08. Sorpresa

1.6K 193 39
                                    

Y aquí estaba yo, frente al espejo viendo mi abdomen crecer más y más. Tenía casi cinco meses, era difícil, imposible ocultarlo ante la gente a este punto.

Gastón se sorprendió aquella tarde cuando conté lo sucedido frente al juez. Justo junto a mi padre se acercaron para decirme que todo estaba bien, que me apoyarían en esto. Agradecía que por lo menos tuviera a mi familia apoyándome en todo. Tal vez la vida no me trataba tan mal después de todo.

Mis piernas empezaban a crecer un poco, mis brazos comenzaban a hacerse un poco más anchos. Mi apetito crecía, dormía demasiado, algunos mareos me venían continuamente.

Acaricié mi abdomen al verme en el espejo. Matteo seguía sin saber nada. La disquera de verdad se interesó en él y se encuentra grabando algunos demos para ellos, se presenta en un bar muy famoso en Estados Unidos y le va de maravilla. Siempre me envía fotos antes y después del show.

Escuché la puerta de la entrada principal ser golpeada. Acomodé mi camiseta levantada y la puse en su lugar. Recordé que estaba sola, mi madre había salido a comprar algunas cosas para el hogar y mi padre se encontraba trabajando. Con esfuerzo, por la pereza que sentía bajé hasta allá.

Abrí la puerta. La sorprendida no fui yo.

¿Qué hacía acá? Se suponía que volvería dentro de seis meses.

Ambos nos quedamos en silencio, ¿qué podíamos decir? Él sorprendido por lo que veía y yo sorprendida de verle;

—¡No te lo puedo creer!—Se llevó la mano a su frente—¿En qué momento?

Sabía a que se refería.

—Matteo... yo te lo puedo explicar, te juro que no es lo que tú crees—Dije, preocupada, una vez más a punto de llorar.

—¿Qué me vas a explicar? ¿Qué respondías a mis mensajes tan cortante porque estabas con alguien más? ¿Qué fui un tonto al creer que me querías?

Tenía razón en pensar eso. La culpa fue mía por no hablar. Por no ser clara.

—Las cosas no fueron así—Respondí—Es solo que no supe como decirte lo que me ocurría.

—¿Entonces? ¿Cómo fueron?—Preguntó, con el ceño fruncido. Cambió esa expresión a ojos cristalizados. Estaba decepcionado. Y lo entendía. 

—Necesito que te calmes y entres a casa—Propuse.

—Tengo prisa, creo que fue mala idea venir hasta acá.

—Necesito que me escuches, dame... cinco minutos como los que te di aquella noche en mi balcón—Hablé, con la voz entrecortada.

Y accedió. Cerré la puerta y se sentó en el sofá. Me senté frente a él.

—Te escucho—Habló.

—Primero que todo quiero que sepas que te amo muchísimo, lo suficiente como para dejarte ir si quieres alejarte de mí después de esto—Me miró fijamente. Sabía que entendía que estaba siendo sincera—La noche en que te dejé en el aeropuerto no volví a casa... no en ese instante. Lo intenté pero entonces Simón apareció... Matteo, Simón abusó de mí aquel día—Volví a romper en llanto.

Sus ojos se abrieron como platos. Estaba rojo, le conocía muy bien, estaba furioso.

—Intenté decírtelo en varias ocasiones pero cuando estaba a punto de hacerlo algo peor ocurría—Seguí diciendo—No quería que tu carrera se arruinara por mis estúpidos problemas. Así que me mantuve en silencio, para mantenerte alejado, para no meterte en esto.

—¿No pensaste qué tal vez yo quería ayudarte?—Habló. En sus ojos podía ver compasión, preocupación—¡Me dejas afuera como si no importara!

—No quería que te involucraras. No sabía que rumbo estaba tomando mi vida y... cuando todo resultaba ir de maravilla vengo a enterarme de mi embarazo.

—¿Y el bastardo de Simón? ¿Dónde está? ¡Te juro que soy capaz de romperle la cara en este preciso momento! Soy capaz de contratar a alguien para que le rompa el culo y vea lo que se siente—Se levantó del sillón, dispuesto a marcharse seguramente a buscarlo.

—Simón está tras las rejas—Dije tomándolo de la mano, reteniéndolo—Pero no por mucho tiempo... al cumplir los dieciocho años lo dejarán salir.

—¿Qué tipo de autoridades hay en este país? Tenemos que vengar esta situación. Luna... no me importa lo que ocurrió, ¿entiendes? Mis sentimientos por ti no han cambiado, y no lo harán por una situación como esta. Estoy tan enamorado de ti como para enfrentar cada problema juntos. Vamos a salir de esta, ¿lo entiendes?

Asentí. Y una vez más volví a llorar, pero estas lágrimas eran diferentes, no eran de tristeza y se sentía tan bien derramarlas. Tomó mis mejillas con sus manos y limpió cada lágrima que resbalaba con su pulgar.

—¿Me quieres?—Pregunté al tenerlo tan cerca.

Pegó su frente a la mía, y me besó en los labios. Con tanta fuerza y pasión que juro que moriría en ese instante tras ese beso que llevaba esperando y necesitando desde hace muchísimo tiempo.

—¿Eso responde tu pregunta?—Preguntó al separarse de mí para recuperar la respiración, sonrió sin apartar la mirada de mis ojos.

Negué mientras sonreía. Justo pasó lo que quería y me besó otra vez. De la misma manera. Sentía como sanaban todas mis heridas, todas y cada una de ellas. Sus labios encajaban perfectamente con los míos. Lo tomé de los rulos de su nuca y lo acaricié como siempre quise hacerlo.

Bajó hasta mi cuello y poso besos en él.

—¿Te gusto así de...gorda?—Pregunté, viendo hacia mi abdomen mientras se encargaba de dar pequeños besos en mi mentón.

Rió tras mi comentario y enseguida respondió;

—¡Claro! Incluso creo que te ves mucho más sexy así—Dijo llevando su mano hacia mi abdomen y lo tocó suavemente. Me tomó de la mano y cuidadosamente hizo que diera una vuelta—¡Mira nada más como ha crecido ese trasero! Bendito sea el embarazo—Dijo riendo de su propio comentario y volviendo a ponerme frente a él para besarme en los labios.

Podía besarme las veces que quisiera, yo no tenía problema con ello.

No sé qué hice para merecer a Matteo Balsano pero estaba tan feliz y agradecida de tenerlo a mi lado.

"Querido destino" [Querido Crush #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora