Un felino extraño se prepara para acechar a los clanes, buscando aliados para destruirlos, y las profecías extrañas salen a la luz. ¿podrán los Clanes aguantar ante la deslealtad y la confusión? ¿Serán capaces los gatos de aceptar las mentiras que s...
Plomicino caminaba hacia la Asamblea, a su lado iba Bigotes de Ardilla. La miró y miles de recuerdos volvieron a su cabeza.
<<"¡Mirad todos!" aulló él al llegar al cauce del río, de donde procedió aquel pestilente olor. Se le erizó hasta el último de los pelos al ver un delgado gato gris, la sangre manchaba su cuello y el agua de alrededor. Acercó al hocico para despedirse de él por última vez, y vio un mechón rojizo junto a la herida.
"¿¡Qué es eso!?" oyó gritar tras él a Zarpa de nube. Al momento cogió el mechón y lo tiró al suelo, colocando una zarpa encima. ¿Qué hará aquí el pelaje de Bigotes de Ardilla? se preguntó. "¡¡Está muerto!!" Giró la cabeza y vio a Zarpa de Nube, sus ojos azules completamente abiertos mientras observaba con terror al gato.
"Sí... Es Peñascoso...Del Clan del Páramo, ¿qué hace aquí?" gruñó pensativa Llovizna, sus pupilas dilatadas.
¡Peñascoso! Oh...No. Todo cobró sentido en la cabeza del aprendiz gris. Que retrocedió un paso. Gracias... Muchas gracias bigotes de Ardilla. Sus ojos se cerraron con tristeza y pesar. >>
-¡¡¡Plomicino!!!- el aprendiz salió de sus pensamientos cuando Bigotes de Ardilla le dio un toque en la espalda con la punta de su cola.
-oh...Estaba pensando... Bigotes de Ardilla...- se paró para mirarla a los ojos, ella ladeó la cabeza- Gracias... Por todo...- susurró consciente de la cantidad de oídos que había allí cerca.
La gata ronroneó como única respuesta.
Plomicino descendió hasta el claro detrás de sus compañeros de Clan.
-¡Plomicino!- siseó en u oído una voz, el se detuvo mirando a Bigotes de Ardilla.
-Un momento...- masculló girandose hacia su hermano.- ¿¡Qué ocurre!?
-¡No es momento para entablar amistad con gatas estúpidas!- bufó Zarpa de Mirlo.
Plomicino sacó las uñas, echando atrás las orejas y mirándolo con los ojos chispeantes.
-¡¿A quien estás llamando estúpido, pelaje piojoso?!- gruñó enfurecido.
Zarpa de mirlo pareció sorprendido por la repentina agresividad de Plomicino, que le dio la espalda y se alejó de él.
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