Capítulo 11 | Accidente

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Un mes después, me encuentro frente a un contrato de divorcio. Lara está al lado mío y yo tengo la pluma en la mano. Ella ya ha firmado y yo estoy decidido. "Es lo que decidiste Dylan, ahora a lo hecho pecho" me dice mi subconsciente mientras la punta de la pluma toca el papel y firmo.

Está hecho.

Ya no soy un hombre casado. Tengo que reprimir una sonrisa pues Lara está a mi lado. Cuando me despido de ella le doy un abrazo fuerte.

—Hazme saber si necesitas algo—le digo, mirándola detenidamente. Le guardo un cariño enorme.

—Claro que sí Dyl, muchas gracias —ella me abraza y me sonríe. Después se despide con la mano y se va en su auto hacia la casa que antes compartíamos. Ella no quería, pero yo insistía en que ella tenía que quedársela. Al final, ella había aceptado.

Ahora yo vivía más cerca de Bonnie. Después de que ella me insistiera muchísimo en vivir juntos y negarme muchas veces, terminé rentando un departamento en el mismo edificio.

¿Genial, no?

A veces me sorprendía a mí mismo pensando que íbamos muy rápido y que tal vez esto terminara colisionando y explotando como una bomba de tiempo, tan rápido como empezó. Y con la misma intensidad.

Pero después sacudía la cabeza y sacaba ésos pensamientos porque yo estoy seguro que Bonnie y yo somos para siempre.

Me dirijo hacia el estudio de fotografía en el que Bo trabaja ya que no estaría en casa hasta más entrado el día pero yo no puedo aguantar no verla. Necesito decirle que ya todo está hecho y que por fin podemos estar juntos.

¿Cómo le diríamos a sus padres sobre la situación? ¿Qué pasaría si Lara se enterara? Agh, no quiero pensar en eso. Es muy difícil.

Tal vez eso lo tuve que haber considerado desde el primer momento.

Cuando entro veo a la recepcionista que ya me conoce y me deja pasar con una sonrisa en el rostro. Cuando entro hacia la habitación que corresponde a Bonnie entro y el corazón me empieza a latir rápidamente. Ella está sacando fotos a una señora de unos treinta y tres años con un vestido de novia.

Su cabello está recogido en un moño bastante desordenado y está tan centrada en lo que hace que no se da cuenta cuando entro y cierro la puerta detrás de mí.

—Muy bien, Marie. Ahora quiero que lances el ramo hacia arriba cuando yo te indique ¿Está bien? Listo. A la cuenta de tres. Uno... dos... ¡TRES! Perfecto Marie, esa fue la última. La recepcionista te indicara cuando puedes pasar a recoger tus fotos.

Cuando la señora se cambia y se va, Bonnie nota mi presencia y me sonríe. Se acerca a mí y se pone de puntillas para darme un beso.

—Qué hermosa sorpresa —me dice sonriendo.

—Y qué hermoso recibimiento —le digo besando su frente.

—Preparo este rollo para revelarlo en un rato y salimos a algún lado ¿Está bien?

—Me parece perfecto pero antes... —la tomo de la cintura y la empujo hacia mí, para que quedemos lo más cerca posible— ...quiero que sepas que esta mañana he firmado. Soy todo tuyo —cubre su rostro con sus manos y sonríe.

Sus ojos se iluminan de la felicidad.

¿O también hay un pequeño indicio de lágrimas?

—¿Cómo estás tú? ¿Cómo está mi hermana?

—Yo estoy emocionado y Lara estaba bien cuando se fue, la noté realmente calmada.

—Me alegro, las veces que he hablado con ella la noté, dentro de lo que cabe, bastante bien.

—Yo también me alegro. Aún me preocupo por ella.

—Y eso te hace aún más dulce —me dice antes de besar la comisura de mis labios—. Ahora vengo, no tardo.

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Salimos del estudio y nos dirigimos a un restaurante de comida china donde no paramos de reír y de pasarla bien.

Esto es lo que siempre había querido.

A Bonnie.

Después de comer nos dirigimos a la playa, donde nos recostamos a tomar el sol un rato y jugamos en el mar, aunque terminamos todos empapados.

—Me debes unos pantalones —me dice ella mientras se sienta en la arena.

Ya está oscureciendo y se ve hermosa con los rayos del Sol iluminando su rostro.

—Y tú a mí un reloj —le digo enseñándole mi accesorio descompuesto por el agua. Ella sonríe traviesamente.

—Sólo a ti se te ocurre meterte con un reloj al agua. Lo pudiste haber dejado en donde dejamos mi bolso —ella ríe y yo no puedo refutar su lógica.

Caminamos por la orilla mientras anochece tomados de la mano, como en las típicas películas de amor que tanto le gustan a Bo.

—Te amo, Dylan —me dice muy cerca de mis labios.

—Yo te amo muchísimo más y voy a luchar para gritarle a todos que tú y yo estamos juntos —la beso porque no puedo aguantar tener sus labios tan cerca de mí y quedarme inmóvil.

Rodeo su cintura y la levanto de la arena unos segundos antes de bajarla y seguirla besando. Siento su sonrisa sobre mis labios y no puedo evitar pensar que soy un idiota con suerte porque mujeres como Bonnie solo se encuentran una vez en la vida.

—¿Así que después de todo sí era acerca de otra mujer? ¿Y por mi maldita hermana? —nos separamos rápidamente. Carajo, es Lara—. ¡Son unos jodidos desgraciados!

Su cabellera roja se mueve con el viento mientras sale de la playa y corre hacia la calle. Bo y yo nos vemos antes de correr hacia ella también.

Pero Bo corre más rápido.

Y no escucha mi grito.

No puedo llegar.

Se escucha su grito.

Las llantas rechinan sobre el pavimento.

Y Bonnie sale disparada por los aires.

Prohibido | Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora