Capítulo 3 | Sesión fotográfica

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Una semana después Bo deja de estar todos los días en casa. Sale con ese chico... ¿Cuál era su nombre? Creo que era Mario o algo parecido. Al parecer, él la recomendó  en la agencia de publicidad en la que él trabaja. Perfecto para Lara y para él. Afortunadamente, ella había conseguido el trabajo. Lara estaba muy emocionada por su hermana pequeña.

A las 5 de la mañana me levanto, me baño y me pongo la bata blanca para ir al hospital. Beso la cabeza de Lara antes de salir de la habitación. Me peino y me lavo los dientes, tomo las llaves del auto y salgo hacia el hospital. 

Saludo a la recepcionista y subo hacia el noveno piso, que es el piso dedicado exclusivamente a la pediatría. Abro la puerta en la que se lee ''Dr. Dylan O'Brien'' en un pequeño letrero. Me siento en mi escritorio y leo mi agenda para revisar las citas. ¡Cielos! Hoy se tomarían las fotos para una campaña publicitaria del hospital... Me peino frente al espejo que hay en la habitación. ¿Por qué precisamente hoy mi cabello tiene que estar así?

Pasan las horas y atiendo a muchos  niños de diferentes edades. Todos ellos son hermosos y cariñosos. Les tengo un gran cariño y ellos a mí. Una de las niñas que atendí llevaba puesta el mismo pijama que Bo traía cuando me había caído.

Bonnie... ¿Por qué me molesta tanto que ya no estés todo el tiempo en casa?

Alguien abre la puerta mientras estoy sumido en mis pensamientos.

—Es hora de las fotos Dylan —dice mi jefe llamado Horace. Un hombre grande con un gran corazón.

—En un segundo salgo, Horace —le digo y me levanto para ir detrás de él segundos después.

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Estoy en una sala en donde todos mis compañeros de pediatría están aglomerados. Al parecer, estamos esperando a los fotógrafos.

—Buenas tardes a todos compañeros —nos dijo Horace—. Como saben, hoy es el día de la sesión de fotos para hacer publicidad al hospital. No todos tendrán la oportunidad de salir en ellas, escogimos a los doctores que tienen mejor rendimiento y que según las enfermeras tienen la mejor sonrisa —se escucharon carcajadas en todo la sala—. Muy bien, entonces, todos se pueden retirar a sus actividades normales excepto a lo que nombre a continuación: Jamie Lohan, Gregory Jonas, Richard Johnson,  Kyle Brook... —dice muchos nombres más. Estoy acercándome cada vez más a la puerta y de repente... —. Por último, Dylan O'Brien. Muchas gracias a los demás, pueden retirarse —la sala se vació en pocos segundos y sólo quedamos diez personas dentro—. Ustedes acompáñenme.

Salimos de la sala y llegamos a su oficina, en donde había diez fotógrafos esperando. Una de ellas me pareció conocida. Era pequeña, su cabello era castaño. El olor a fresas me embriaga de nuevo...

Bonnie.

Sonrío al instante. Ella también lo hace.

—¿La conoces? —me pregunta un hombre que aparentaba tener mi edad. Creo que su nombre era Kyle.

—Sí —me limito a contestar.

—Hombre, es preciosa —dice mirándola de arriba abajo—. Ojalá que ella sea la que me tome las fotos. Así puedo hablarle de tú ¿entiendes?

Se aleja y yo sólo puedo pensar en que no quiero que se acerque a ella, que la vea y que muchos menos piense en ella. 

Horace lee la lista de quien fotografiará  a cada uno. Siento que el corazón se sale de mi pecho cuando Bo es asignada conmigo. Cuando todos tenemos fotógrafo, cada uno se va al lugar asignado para las fotografías.

—Nosotros tenemos que ir a tu consultorio —dice ella con una sonrisa—. Jamás me imaginé que trabajaras aquí.

—Yo tampoco pensé que fueras a tomarme fotos.

Ella ríe y se sonroja.

Preciosa.

Pronto llegamos a mi consultorio y cierro la puerta. El olor a fresas inunda la habitación y me siento hipnotizado.

—Ok, bueno... —dice mientras lee unos papeles que lleva en la mano y muerde su labio como señal de concentración... Carajo. Eso es ridículamente sexy—. Siéntate en tu silla y recarga tus brazos en ella. Así, perfecto. Ahora, mira hacia la cámara —ella ajusta el lente—. Sonríe. Perfecto. Ahora, ve hacia la báscula y...

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No supe cuántas fotos me tomó. Sólo supe que terminamos mucho tiempo después y exhaustos de tanto reírnos. Se acostó el camilla que había ahí y sus pies colgaron por la orilla. En esa camilla se veía más alta de lo que era.

—Así que... Eres pediatra.

—Sí, amo a los niños y amo ser doctor. Tomé la carrera que combinaba ambas cosas.

—Algún día me gustaría tener muchos hijos —dice con la mirada en el techo, más para sí misma que para mí—. También me encantan los niños... ¿No has pensado en darme sobrinitos? —pregunta apenada.

Era algo que francamente no me había planteado y que no veía en mis planes a futuro. Me dolía pensar así, pero con Lara definitivamente no.

—Esperemos al matrimonio, quiero disfrutar mi relación por un rato más —mentí.

—Sería lindo tener muchos mini Dylan corriendo por toda la casa —dice, sentándose y mirándome a los ojos.  Estoy sorprendido por lo que dice. Nos quedamos un momento en silencio, hasta que ella vuelve a hablar—. ¿Te puedo pedir un favor? —dice ella repentinamente emocionada.

—El que quieras.

—Desde pequeña he querido usar una de esas cosas para escuchar el corazón...

—Se llaman estetoscopio.

—...bueno, como sea, un estetoscopio. ¿Puedes prestármelo? —pregunta como toda una niña pequeña. Sonrío y lo acomodo en sus oídos. Pongo la parte plateada y plana en su corazón.

Ella sonríe.

—Wow... Esto es impresionante —sonríe unos segundos más hasta que me mira a los ojos y su sonrisa se ensancha. Ahora, el estetoscopio está en mi corazón. Su mano esta en mi pecho y no puedo evitar ponerme nervioso—. Tu corazón está latiendo muy rápido.

Me mira con sus grandes ojos. Su respiración se vuelve agitada. La mía también. Nos quedamos así unos segundos, acercándonos uno al otro, milímetro a milímetro...

Y tocan la puerta.

Prohibido | Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora