CAPÍTULO 12

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CAPÍTULO 12

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CAPÍTULO 12

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Por más que los recuerdos y las resoluciones causaran estragos en mi mente, necesitaba hacer acopio de toda mi voluntad para mantenerme firme en ese momento. La decisión que acababa de tomar había sido la más importante de mi vida, una que me alejaba de todo aquello que aspiré a ser algún día y que, al mismo tiempo, me arrojaba hacia un nuevo destino.

Irónicamente, ambos caminos estaban profundamente conectados a mi madre.

Ella siempre estuvo ahí, siempre lo estaría.

Llegué a C.E.L.E.ST sin la menor certeza de qué encontraría, plenamente consciente de que no tenía nada que perder. Y ahora, después de estar perdida, sintiendo que no existía nada para mí, tenía una oportunidad para trazar mi propio camino.

No iba a desaprovecharla.

—Gracias —pronuncié, con un leve asentimiento.

Morgan compartió un gesto similar al mío.

—Debes conocer todas nuestras instalaciones, o al menos la mayoría, ahora que eres parte de esto —Se dio vuelta y empezó a caminar hacia las compuertas de acero—. ¿Te llevaste bien con Edwards?

Volví a asentir.

—Sí, es una chica bastante agradable.

—Bien, ordenaré que te acompañe en un recorrido por las instalaciones, puedes esperarla en tu habitación —De uno de sus bolsillos sacó una tarjeta pequeña, exactamente igual a la que antes usó Chelsea para abrir la puerta—. Cuídala, es tuya de ahora en adelante.

Volví a asentir, antes de guardar la llave en el bolsillo de mi pantalón y continuar caminando a la par suya. Mi corazón aún continuaba intentando normalizar su curso, lo hacía de a poco. Y mientras eso sucedía en mi pecho, me esforzaba por poner en orden los pensamientos que surcaban mi cabeza.

¿Estaba lista para una responsabilidad te tal magnitud? Tendría que estarlo. Aprendería y daría lo mejor de mí porque así fuera. Si bien no era igual, crecí y entrené en una academia de defensa personal que, además, fue dirigida por alguien que estuvo en el ejército. Conocía de disciplina y entrenamientos, y no tenía ningún problema con ellos. Adaptarme a ese estilo de vida no supondría un gran cambio.

El verdadero reto estaba en afrontar el hecho de que esta vez no me enfrentaría en combates a compañeros, sino a personas verdaderamente peligrosas.

Pero me esforzaría, por supuesto que lo haría. Mientras más lo pensaba, mayor era mi decisión. En ese punto, no había una sola cosa que lograra hacer que me retractase.

Agente MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora