Empezamos a caminar lentamente, disfrutando de la vista, aunque a mí me habría gustado más ir a una universidad moderna en las que te dan tablets y cosas así, pero bueno, es lo que hay.
Llegamos a la puerta de entrada, demasiado grande, como si la hubieran hecho para gente de 3 metros. Pero que más da, cuando sobra el dinero se hacen estupideces, y eso lo aprendí de mi padre.Sarah intenta abrir la puerta pero se detiene luego de forcejear unos segundos.
- ¿Habrá timbre? -Pregunta mirándome interrogante. Niego con la cabeza, un timbre sería una inutilidad en este lugar, dado que es tan gigantesco que apenas se escucharía. La empujo levemente y me pongo frente a la gran puerta dorada.
- Déjame a mi - Digo estirando los dedos, agarro la manija con fuerza y tiro hacia mi, ésta sede casi al instante. Miro a Sarah que está con cara de impactada total, y no puedo evitar mostrarle una de mis sonrisas "creída total".
Tomó una de las tantas maletas y entramos. Lo primero que pienso cuando veo el lugar es: Carajo, vinimos a los estudios de Disney, pero luego que veo a los estudiantes (que por cierto, no están nada mal) y unas cuantas chicas mostrando de más con los mini-uniformes, me digo: Ah, no, si estoy en la universidad bolsillos gordos.
- ¿A dónde carajo vamos? - Le digo a Sarah, ya que no tengo idea de que hacer, como dije antes, nunca estuve en una institución.
- Si supiera te diría - Me dice igual de confundida que yo, admirando el lugar.
Me volteo a ver a uno de los guardaespaldas que papá envío, le hago la misma pregunta que le hice a Sarah y él solo hace un gesto de "siganme", y se pone a caminar.
Andamos por largos pasillos interminables, los chicos nos mandan miradas con deseo y coquetas mientras que las chicas nos miran con odio. Bueno, esto será dificil.
Llegamos a una puerta dorada, al igual que todo en esta universidad. Al parecer tienen un serio problema con ese color. Carl, el guardaespaldas que nos asignaron, abre la puerta sin antes tocar, entra con seguridad y yo lo hago igaul. Sí algo sé hacer bien, es de diva, aunque no lo sea.
- Deben tocar la puer... - La señora tengo muchas bubis se para cuando nos ve. - Buenos días, veo que va a inscribirlas - Su tono de voz chillon e insoportable cambia a uno profesional, casi podría decir que le tiembla la voz. Pero bueno, no es que esté para menos.
- Si.
- De acuerdo - La mujer saca unos papeles y empiezan con todo el papeleo nada importante. Minutos después se dirige a nosotras. - Chicas, su habitación es la número 127, aquí tienen las llaves - Nos entrego la misma llave a cada una, salimos casi disparadas con la euforia amenazando con salir.
Subimos, bajamos, entramos, doblamos, volamos. Hasta que al fin encontramos el bendito número 127. Sarah se apresuró a abrir la puerta, dejándo a la vista a tres chicas que parecían no estar haciendo nada interesante.
- ¡Hola! - Saludó la pelirroja, tenía muchas pecas que la hacían ver tierna. Estaba sentada con las piernas cruzadas sobre una cama, tenía un libro en el regazo que me llamó la atención - ¿Ustedes son las nuevas?
Menuda pregunta, pues claro que somos nuevas ¿Alguna vez nos viste por acá? Me guardo los comentarios y simplemente me quedo callada, ya que si llego a abrir la boca largo todo de una.
-Si, llegamos ahora - Responde mi amiga por mi - Ella es Ke... Paula, y yo soy Anne.
La pelinegra tomó la palabra.
- Un gusto, soy Rachel y ellas son Marie - Dijo señalando a la pelirroja - Y Celine - Dijo señalando a una rubia que no había abierto la boca. Me miraba como si pudiera leer mis pensamientos, aunque no es que yo sea muy amigable con la gente nueva. Digamos que tengo dos personalidades, una de la chica seria que solo mira y no habla, y otra, con gente de confianza, la loca e hiperactiva Keira... Digo, Paula. Debo acostumbrarme a ese nombre.
- Si... No sabemos qué hacer ni cómo apuntarnos en clases o... Lo que sea que se haga aquí - Eso último lo dije en un susurro.
- Pues, acomodense y podemos ir a mostrarles la uni. - Dijo la pelirroja, motivada total. Se levantó de la cama, dejándo el libro cerrado. Pude leer Canciones Para Paula. Y sí, como dije antes, ese libro ya lo conocía.
Miré alrededor mío, la habitación era amplia... Qué digo, gigantesca, tenía unos ventanales hermosos, dos cuchetas y una cama normal. En la otra pared había había un armario metido que abarcaba toda la pared. El color de las paredes era blanco y el piso era de madera. Del techo colgaba una araña hermosa y gigantesca, al igual que todo acá.
Con Sarah vimos a la vez la cucheta que daba a la ventana, nos miramos y corrimos. Pero antes de que ella pueda intentar subirse, yo ya estaba acostada en la cama de arriba p, riéndome de ella y su lentitud.
- Si quieren les cambiamos las camas, después de todo nunca me gustó despertarme y ver cuatro pisos para abajo - Dijo la pelinegra. Yo asentí y le di las gracias efusivamente, ya empezaban a a caerme bien.
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Peligrosa
Fantasía"Nunca subestimes a una mujer" Y menos a Keira, Ella es fuerte, y le saca provecho. Ella es distinta, y nadie tiene una explicación que dar. Ella está en peligro, y sus poderes no podrán salvarla por mucho tiempo. Ella no sigue reglas...