9 | ¡El pequeño Thommy!

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9 | ¡El pequeño Thommy!
Lila

Me desperté por unos incómodos ruidos, como casi todas las mañanas de mi vida. Alguien siempre me despierta.

Me encontraba en un taxi, estaba con Skay, y por alguna razón Tom no está aquí.

¡Ya recordé! Tom se fue por otro lado. Dijo que tenía que visitar a alguien, por lo que se fue en otro taxi, pero no le tomé mucha importancia.

—¿Me vas a decir que es lo qué pasa con Tom o no?— dijo Skay, tomándome por sorpresa.

—¿Por qué debería decirte?— pregunté seca.

—Ehh, porque soy tu amiga... ¿Hola?

Por supuesto, ahora si tiene ganas de ser mi amiga después de lo que me hizo...

—Ah, si, claro. Eh, somos novios.— dije despreocupada.

Aunque, viéndolo desde otra perspectiva; estoy haciéndole a Mia lo mismo que Skay me hizo hace unos días. Pero lo lleve más lejos. Por Dios; ahora somos novios.

¿Somos novios?
Si, somos novios. Y suena tan bien.

—Espera, ¿Que?— dijo casi gritando.

—Oye, tranquila... Déjame dormir, ¿si?— dije, acomodándome en el asiento.

—¿Dormir?— Preguntó.— Estamos a solo cinco minutos de llegar.

—Ah... —dije desilusionada.— Quería seguir durmiendo...

El carro interrumpió mi conversación, había parado, ya que habíamos llegado a mi casa. —Tome.— Le entregue el dinero en la mano. —Gracias.— Agradecí y le regalé una sonrisa.

Luego bajé del auto y saqué mis maletas, al igual que Skay.

Me paré justo en frente de la puerta de mi casa y toque el timbre.

—¡Mama!— grite, luego de tocar.

Se escucharon pasos y personas hablando al otro lado de la puerta, ha de ser mis padres.

—¡Cariño!— fue lo primero que dijo mi madre luego de abrir la puerta, para después acercarse a mi, abrazarme y repartir besos por toda mi cara.

—¡Nena!— gritó mi papá, saliendo por la puerta.— A ver, ya la saludaste, déjame abrazar a mi hija.— le dijo, sonriendo, a mi mamá. Ella asintió y se hizo a un lado, para que luego mi papá se acercara y me abrazara.

—Te extrañe, Pa.— dije correspondiendo su abrazo. Luego de varios besos en mis mejillas, se separó de mi.

—¡Skay!— gritaron mis padres al mismo tiempo y corrieron a abrazarla, cosa que ella correspondió.

Ellos la consideran una hija, y la prefieren sobre Mia, ya que ella no es tan cariñosa con ellos.

—Pasen, pasen.— dijo mi mamá, separándose del abrazo.

Todos entramos a la casa y caminamos directo hacia la cocina.

—¡Bebés!— grite, al ver a mis pequeños hermanos sentados en el comedor.

¿Yo embarazada? Imposible. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora