Capítulo 22 - El preludio de una boda

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Capítulo 22 — El preludio de una boda

POV Edward

— Isabella, mi preciosa Bella — empecé a decir las palabras que iban a cambiar mi vida de manera definitiva, mirándola a los ojos a todo momento, sus manos entre las mías todavía, —, nos encontramos de una manera inusitada, encontré a mi hija y te encontré, por un tiempo intentamos ocultar nuestros sentimientos, pero él era mayor que nosotros mismos. Ambos sabemos lo fuerte que es nuestro amor, una vez te pedí que además de la madre de mi hija, también fueras mi novia, hoy con nuestra hija junto a nosotros — dije gesticulando hacia nuestra niña que dormía con una sonrisa dibujada en sus labios de fresa, Bella la miró y una sonrisa amorosa y tierna embelesó su rostro —, te pido que además de su madre, seas la madre de mis futuros hijos, de nuestros futuros hijos. Mi preciosa Bella, te amo con todo lo que soy, me darías el gran honor de ser tu esposo — le pregunté sacando del bolso de mi pantalón la pequeña caja que estaba allí, abriéndola delante de ella.

Ella jadeó, llevando una de sus manos a la boca, cubriéndola, al ver el anillo que había comprado para ella, sus ojos agrandados por la sorpresa, su mirada visiblemente emocionada.

Con el corazón expectante esperé oír su respuesta.

— Sí... por supuesto que sí — respondió ella sonriéndome, sus manos deslizándose de su rostro para reposar sobre su corazón, y todavía en rodillas acorté la distancia entre los dos y tomé sus labios entre los míos, besándola dulcemente, mis brazos envolvieron su cintura atrayendo su cuerpo hacia el mío.

— Te amo, nena... — susurré dejando nuestras frentes pegadas.

— Yo también te amo — dijo tocando mi rostro con sus manos —, te amo con todo lo que soy, Edward — y entonces fue ella quien acortó la distancia y tomó mis labios entre los suyos. Fue un beso lento, profundo, cargado de la intensidad de nuestras emociones.

— Anda, quiero ver a este hermoso anillo en mi dedo — pidió cuando jadeantes nos separamos, estirando su mano derecha para mí.

— Como mucho gusto, futura señora Cullen.

Su sonrisa en este momento no podría ser comparada a nada, era simplemente radiante.

Saqué el anillo de su caja y tomando la mano que me ofrecía lo puse en su dedo anular, luego dejé un beso sobre él.

— Gracias, amor... es perfecto — me agradeció ella, contemplando la joya en su dedo.

El anillo era de oro y tenía como piedra principal una esmeralda ovalada y a su alrededor un circulo de delicados diamantes, estaba compuesto por tres delgados aros delgados, los de las extremidades estaban cubiertos por pequeños y delicados diamantes, mientras que el de medio, era tan sólo una alianza de oro, pero donde el aro se unía a la piedra principal había en cada lado un pequeño diamante como un puntito de luz. Era un anillo clásico y delicado, era un anillo perfecto para mi Bella, así que lo vi en la tienda de joyas no necesité mirar a nada más.

— Elegí la esmeralda como piedra principal por ser el color de los ojos de nuestra hija y mío — le expliqué —, como siempre me dices que amas nuestras miradas, pensé que sería algo apropiado y que te haría acordarse siempre de los dos.

— Es perfecto, Edward... simplemente perfecto. Es el anillo perfecto para mí, gracias — dijo inclinándose para dejar un breve beso sobre mis labios.

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La recuperación de Bella fue más lenta de lo imaginábamos, le llevó todo un mes completo para que los síntomas de la concusión desaparecieran de todo, a veces cuando ella se levantaba rápidamente se mareaba y un intenso dolor de cabeza solía afectarla por lo menos dos veces a la semana, pero al cabo de un mes, los síntomas desaparecieron y ella hizo otra tomografía para garantizar que todo estaba bien con salud, y gracias a Dios todo estaba perfecto. Al saber que todo estaba bien con ella, pudimos dar inicio a nuestros planes de boda, ni ella ni yo tampoco, queríamos un compromiso largo, queríamos una boda sencilla y rápida. Fue imposible esconder de nuestra familia nuestro compromiso, en el mismo día que le pedí la mano a Bella, Charlie nos vino a visitar al final de la tarde, y él en pocos minutos se percató de la presencia del nuevo y reluciente anillo en el dedo de su hija.

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