero estaba segura de que nunca antes algo como esto. Me sentía abrumada, confundida, y mucho más que eso. Ni siquiera podía ponerlo en palabras, porque no se asemejaba a nada en el mundo.

Me permití cerrar los ojos y solté una exhalación, agradeciendo el hecho de que no hubiese más personas cerca. Me mantuve de esa manera por un par de minutos, en un intento por calmar mis latidos; que sacudían mi sistema con furor, empujando esa terrible sensación de inestabilidad en todas direcciones.

—Ese hombre, Nelson, no volverá a lastimarte, Mike.

—Oye, ¿cómo supiste que el hombre que nos golpeaba se llamaba Nelson?

—Yo... Lo habré escuchado de algún lado.

Separé los párpados cuando aquel último momento fulminó mi cabeza. La inquietud no me permitiría estar ahí ni un segundo más.

Estaba dispuesta a marcharme, pero antes de dar el primer paso, me encontré con otra persona.

Alexander Carter caminaba en mi dirección, o al menos eso creí por un momento. Fueron unos pocos segundos en los que nuestras miradas coincidieron y él se detuvo, pero luego apartó su vista de mí y continuó caminando, entonces comprendí que realmente se dirigía al ala médica, solo que yo estaba en medio del camino.

Las compuertas se abrieron y él entró después. Mientras tanto, yo permanecí inmóvil viéndolo irse de la misma forma en que llegó. Entonces, a la ya incómoda cascada de sensaciones se le agregó una más: El nudo pesado que se me formó en la boca del estómago.

No entendía qué hacía ahí parada, como si esperara algo, pero, de pronto, también me sentía molesta.

Un resoplido escapó de mis labios y comencé a caminar en la dirección opuesta. Lo que yo realmente necesitaba era hablar con Morgan y encontrar respuestas. Nada más.

Las luces cían del elevador escanearon mi rostro cuando entré y, esta vez, algunas irradiaciones holográficas también se desplazaron sobre mi cuerpo. Aquella era otra de las medidas preventivas implantadas por Chelsea. Cada vez se volvía más difícil que algún hostil pudiese desplazarse por C.E.L.E.S.T sin ser detectado en un santiamén.

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