En cuanto esa chica con su trenza rubia y vestido rosa de volados entró a la fiesta supe que se acercaban problemas. No encajaba para nada en el lugar, ni siquiera en el pueblo. Tenía bailarinas, ojos demasiado cándidos y pecas ¡por Dios! Vi cómo se acercaba a Buchanan y sin darse cuenta chocó con él interrumpiendo su momento con la chica que tenía pegada a la pared. Vi cómo él la sujetaba cuando ella estaba por caer de rodillas al suelo y después la empujaba con una mirada de desprecio. Si solo hubiera sido eso, si no hubiera hecho lo que hizo después hasta aquí llegaría esta historia, pero no. Él le sonrió, con esa media sonrisa tan de lobo que siempre tuvo, la miró de arriba abajo y le dijo:
- ¿Vienes de Cansas? ¿Quieres que te indique dónde encontrar las baldosas amarillas?Desde ese momento supe que me habían encasillado como la mala del cuento.
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La mala del cuento
RomanceTodo el mundo conoce su historia, ya va siendo hora de que se conozca la mía. Porque yo no soy tan mala como ella dice... O tal vez sí.