11 | Te extrañé...

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11 | Te extrañe...
Lila

—Aiden, ¿Tienes las navajas y la cuerda?— pregunté susurrando.

—Si, aquí están. Recuerda que, para hacerlo bien, debes amarrarlo muy fuerte y enterrar la navaja más pequeña cerca de las costillas. Ya sabes dónde.

—Por supuesto, no nací ayer.— hablé y él asintió. —Que la magia empiece.— dije, antes de caminar hacia donde estaba él.

Sigilosamente, caminé hacia él y en un movimiento rápido lancé la cuerda y la amarré en su cuello, haciendo que se asfixiara. Cuando ya estaba muy débil, enterré navaja pequeña cerca de sus costillas. Pero no la enterré donde era y, sin querer, causé su muerte.

—¡Carajo!— grité, sacando la navaja de su abdomen y tirándola al piso.

— Por Dios Lila, es el tercer ave que matas hoy, ¿cuando vas a aprender que no puedes enterrarle la navaja en el estómago?

—¡Lo sé, lo siento! Pero él ave se mueve mucho, ¡es casi imposible, casi! Pero mira el lado bueno, ahora tenemos más comida.— dije y le guiñe un ojo, me miró con asco.

—Ya te dije que ese tipo de aves no se comen. Ahora ven, vámonos. Yo invito la cena.— dijo y me estiró su mano para que caminara hacia el.

Giré los ojos y le di mi mano, caminé hacia el. —¿Alguna vez te he dicho que eres el mejor entrenador de cacería del universo?

—No me lo haz dicho, pero de igual manera es cierto. Ahora vamos, ya oscureció.

Asentí y nos montamos en su auto, salimos del bosque y llegamos a la ciudad. Fuimos a una linda pizzería que estaba cerca de su casa.

Al entrar a esta, lo último que pude haber pensado hubiera sido encontrarme a Tom y a Mia sentados en una mesa de dos, juntos. Pero, conociendo mi suerte, no sería lo peor que pudo haberme pasado.

Al notar mi presencia, Tom fijó su mirada en mí. Por un segundo, nuestras miradas se juntaron. Bufé furiosa y miré a otro lado.

—Creo que deberíamos irnos.— susurré en el oído de Aiden.

—¿Que hay de malo en este jugar?— preguntó, mirándome fijamente.

—Todo, vámonos, por favor...— supliqué.

—Oye, hieres mis sentimientos. He venido a este lugar desde que tengo ocho años.— habló, haciéndome sentir horrible.

—Lo lamento, no lo sabía.— hablé cabizbaja. Después de unos segundos, al no escuchar respuesta alguna, subí mi vista para ver como Aiden miraba con furia a una persona. Puedo apostar a que sé quién es.

—Aquel chico de allá,— señaló un punto detrás de mi. —¿Lo conoces? Está, literalmente, violándote con la mirada.— Lo miré avergonzada, y asentí tristemente.

Todavía duele lo de Tom, desde ese día no he hablado con el. Tenía cuatro semanas sin verlo y ahora me lo encuentro aquí, comiendo con la que me fue infiel.

—Él... él es Tom... Y ella es Mia... con la que me fue infiel.— hablé. Noté como su mirada se llenó de ira y sus brazos, junto con su mandíbula, se apretaron. —No vayas a hacer algo estúpido, ¿Si?

—¿Cómo no? Ese desgraciado está hablando y compartiendo momentos con esa... esa chica.

—Lo sé, pero que no te importe, eres mi entrenador de casería y puntería, no mi guardaespaldas.— dije.

—Obvio no, también soy tu amigo, uno de tus mejores amigos.

Aiden 1, Lila 0. Él tiene razón, estas ultimas cuatro semanas él ha sido el único que está para mi.

¿Yo embarazada? Imposible. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora