15 | Accidente.

409 17 1
                                    


Desperté gracias a los fastidiosos rayos de sol que chocaban con mi rostro a través de la ventana. Me encontraba en la cama de la habitación del hotel, pero Tom no estaba a mi lado. Ha de estar en la sala.— pensé. Tengo un poco de resaca, debido a que anoche —o más bien, hoy en la madrugada— bebí mucho y me acosté muy tarde. Con cuidado, me levanté de la cama, y caminé hacia el baño; una vez dentro, me dispuse a hacer mis necesidades, y lavar mis dientes. Mientras hacía esto último, baje mi vista en el espejo hacia mi estómago. Inconscientemente, levanté mi blusa, para así observar mi viente plano. Un nudo se formó en mi garganta, me había costado tanto obtener una buena figura y un vientre plano y ejercitado; ahora crecerá, y crecerá. Nunca será el mismo. Una lágrima traicionera comenzó a descender por mi mejilla, últimamente estoy así o más sensible y dramática. Y eso que llevo tan solo tras semanas de embarazo.

La puerta del baño se abrió de repente, sacándome de mis pensamientos. Es Tom.

—¿Por qué lloras, cariño? —preguntó con preocupación. Entró al baño, y cerró la puerta detrás de él.— ¿Que tienes? Dime, amor.

Él notó que yo tenía la blusa arriba, por lo que se ubicó detrás de mi, y posó sus manos en mi vientre, para luego hundir un rostro en mi cuello.

—No tengo nada —limpié mis lágrimas—, tranquilo, amor. No debes preocuparte. —finalicé.

Ubique mis manos sobre las suyas, que se encontraban sobre mi vientre. Pero  se apartó y alejó su rostro de mi cuello. Gruñí por eso. Lo miré confundida a travez del espejo.

—Por favor, Lila. No me mientas —me tomo por la cadera, y me dio la vuelta, quedando frente a él. Luego ubicó sus manos en mi rostro—, dime porqué te encontré llorando.

¿Le digo o no le digo? —pensé una y otra vez. si le digo, va a preocuparse y se echará la culpa de esto constantemente. Pero si no lo hago, va a enojarse conmigo y pensará que no le tengo confianza alguna.

Creo que lo mejor en este caso, es decirle la razón por la que me encontró llorando aquí. Va a enfadarse mucho.

—Lo qué pasa es que... hay muchos factores de este embarazado que me preocupan. Tal vez seré una mala madre, no sabré amamantar ni cambiar pañales. Mi cuerpo ejercitado, se arruinará completamente. No dormiré por las noches, no saldré más de fiesta, ni asistir a mis clases de casería. Se arruinará todo... Mi vida se arruinará.

Y fue después de que solté todas esas palabras, cuando me di cuenta de lo que había dicho.

Le dolió. —pensé. Es notable en su mirada, que mis palabras le afectaron.

—Entonces, se arruinará todo. —habló irónicamente y río con amargura.— De acuerdo. Al menos lo intenté. Pero, ¿sabes algo? Siempre intento dar lo mejor de mi —secó una lágrima que se escapó de su ojo. —, pero tú nunca de esfuerzas en lo absoluto. 

—Tom, yo...

—Tú nada. —interrumpió, y luego salió de la habitación, dando un portazo.

Dios, soy una idiota. ¿Cómo pude decirle eso? Soy pésima con las palabras, siempre termino hiriendo a alguien. Pero, ¿por qué a él? Y lo que dijo es verdad, siempre está para mi, y lo trato mal. Es inconsciente, lo sé, pero de todas formas lo trato mal. Mis cambios de humor me llevan a discutir con él, pero siempre quedamos bien. Creo que ahora si lo arruiné, y es que, si hubiese sido él el que me dijera esas cosas, hubiera terminado peor que él.

Caminé hasta la cama, y me senté en la orilla de esta. Ubique mis manos en mis rodillas y baje la cabeza. Varias lágrimas comenzaron a escapar de mis ojos.

¿Yo embarazada? Imposible. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora