XXVI.

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Ha sido un tiempo desde que estuvimos juntas. Fueron 5 años llenos de muchas cosas realmente buenas, estar a su lado se sentía como tener inmunidad a la desgracia. Nayeon terminó Negocios poco después del año de estar juntas y hace un año y meses terminó Actuación. La cara de alegría que tenía en el rostro al haber completado la carrera que le gustaba me hacía sonreír sin poder detenerme. Después de mucho tiempo la veía feliz hablando acerca de su futuro. Cuando ella sonreía pensando en sus planes se veía hermosa.

Vivir juntas era mi parte favorita, ninguna de las dos era muy ordenada. Había un desorden en todos lados, pero sabíamos perfecto donde estaba todo. Las horas de comida eran sagradas, no importaba que tan ocupadas estuviéramos, la regla era desayunar y cenar juntas. Nayeon preparaba los mejores platillos, yo me encargaba de alabarle y lavar los platos. La selección de películas iba por mi cuenta, lavar la ropa era de ambas y hacer las compras suponía una guerra entre comida saludable y comida deliciosa.

Cuando hacíamos el amor algunas veces era demasiado rudo, otras veces era con ternura. La solución para cada discusión era la mesa del comedor y el sillón de la sala. Tomábamos turnos para ser activas, aunque yo prefería ser quien fuera sometida.

Los malos momentos solían durar poco, a excepción de uno. El padre de Nayeon murió en un accidente de auto, nunca supe bien que decirle para hacerla sentir mejor. El suceso la dejó con un gran dolor, se sentía culpable, arrepentida y enojada. Todas las noches lloraba y solía rechazar mis abrazos. Fue la única temporada que comía sola, pues ella no probaba bocado. Casi no estaba en casa y cuando estaba solo dormía por largas horas. Su regazo jamás había sido tan frío y rígido.

Se fue, dejó nuestro hogar por un mes completo. No me dijo ninguna palabra, ni a mí ni a su madre. La esperé todos los días con una sonrisa, después de una semana la esperé molesta. Las últimas dos semanas la esperaba con preocupación y un ramo de flores. Cuando por fin regresó su semblante se había vuelto aún más frío, llegó con ojeras y una sonrisa medio fingida. La abracé tan fuerte que difícilmente la solté, tenía miedo de hacerlo y que se fuera de nuevo.

Después de eso Nayeon regresó a la normalidad, solo tenía un humor ligeramente más ácido y sus ojos ya no eran los mismos. Podía verla sufrir a su modo, pero jamás volví a verla llorar. Aún así, era mi Nayeon, la misma de siempre.

Por mi parte terminé danza y comencé una pequeña academia junto a Mina, era maestra de varios estilos de baile, pero mi favorito siempre fue el hip-hop. Mis planes siempre incluían a Nayeon, a donde fuera que quisiera ir tenía que estar ella. Sin embargo, hubo momentos en lo que tuve que estar sola, aún cuando llegaba a casa y la miraba dormida a mi lado. Había elecciones que tuve que tomar por mi cuenta y que supusieron problemas. Había discusiones de las que no formaba parte, aunque Nayeon pensara que sí.

De cualquier modo, al final del día, sabía que estaba al lado de la persona correcta. Sus manos estaban perfectamente adecuadas a las mías y su aroma se mezclaba sin esfuerzo con el mío. La cama que nos sostenía solo era cómoda cuando ambas dormíamos juntas.

Hace poco fue la despedida de soltera de Sana y Dahyun, fue ahí donde empezaron las diferencias. Nayeon y yo habíamos decidido no casarnos, siempre estábamos juntas, vivíamos juntas, hacíamos el amor, comíamos en la misma mesa y compartíamos los gastos en casa, apoyábamos a la otra y la pasábamos bien. No había necesidad de casarse, era un acuerdo. Todo iba bien, Nayeon tenía un papel relevante en una obra taquillera y yo estaba bien en la academia. Hasta el momento después de la despedida de Saida.

N: Pero no entiendo por qué es que no quieres casarte -cerró la ventana- quieres librarte de mí o qué -se recargó sobre el escritorio del hotel

Begin Again. [NaMo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora