Capítulo 12 | Ya no huele a fresas

10.2K 705 200
                                    

No sé cómo ni de dónde saque las fuerzas para llamar al hospital donde trabajo. Sólo sé que ver a Bo en el piso con un charco de sangre a su lado es algo que jamás olvidaré. Creo que Lara está a su lado, no lo sé, veo todo borroso. El conductor ni siquiera se ha detenido.

Llega la ambulancia y se llevan rápido a Bonnie dentro de ella. Insisto, pero no me dejan ir con ella dentro de la ambulancia por no ser familiar. Lara es la que se va dentro con ella y yo la sigo dentro de mi coche. "Va a estar bien, va a salir de ésta. Ella es fuerte, no le pasará nada" me decía mi subconsciente pero muy en el fondo sabía que sólo decía eso para calmarme.

Sabía que iba a ser difícil.

Demasiado.

Todo era mi culpa. Si tan solo hubiera...

No existe el hubiera.

Una bocina me saca de mis pensamientos. Estaba a punto de chocar contra otro auto. Sigo mi trayecto sin más percances y cuando llego al hospital lo primero que hago es preguntar a Annie, la recepcionista, por Bonnie. Ella me indica que se encuentra en Urgencias.

—Dylan... Sólo para que sepas, los doctores piensan que ella no sobrevivirá. Su cráneo sufrió un trauma muy fuerte y la mayoría de sus huesos están rotos. Sí sobrevive será un milagro —me dice Annie con preocupación.

Yo proceso toda la información. No estoy listo para esto. Nadie está listo para sacar a Bonnie McAllen de su vida así de rápido.

Ella es fuerte, ella no morirá.

Ella no se va a ir.

No así.

Cuando llego a Urgencias veo a Lara sentada en una banca, con las manos cubriéndole el rostro. Es hora de hacerle frente al inminente hecho de que me he separado de ella porque amo a su hermana.

—¿Cómo está Bonnie? —le pregunto a Lara apenas llego a su encuentro. Ella alza su mirada y me ve con enojo. Mucho enojo.

—¿A ti que te importa? Yo soy la que debe estar preocupada, no tú.

—Lara, quiero saber cómo está Bonnie. Yo la a...

—NI SIQUIERA LO DIGAS —me grita poniéndose de pie para confrontarme—. Tú no tienes derecho a amar a mi hermana, a nadie. Si tan solo no te hubieras fijado en ella, todo seguiría como siempre, pero no fue así. Tú, el jodido Dylan O'Brien siempre quiere tener lo prohibido. Mi hermana está en esa habitación por tu maldita culpa. ¿ESCUCHASTE, DYLAN? ¡ES TU CULPA!

Le quiero decir algo, pero ella simplemente empieza a darme golpes en el pecho y a llorar desconsoladamente. Todas esas palabras salieron por el enojo, la rabia y la angustia. No puedo dejar que esas palabras me afecten.

Yo también tengo que ser fuerte por ella.

Por mí.

➰➰➰➰➰➰➰➰➰➰➰➰➰➰➰

Pasan las horas y toda la familia de Bo llega muy preocupada. Lara tiene la amabilidad de cambiar la versión de los hechos para que su familia no me odiara en un instante, pero debo decir que me miraban fríamente y casi no me dirigían la palabra.

¿Qué puedes esperar después de que te separaste de su hija mayor? Todavía ni siquiera saben que amas a su otra hija.

Me mantuve separado de ellos mientras esperábamos y cuando salió Arthur, doctor de Urgencias y compañero mío, de la habitación. Fui la primera persona a la que se le acercó y sinceramente no quería que fuera así porque no traía muy buena pinta.

—¿Cómo está Bonnie, Arthur?

—Me gustaría decirte que está estable pero... —se queda callado un momento, observando a los McAllen— ...todavía no la hemos podido estabilizar. La cantidad de sangre que perdió es impresionante. Una costilla rota casi le perfora el pulmón y todo su cuerpo está lleno de hematomas. Su cerebro está muy inflamado ya que el impacto contra el pavimento fue demasiado fuerte aunque afortunadamente no tuvimos que suturar. Te seré franco, Dylan. No creo que pase de esta noche. Iré a hablar con su familia. Puedes pasar a verla sólo unos minutos porque las visitas aún no están permitidas pero, bueno, ante todo somos compañeros —me dio unas palmaditas en la espalda y se fue.

Yo entro a la habitación y lo primero que noto es el olor a fresas, pero esta vez huele a algo más.

A medicamentos.

A hospital.

La veo con una mascarilla de oxígeno cubriendo sus hermosos labios. Sus brazos tienen cortes, moretones y raspaduras. Su frente está raspada y uno de sus ojos está inflamado.

No puedo evitar que una lágrima resbale por mi mejilla.

Me pongo de rodillas junto a su camilla y acaricio suavemente su cabello.

—Mi amor, sé fuerte, por favor. Tienes a muchas personas muy preocupadas. A tus padres, a Lara, a tus abuelos... a mí. No te rindas, yo te amo muchísimo. Despierta por ti, por mí, por todos. Por favor.

Y no puedo más. Me rompo. Lloro como a un niño castigado. Ver a la persona que más amas en este mundo de esta manera no es algo para lo que nadie esté preparado. Mis lágrimas mojan las sábanas.

La amo, carajo, la amo.

No puedo evitar pensar en nuestros momentos juntos.

〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰

—De verdad que no me gusta Saw, Dylan. Mejor hay que ver Diario de una pasión —me pide emocionada mientras estamos en el sofá

—Pongo esta clase de películas porque así, cuando te asustas, me abrazas y te tengo en mis brazos —le susurro al oído y ella ríe nerviosamente.

—No necesitas poner películas de terror para tenerme entre tus brazosme dice mientras le pone pausa a la película y se sienta sobre mí, una rodilla a cada lado de mis piernas—. Me gusta estar así contigo... Bueno, me gustas tú —me dice mientras muerde el lóbulo de mi oreja.

Ahora yo soy quien ríe nerviosamente.

—No sé qué haría sin ti. Eres mi mundo entero ¿lo sabías?

—Sí, porque tú eres el mío —me dijo besándome en los labios—. Tendrías que seguir adelante Dylan, no te podrías quedar estancado en mí. No es justo para ti... aunque creo que nunca lo harás porque yo no pienso irme a ningún lado.

〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰〰

"Tendrías que seguir adelante. Dylan, no te podrías quedar estancado en mí".

Esas fueron sus palabras.

Y aunque eso fuera lo que ella quiere, yo no podría seguir.

Jamás.

Me separo de su lado cuando Arthur me pide que me vaya.

El resto de la noche estoy ahí, esperando cualquier noticia. La familia de Lara me mira amargamente. Los entiendo, hasta yo estaría enojado conmigo mismo.

A las tres de la mañana, demasiados doctores entran a la habitación de Bo.

Pasa algo, lo sé.

Quiero entrar pero una enfermera de guardia no me deja. Lucho, peleo, pero no puedo hacer nada.

Una camilla sale de la habitación. Un cuerpo sobre ella está cubierto con una sábana blanca.

Se lo que ha pasado.

Y no puedo más.

Su cuerpo ya no huele a fresas.

Ella está muerta.

Prohibido | Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora