El cambio. Todo está destinado a cambiar, nada permanece inmutable al tiempo. El cambio es tan impredecible como inevitable. ¿Qué hacemos cuando llegue el cambio? Si sientes que el cambio está llegando, es porque ya está aquí.
- ¿Café solo o con leche? - me preguntó Ethan desde la barra de la cocina. La verdad es que tener una cocina así era todo un chollo, no necesitas mesa de comedor.
- Solo. - contesté.
La casa de Ethan, aunque no era grande, no estaba nada mal. Tenía un aire moderno y el salón-cocina era bastante amplio. Quiso dejarme dormir en su cama, pero yo preferí el sillón-cama del salón. Ethan era un hombre caballeroso, una joya en medio de tanto carbón, de esos que te abren la puerta del coche para que salgas y le regala flores a su novia. En el barrio llamaba mucho la atención, siempre iba bien peinado y vestía como quien aspira a algo mejor. Su madre se había ido, siendo una adolescente, con un hombre de dinero y había vuelto años después con un niño y sin rastro de dinero. Ni de un hombre. Nuestros móviles sonaron casi al unísono y, al ir a coger el mío, me fijé en el remitente de su mensaje.
- ¿Quién es Campanilla? - Ethan dejó su taza vacía en el fregadero, fue hacia la barra, cogió el móvil, bloqueó la pantalla y se lo metió en el bolsillo trasero de su pantalón caqui.
- Nadie. - dijo con tono despreocupado. Era obvio que mentía.
- Así que Campanilla..., ¿es porque es mágica o porque echa buenos polvos? - la taza que estaba enjuagando se le resbaló de las manos.
- Quiero ir a echarle un vistazo a James, ¿te apuntas? - hacía tanto esfuerzo por evitar mis preguntas que decidí pasarlo por alto.
Mi móvil volvió a sonar. Varios mensajes seguidos unos detrás otros como un bombardeo.
SOS
Sálvame
Esto es un suplicio
#MeAburroComoUnBurro
#ParisHiltonIsHere
¿Dónde estás?
Socorro
Irene podía ser bastante exagerada a veces, pero era parte de su esencia y una de las razones por las que me caía tan bien. Su afición al dramatismo podía resultar bastante contagiosa.
- ¿Es Egan?, ¿está bien James? - preguntó Ethan.
Ninguno de los dos había conseguido pegar ojo. Obviamente estábamos preocupados por James. Todo lo que había ocurrido nos había dejado con un mal estar en el cuerpo y la mente completamente embotada, pero, si he de ser sincera, era otra cosa la que había estado dando vueltas por mi cabeza toda la noche sin dejarme dormir. Una idea que había ido tomando forma conforme las horas pasaban. Algo que me había negado a admitir, ni tan siquiera a ver, pero que una vez había salido a la luz se negaba a volver a la oscuridad de la ignorancia.
- No, es Irene. Pregunta dónde estoy, parece desesperada.
- ¿Quieres quedarte aquí con ella?
- ¿Seguro que no te importa? - Ethan se acercó a mí y me abrazó.
- Esto ha sido un shock para todos, pero vi la cara que pusiste cuando viste a James ahí tirado. Él lo entenderá. - me dio un beso en la frente y fue a su habitación para coger algunas cosas.
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La mala del cuento
Любовные романыTodo el mundo conoce su historia, ya va siendo hora de que se conozca la mía. Porque yo no soy tan mala como ella dice... O tal vez sí.