Capítulo 9

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Ethan vivía en un pequeño piso en el límite del pueblo. Lo tenía bastante bien, aunque con pocos muebles estaba limpio y ordenado. Se acostó en el sofá y yo fui a buscar el botiquín después de que me señalara donde estaba. Me acerqué y con el algodón empecé a curarle la cara.
- Creo que es la primera vez que me doy cuenta de que Egan puede tener sentimientos profundos. Todos pensábamos que era solo calentura. - dijo Ethan. Yo le contesté sin apartar los ojos de un corte muy feo que tenía en la ceja.
- Yo siempre intuí que la barbie se iba a convertir en algo más. - Ethan sonrió.
- Dios, no sé como puedes estar tan ciega. - me separé y lo miré extrañada.
- ¿Qué?
- Nada, olvídalo. Hay un golpe en la espalda que me está matando. - se dio la vuelta para que se lo viera. Ahogué una exclamación. - ¿Tan mal está?
- Peor.

    Tuve que pasar la noche en su casa porque se hizo demasiado tarde como para que me fuera y el garaje quedaba un poco lejos. Además, no tenía cómo volver. A la mañana siguiente Ethan me dejó una de sus camisetas y un pantalón de chandal para no tener que ponerme de nuevo el vestido y como pudo me llevó al garaje pues seguía bastante dolorido.
- Gracias. - dije bajándome del coche. - Cuando nos veamos te devuelvo la ropa.
- Descuida. - contestó antes de alejarse conduciendo hacia su casa.
    Fui hacia el garaje y al poner las llaves en la puerta pequeña me di cuenta de que no estaba trancada. Con cuidado de no hacer ruido abrí y me asomé alumbrándome con la linterna del móvil. Egan estaba acostado con la ropa de la noche anterior en el sofá. Boca arriba y tapándose la cara con un brazo. Cerré con cuidado y fui alumbrándome hasta donde tenía la ropa para cambiarme. Me quité el pantalón y se encendió la luz.
- ¿Te lo pasaste bien anoche? - me di la vuelta con el pantalón de Ethan en la mano. No sé por qué reparé en que Egan no llevaba camiseta.
- Si por bien te refieres a pasarse la noche en vela curando las heridas de un amigo, sí. Me lo pasé de puta madre. - ataqué.
- ¿Así que amigo? - sonrió con ironía.
- ¿Se puede saber qué te pasa? - pregunté tirando el pantalón al suelo y dando par de pasos en su dirección. - Últimamente estás bastante insoportable.
- Ethan besó a Alice y te fuiste con él. Me traicionó y te marchaste con él. - sentenció. A mí se me calló la mandíbula al suelo. Me pasé las manos por el pelo y me di la vuelta para calmarme masajeándome con los dedos el puente de la nariz. Cuando ordené mis ideas me di la vuelta y me acerqué a él encarándole.
- Puedo llegar a entender que te fastidie que Ethan bese a la chica a la que estás viendo o con la que estás saliendo o no sé qué mierdas estés haciendo con ella. Hasta ahí vamos bien. Lo que no entiendo es que llegues al punto al que llegaste. Somos amigos, Egan, por el amor de Dios.
- Me traicionó. - dijo mirándome a los ojos.
- Te traicionó...- susurré. - ¿Para ti lo que hizo fue una traición? - Él siguió mirándome sin responder. - Tal vez si nos hubieras dicho que de repente te importaba la exclusividad esto no habría pasado, pero claro tú ya no nos cuentas nada.
    Miré sus ojos verdes intentando buscar algo, lo que fuera, pero estaban vacíos para mí. Por primera vez sentí que no conocía a la persona que tenía en frente.
- No quiero que lo vuelvas a ver. - me reí, no pude evitarlo. Fue una risa amarga de incredulidad. Me di la vuelta porque no podía seguir mirándole. Estaba cabreada y dolida.
- ¿Sabes hace cuánto conocemos a Ethan y James? Yo tenía ocho años, echa la cuenta. Para los amigos de tu Alice puede ser una traición atroz besar a la chica de un amigo, pero para nosotros no. Podrían meterme en la cárcel por culpa de los negocios de James y yo seguiría siendo su amiga, ¿quieres saber por qué? - me di la vuelta con los ojos húmedos. - Porque ustedes tres son la única familia que tengo. No tengo nada más, solo a ustedes. Pueden portarse conmigo como la mierda más grande del universo... me va a dar igual. Uno no da de lado a la familia y mucho menos cuando se equivoca. - me acerqué hasta que solo nos separaron pocos centímetros y alcé la cabeza para mirarle a los ojos con el dedo índice perforando su pecho mientras hablaba. - Así que, Buchanan, que te quede bien claro. No me des a elegir porque si tengo que elegir me quedo con los tres. Échame tú de tu vida si quieres. Yo no me voy. - y sin decir nada me abrazó. Choqué contra su pecho caliente y sentí que le frío de mi interior se disipaba.
- A veces puedo ser un poco imbécil. - dijo con la barbilla apoyada en la coronilla de mi cabeza. Subí las manos hasta su pecho para poner espacio y poderle mirar otra vez.
- ¿A veces?- sonreí. Una lágrima había escapado por mi mejilla y él la recogió con una dulce caricia.

Su teléfono comenzó a sonar rompiendo la magia del momento. Se apartó de mí soltándome para contestar la llamada.
- Voy para allá, princesa.

    Si la persona con la que estaba hablando era Alice, cosa de la que estaba segura, ese "princesa" debería haber sonado a insulto o a burla, pero no había sido así. Colgó y se guardó el móvil en el bolsillo trasero de su pantalón. Se dio la vuelta y fue hasta el sillón para coger su camiseta y ponérsela. No me miraba no porque estuviera evitando mi mirada. Daba la impresión de que se había olvidado de que yo seguía ahí.
- Cuando te pregunte dónde has dormido, ¿qué le dirás? - esa acusación había salido de mis labios. No era lo que pretendía, ni lo que quería decir. En realidad, no quería decir nada. Simplemente salió sin poder evitarlo. Me miró incómodo frente a la puerta.
- Me tengo que ir. - tragó saliva y bajó la mirada poniendo la mano en el picaporte.
- Ya...pues vete.

    Giró la manecilla y salió dejándome con la sensación de haber quedado interrumpida en un momento. Como si alguien le hubiera puesto el pause a la escena.

La mala del cuentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora