16 | Estoy bien.

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Skay Johnson

—¿Lila? ¿Qué pasó? ¿Por qué lloras? No te escucho —pregunté alarmada, intentando comunicarme con la María Magdalena que se encontraba al otro lado de la llamada—. Oye, cálmate. Dime qué ocurre.

—S-Skay, es... es Tom —habló entre sollozos—. É-él está... Por... Por mi culpa. Yo... No puedo, Skay... N-no puedo...— La forma en la que lloraba y sollozaba, demostraba la manera en la que se desgarraba su alma y corazón. Escucharla llorar, de por sí, me rompía el corazón— Lo están reanimando en este momento, y no saben si... Si va a sobrevivir. —Lloró muchísimo más fuerte. Las lágrimas comenzaron a escapar de mis ojos al escuchar sus palabras.

—¿Que diablos? —grité, llamando la atención de los otros tres chicos que se encontraban preocupados detrás de mi—Por Dios, Lila. ¿En que hospital están? Vamos para allá.

—En el hospital central de la cuidad. Lleguen rápido, por favor. —Y al terminar de decir eso, colgó. No sin antes sollozar una vez más.

Todos se acercaron a mí con notoria preocupación, les explique la situación, e inmediatamente fuimos en taxi al hospital.

Al llegar, fuimos a la recepción y preguntamos por Tom. La recepcionista nos dio las indicaciones y fuimos hacia donde se supone que está. Al llegar, pude observar a Lila acurrucada en una de las sillas, afuera de la sala de emergencias, esperando alguna noticia. Mientras más nos acercábamos, se hacían más notables las miles de lágrimas que salían de sus ojos y bajaban por sus mejillas.

Apresuré mi paso. Mejor dicho, corrí hacia ella para abrazarla lo más fuerte posible. Lo necesitaba. No puedo ni imaginar el inmenso dolor que debe sentir justo ahora. Yo estaría igual, o peor.

—Amiga, amiga... tranquila. Estoy aquí. Estoy contigo. Te apoyo en todo. Tranquila... —intenté tranquilizarla lo mejor que pude. Ella solo lloraba y sollozaba en mi hombro. Se separó de mi
para abrazar ahora a John, quien también intentó consolarla. Lo mismo con Aiden y Liv.

—Pero explícanos bien lo que ocurrió. ¿Qué fue lo que pasó? —sugirió Johnny.

—Yo... Yo estaba... —jadeó. Le costaba hablar— Yo iba atrás de él y luego... y luego solo lo ví ahí... Estaba tirado en el suelo, casi inconsciente y lleno de sangre. —Y partió nuevamente en llanto. Volví a abrazarla.

Lila Scott

Me separé rápidamente del abrazo cuando la voz de un doctor llamó mi atención.

—¿Familiares de Thomas Cárter?

Inmediatamente corrí hacia donde se encontraba el señor de bata blanca.

—Yo, soy yo. Dígame, doctor. ¿Cómo está? ¿Está bien? ¿Está vivo? ¿Sobrevivió? —Lo bombardeé con preguntas.

—Tranquilícese, señorita. En este momento se encuentra estable. Casi lo perdemos..., pero logramos revivirlo con descargas eléctricas. Aunque eso es lo único bueno... Me temo qué hay malas noticias.

Las lágrimas salían de nuevo sin control. —¿Malas noticias? ¿Cómo? Explíqueme, doctor. Por favor...

—El joven debe permanecer en reposo. Tiene una serie de huesos rotos. Y, aunque logramos arreglarlo con cirugía, se fracturó un hueso de la columna y no estamos seguros si podrá caminar de nuevo.

¿Yo embarazada? Imposible. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora