01. Consecuencias

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Narra Luna:

Mis sentimientos por Matteo no habían cambiado. Lo vi alejarse. Y no quise prometer que lo esperaría pero lo haría. Me limpié las lágrimas al verlo partir. De verdad le deseaba lo mejor.

Caminé hacia afuera del aeropuerto para tomar un taxi, caminé algunas calles y un carro estacionó delante de mí.

—Así que acá estabas—Dijeron detrás de mí—Vi toda la escena, ¡Qué romántico!—Dijo dando pequeños aplausos sarcásticamente.

—Simón, te dije lo que pasó. Sabías desde un principio que no lo había olvidado.

—Súbete al auto—Gritó.

—No quiero—Dije siguiendo mi camino.

—No hagas esto más difícil, ¿Te subes o te subo?

Entonces no respondí, intenté correr pero bajó del auto y forcejeo conmigo para subirme. No pude hacer nada. No podía escapar.

—¿Adónde me llevas?—Pregunté.

No recibía respuesta. Tenía miedo. Estaba temblando.

—Simón Álvarez, te estoy hablando ¿Adónde mierda me llevas? ¡Bájame, en este instante!—Grité.

Pero seguía sin contestar. Conducía hacia un lugar muy apartado. No tenía idea de donde estaba. La noche estaba por caer.

—¿Por qué lo hiciste?—Preguntó, furioso—¡Se supone que eres mi novia!

—¿Lo soy? ¡Fuiste el primero en engañarme!

—¿Si? Perdón, pero no fui el que se estaba besando en un lugar público, ¿Te acostaste con él? ¿Cuánto le cobraste?

—¿Es neta lo que me estás diciendo?—Pregunté, molesta. Furiosa.

—Claro que es neta, dime, ¿te dijo cosas lindas? Te lleno la cabeza de estupideces ¡Que ingenua eres! No va a volver. ¿Crees que volvería por ti?

Estacionó frente a su casa. Me jaló de los brazos y aún cuando hice un esfuerzo por zafarme su fuerza fue mayor.

—¡Entra!—Ordenó una vez en la puerta.

Me negué, grité fuertemente pero al parecer nadie me escuchaba. Era una privada muy vacía.

—Simón, cálmate, mira... vamos a hablar—Dije cuando me empujó al sillón en cuanto entramos a su casa.

—¿Te parece que te traje aquí para hablar? ¿Qué tan estrecha te dejó?

—Simón, te pido perdón de rodillas si quieres pero eso no. Por favor no—Comencé a llorar.

Y entonces intenté correr, intenté salir y gritar, esperando que alguien me escuchara. No sirvió.

Me tiró en la alfombra de la sala de su casa, y sin piedad comenzó a sacar mi ropa, mis shorts, mis bragas. Le golpeé, forcejeé hice todo. No pude pararlo.

Y lo hizo. Sin cuidado, sin piedad. Introdujo sus dedos en mí. Después de ello bajó sus pantalones y entró en mí de golpe, dando fuertes embestidas.

—Al parecer te dejo muy estrecha, parece que tu amiguito no sabe hacerlo muy bien—Dijo entrando en mí con otra embestida—Te dejó justo al toque nena, estás deliciosa.

Volví a intentar apartarme, pero como dije... su fuerza era mayor.

—Mientras menos te muevas va a ser menos doloroso, coopera.

Y cerré los ojos. Pensando en Matteo. No podía pensar en nada más.

—¿Lo ves? Sé que te encanta—Dijo dando otra embestida, mucho más dolorosa que las anteriores. Lloré, lloré como nunca en la vida.

Me dejó ahí en el suelo, subió sus pantalones y se marchó de casa. Tuvo el descaro de decirme "Apagas la luz cuando te vayas" y se llevó el dedo índice y medio a la boca y los introdujo en ella;
"Estuviste deliciosa"

No usó protección. Se vino en mí. Y no tengo cara para volver a ver a Matteo. No así.

"Querido destino" [Querido Crush #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora