11. Nuestro presente

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Finalmente era el día de conocer a la madre de Matteo, ya no como la madre del mejor amigo de mi hermano, sino como la madre de mi novio. Estaba nerviosa. ¿Y si me rechazaba? Tengo meses sin verla y si Matteo no le ha contado nada es obvio que desconoce mi embarazo. Tan solo espero... que no se decepcione y tenga una mala impresión de mí.

Matteo condujo en su auto hasta casa de su madre. Finalmente estacionamos frente a su casa y entrelazó su mano con la mía al sentir mis nervios.

—Todo va a estar bien, ¿Por qué estás tan nerviosa?—Preguntó.

—Yo no estoy nerviosa, estoy tranquila, ¿No me ves?—Respondí.

—Bueno, bueno... voy a hacer como que te creo.—Rió de lado—Es hora de bajar del auto.

Bajó del auto, rodeándolo para abrir mi puerta. Me tomó de la mano y besó una parte de ella.

—Estás preciosa—Dijo, provocando que me ruborizara y que por un momento olvidara lo nerviosa que estaba.

Llegamos hasta la puerta de su casa, introdujo la llave en la cerradura y entonces tomé un fuerte respiro. Entramos a casa, él llamaba a su madre;

—¡Ya hemos llegado!—Dijo Matteo en voz alta.

—¡Enseguida bajo, pónganse cómodos!—Dijo, desde la planta alta de su hogar.

Matteo me condujo hasta el comedor, jaló la silla hacia atrás para ayudarme a sentarme. Después de ello se sentó a mi izquierda, justo a un lado de mí.

Le sonreí y él hizo lo mismo.

—¿Te dije que ese vestido blanco se te ve hermoso?—Habló.

—Mmm... Creo que no—Respondí riendo.

—Bueno, pues te lo digo ahora... Ese vestido blanco se te ve hermoso—Se acercó a mí, buscando mis labios.

Nos separamos antes de que ocurriera por el sonido de la garganta aclarada de la madre de Matteo.

—Siento mucho interrumpir—Habló ella.

Nos pusimos de pie para saludarla. Pasó lo que me temía. Fue y lanzó su vista directamente a mi panza de cinco meses. Se quedó sin habla.

Aún así estrechó su mano con la mía, me sonrió pero sabía que en ese momento era una sonrisa bastante falsa.

—Ponte cómoda—Dijo después de un rato—Matteo... ayúdame con la cocina—Ordenó.

Matteo la siguió y fue hacía donde le ordenó. La curiosidad me ganó. Sé que es de mala educación escuchar las conversaciones ajenas, pero algo me decía que era necesario que escuchara ESA conversación. Me levanté de mi asiento cuidadosamente y me acerqué sin hacer ruido.

—¡Es que no puedo creer que seas tan tonto!—Escuché decir a la madre de Matteo casi en un susurro.

—¿Tonto por querer a Luna de la manera en que la quiero?—Respondió Matteo.

—El problema no es que la quieras... el problema es otro y sabes perfectamente a lo que me refiero.

—No te entiendo, creí que me apoyarías.

—Te apoyaría si ese hijo fuese tuyo, pero no lo es. Esa mujer está manchada.

Y entonces lloré, porque tal vez tenía razón. Me sentía sucia al recordar las manos de Simón por mi cuerpo, no podía soportarlo más.

—¿Crees que conoces la vida de Luna a la perfección? ¡Hay posibilidades de que sea mío!

—Pues no te quiero cerca de ella hasta que se compruebe eso.

"Querido destino" [Querido Crush #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora