04. Hablar

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Llegamos a casa después de haber llegado con la delegación. Mis padres se veían mejor que nunca, sonreían en el sofá de la sala. Habían vuelto menos de lo esperado de su último viaje.

—¡Hola!—Dijeron al mismo tiempo al vernos entrar por la puerta.

—Hola—Respondió Gastón sonriendo.

Sinceramente, yo no tenía ganas de hablar, me veía cabizbaja, forzada a sonreír.

—¿Qué ocurre?—Preguntó mi madre al notarme de esa manera.

—Tengo... fuimos, no puedo—Y me solté a llorar—Lo siento mucho, yo... juro que luché, intenté salir, no pude.

Mi madre me abrazó. Seguramente sin entender lo que sucedía, pero sabía perfectamente que necesitaba ese abrazo más que nada en el mundo.

—Mi niña, ¿Qué pasó? Pase lo que pase, como hayan sido las cosas sabes que estamos acá para apoyarte. No vamos a juzgarte, ¿Hay algo que quieras contarme... contarnos?—Dijo limpiando las lágrimas de mis mejillas.

—Te necesito mucho mamá, es muy difícil para mí decírtelo porque siento que les falle, que me fallé a mí misma... Hace unos días, tuve mi primera relación sexual con un chico, ese chico no fue Simón, porque él me engañó, entonces supuse que todo estaba claro y que obviamente ya no éramos nada. Después de ello... Simón me atrapó con el otro chico y se puso como loco, me subió al auto, me llevó hasta su casa—Aumentó mi llanto al recordar—Y abusó de mí, sin piedad.

Mi madre lloró junto a mí, me abrazó tan fuerte que juré que en ese abrazo se estaban juntando todos los pedazos rotos de mi corazón. Mi padre hizo lo mismo. Ambos me abrazaron con tanta fuerza que sentí que nada me faltaba. No fue necesario que dijeran algo para entender que no se avergonzaban de mí y que contaba con su apoyo.

—¿Cómo pudiste estar tanto tiempo sin contarnos? Debimos actuar rápido—Habló mi padre—Seguro ese tipo se fugó y no tendremos forma de que pague. Quiero que sepas que no estoy avergonzado de ti si es lo que te preocupa, voy a apoyarte en todo, te lo prometo.

Por primera vez pude dormir un poco más tranquila en mi habitación, habíamos quedado en buscar un abogado al día siguiente. Y así lo hicimos, salimos a primera hora. El abogado actuó lo más rápido posible, volvimos con el agente Martínez y continuó con la denuncia.

Como había dicho, Simón tenía días sin ir al colegio y según los oficiales en cuanto lo buscaron para darle el citatorio en casa, no había rastros de él.

Justo en ese instante recibí un mensaje de él;

Simón:
¿Cómo la estás pasando? Supongo que sigues igual de callada como te lo pedí. Volvería a entrar en ti una y otra vez si pudiera hasta dejarte sin caminar. La próxima vez te juro que voy por detrás. Más te vale que no digas nada... no quiero hacerle nada a tu familia y supongo que tú tampoco. Nos leemos pronto nenita.

Lloré. Una vez más me solté a llorar. Estaba temblando como se me había hecho costumbre. Mi madre tomó el teléfono al verme en ese estado y las autoridades actuaron rápido. Consiguieron la ubicación de donde había sido enviado aquel horrible mensaje.

Salieron a toda velocidad, estaba bastante cerca. Mi corazón latía fuertemente. Tomamos asiento en las sillas de la delegación esperando noticias, pasaron las horas y nada. Estuvimos a punto de marcharnos y entonces apareció.

Lo tenían esposado, pateaba con fuerza para no entrar. Me miró, y en sus ojos pude ver sus ganas de estrangularme. Me estremecí.

¿Estaba a salvo?

Podría estar tras los separos, pero aún así seguía sintiendo un temor inmenso. ¿Y si por alguna razón lo dejaban libre y cumplía su promesa de hacerme daño por hablar?

Se quedaría en los separos mientras llegaba su juicio y se demostraba culpable. Nos citaron dentro de tres semanas... ahí estaríamos, dispuestos a reclamar justicia.

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"Querido destino" [Querido Crush #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora