Capítulo 5 | Hermosa equivocación

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Ha pasado 1 año desde que besé a Bo. Todo es muy diferente ahora. Después de besarnos la situación se volvió incómoda para los dos al no poder olvidar lo sucedido. Ella ahorró durante algún tiempo y más la ayuda de sus padres pudo comprar un departamento en el condado de Orange, en donde vive actualmente.

Tal vez el cambio más drástico ha sido que me casé con Lara hace más de medio año. Fue una boda simple, pequeña y con nuestros familiares y amigos más cercanos.  Bo se quedó durante toda la velada y eso me hacía recordar mis sentimientos hacia ella.

Nuestro beso.

Evité siquiera mirarla a los ojos cuando le dijo unas palabras a su hermana y me dio un abrazo de felicitaciones. No quería verla. No quería tocarla. Todo fue muy ¿Doloroso? ¿Incómodo?  Hasta ahora no lo sé exactamente pero me molestaba y molesta no tenerla cerca.

En cuanto a Lara, bueno, esa es otra historia. Funcionamos perfectamente. Ella me ama y supongo que la amo también. 

Nos damos palabras de aliento y apoyo cuando son necesarias, nos besamos cuando lo consideramos adecuado y ese es el problema. Todo es muy monótono. Todo es como debe ser y supongo que a la gente normal le gusta eso pero claramente a mí no.

No hay emoción.

No hay equivocaciones.

No hay peleas y por lo tanto no hay reconciliaciones.

Todo es perfecto.

Todo es aburrido.

Cuando regreso del trabajo, ella tiene la mesa lista, me da un beso de bienvenida, me cambio a ropa más cómoda, siempre me pregunta  cómo me fue y rápidamente cambiamos a cómo le fue en su trabajo. Ella lava los platos cuando terminamos y vamos a la cama. Cuando me va bien hacemos el amor y eso no pasa casi nunca ya que ella siempre dice que no está de humor. Cuando propongo un plan nocturno ella también se niega.

Y generalmente el proceso se repite una y otra vez.

Ahora me preparo para ir a un viñedo que pertenece a los abuelos de Lara. Irán todos... Incluyendo a Bo.

Manejo hacia nuestro destino y estoy emocionado. Hace muchísimo que no la veo...

¿Un mes, quizás?

—Mi amor, tienes que dar vuelta en la siguiente calle —dice Lara mientras baja el volumen de la radio.

—Está bien.

—Estoy realmente emocionada, hace mucho que no salimos en familia.

—Yo también estoy emocionado.

El lugar es impresionante. El campo se extiende metros más allá de lo que mis ojos alcanzan a ver. Cuando estaciono el auto frente a la gigante y hermosa casa, toda su familia sale a recibirnos. Sus abuelos Gary y Marge, sus papás Hugo y Gina y finalmente Bo.

Una sensación en mi estómago se apodera de mí. Me siento nervioso. Se ve preciosa. Está un poco más bronceada y sus largas piernas lucen debajo de un short alto.

Me ve y sonríe nerviosamente.

—¡Lara! —grita Bo y se acerca velozmente a abrazar a su hermana. Ambas ríen—. Te he extrañado tanto. Un mes es una eternidad para mí —se separan y Bo se da cuenta de mi presencia—. Hola, Dylan. ¿Cómo has estado? —me abraza e instantáneamente vuelvo a sentir la ya normal corriente eléctrica. Aprieto su cintura levemente y ella da un saltito. Se separa de mí y sonríe inconscientemente.

—He estado bien, Bo. ¿Qué tal tú?

—Perfectamente.

—Hola, Dylan —me saludan Hugo y Gina. Yo le doy un apretón de manos y un abrazo a ambos.

—¿Cómo te trata mi hija? —pregunta Hugo con humor.

—Bastante bien —le respondo con una sonrisa—. Soy afortunado.

Casi me atraganto con aquella mentira.

—Nuestra hija también, Dylan —dice Gina.

¿A cuál de ellas se refiere?

Pronto también saludo a sus abuelos y nos instalamos en la habitación que está al lado de la de Bo.

—Este lugar es maravilloso —me dice Lara acercándose a mí y dándome un suave beso en los labios.

—Qué bueno que venimos —le digo tratando de hacer más profundo el beso y olvidar por un momento la imagen de Bo.

Funciona por un momento. La beso con más desesperación. La recargo contra la pared y acaricio sus muslos.  Necesito hacerle el amor. Hace mucho que no estamos juntos y lo quiero.

¿No querrás hacer lo mismo con Bo?

Mi subconsciente habla de nuevo y decido no hacerle caso. Lo único que quiero es no pensar en Bo de esa manera.

No querer tenerla a mi lado todos los días.

No quiero desearla.

No quiero necesitarla.

No quiero algo prohibido.

Tocan la puerta y nos separamos.

—Adelante.

—Hola chicos, lamento si interrumpo algo —dice su abuelo desde el umbral de la puerta.

—No se preocupe, Gary —le digo y Lara suelta una risita.

—Sólo quería decirles que la cena está lista y que Hugo y yo queremos invitarte Dylan a tomar algo a un bar cercano después de cenar. Ya sabes, sólo hombres —dice mirando a Lara.

—Me encantaría —le digo sonriendo.

—No lo corrompan abuelo, por favor —dice Lara abrazándome por atrás.

—Nosotros jamás. Bueno, mejor bajemos que la cena se enfría.

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Comimos muy a gusto, Marge era una excelente cocinera.

—¿Y qué es de ti, Bonnie? —pregunta el abuelo con una sonrisa. Ella levanta la vista de su plato que comía con bastante ánimo—. ¿Tu amigo vendrá a pasar el fin de semana con nosotros?

Me atraganto con la sopa. ¿Amigo? ¿Qué amigo?

¿Novio?

—Oh, claro. Marcus prometió llegar un poco entrada la noche. Tiene mucho trabajo —dice ella sonrojada. Así que ese tal Marcus sigue con ella.

Aprieto los puños. Estoy enojado.

—Si nosotros ya no estamos despiertos dile que es bienvenido —dice Marge.

Después de la cena Hugo, Gary y yo vamos al bar. Hablamos de trabajo y nuestra vida como casados.

Yo solo puedo pensar en Marcus y Bo durante toda nuestra estancia en el lugar abarrotado de gente mayor.

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Debo admitir que al terminar la noche estoy borracho.

Consciente... Pero borracho.

Necesitado de contacto físico porque, bueno, una persona adulta tiene sus necesidades. Abro la puerta y no me molesto en prender la luz. Aprovecho que está bastante oscuro y me meto a la cama solamente en ropa interior.

Despierto a Lara con un beso en los labios y ella me responde ferozmente. Todo se siente diferente, podrías decir que mejor.

Supongo que es por el alcohol.

Enredo su cabello entre mis manos mientras prácticamente le arranco el pijama. Su cuerpo, todo ella es diferente. Vuelve a besarme, esta vez mordiendo mi labio inferior y alza sus caderas para tenerme más cerca. Pone su mano sobre mi erección y me acaricia. Suelto un gemido. La beso más salvajemente y le quito el sostén para besar sus pechos. Ella gime. Sus piernas están enredadas en mis caderas y no es hasta que ella suelta un grito de placer que me doy cuenta. Todo su cuerpo huele a fresas.

Santo Hipócrates.

Es Bo.

Prohibido | Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora