Capítulo 2 | Amigos indeseables

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Es fin de semana, así que me levanto más tarde de lo habitual. Abro los ojos y lo primero que veo es a Lara haciendo dibujos en mi torso desnudo. Sonrío.

—Buenos días —me dice mientras se sube encima de mí y me besa más intensamente. Sus besos bajan a mi cuello y la detengo.

—Amor, tu hermana puede escucharnos —respondo divertido y nervioso. La idea de que Bo nos escuche no me parece agradable.

—Pues que nos escuche —me dice antes de morderse el labio.

Me coloco encima de ella y me pierdo en su cuerpo.

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Después de una intensa mañana, salgo de la habitación a darme una ducha. Recuerdo a Bo y sonrío antes de tocar la puerta y entrar. Nadie contesta y casi me decepciono cuando no la encuentro dentro. Me termino de duchar y me cambio para bajar a desayunar.

Bo está cocinando y aún lleva su pijama. Sonrío al notar que es rosa y de conejitos. Los audífonos que trae no le permiten darse cuenta de que estoy ahí. Canta una canción movida y mueve su cadera al compás de la letra. Estoy tan embobado con sus movimientos que no me doy cuenta que tropiezo con mis propios pies y caigo con un fuerte ruido. Ella rápidamente interrumpe lo que hace y corre a mi encuentro.

—¿Estás bien? —me dice ayudando a levantarme—. ¿Te lastimaste?

—N-no, estoy bien —me lleva hacia la silla más cercana y me sienta.

Me duele el brazo derecho pues todo mi peso cayó sobre éste. Bo corre escaleras arriba y regresa con un tubo de Flanax. Se pone de rodillas a mi lado y le da un masaje  a mi brazo. Siento el dolor dejar mi cuerpo poco a poco, pero sobre todo siento como si un rayo me hubiera caído en la cabeza y electrificado todo mi cuerpo.

—Creo que así está mejor —dice sonriéndome—. ¿Por qué te tropezaste?

Porque no pude apartar los ojos de ti mientas bailabas y cocinabas.

—Aún sigo algo dormido, lo siento —ella sonrió y muy en el fondo supe que no me creyó.

—Bueno, torpe, ¿crees que el rico huevo y emparedados que preparo mitiguen tu dolor? —dice. Mi estómago rugió y creo que esa fue suficiente respuesta.

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En la tarde, Bo empezó a buscar trabajo en el periódico local. Circulaba los que le interesaban y negaba suavemente cuando uno no le convencía. Lo más raro era que yo no podía dejar de verla mientras lo hacía.

—Amor, vamos a cenar afuera ¿te parece? —me dice Lara, abrazándome por la cintura.

—¿Sólo nosotros dos?

—Claro que no, Bo irá con nosotros.

—Me parece perfecto —le dije algo más animado—. ¿A dónde iremos?

Después de mucha indecisión y de la insistencia de Bo, terminamos yendo a un restaurante de comida mexicana. Ordenamos y empezamos a hablar.

—Hermana, sé que ustedes como pareja tienen sus necesidades pero, por favor, no sean tan ruidosos la próxima vez —Lara y yo nos atragantamos y nos sonrojamos—. Créanme que no es placentero despertarme con sus gritos.

—Hermanita, no te hagas la indignada. Tú también lo has hecho —dice divertida.

Estoy a punto de escupir mi bebida. Me molesta saber eso. No lo encuentro nada gracioso.

—No lo digas enfrente de mi cuñado, va a pensar mal de mí —ríe y le da un sorbo a su agua de piña.

Minutos después llega nuestra orden, y no puedo evitar notar cuando el mesero le sonríe a Bo y ella le devuelve la sonrisa de oreja a oreja. 

—¿Bonnie? —pregunta emocionado.

—¡Marcus! —grita ella emocionada mientras se levanta de la mesa y lo abraza—. ¡Qué milagro!

—Nunca me dijiste que vendrías a California, hubiera ido por ti directo al aeropuerto. 

—No era necesario, mi hermana vive aquí —dice y el susodicho nos mira a Lara y a mí—. Ella es mi hermana Lara y él es Dylan, su prometido.

—Mucho gusto —dice mientras nos estrecha la mano. No puedo evitar estrechar la suya un poco más fuerte de lo normal—. ¿Crees que puedas quedarte después de que termine mi turno? Tengo muchísimas cosas que contarte —dice dirigiéndose a Bo.

—Claro que sí —dice ella—. Yo también tengo muchas cosas que contarte.

—Está bien, entonces te veo luego. Con permiso —nos dijo a Lara y a mí inclinando un poco la cabeza—. Un gusto conocerlos.

Aflojé mi mandíbula cuando se fue.

—Es guapo —dice Lara viéndolo. Yo frunzo el ceño y ella lo nota—. Pero nadie más guapo que tú amor.

Comen muy a gusto porque la comida estaba deliciosa, sin embargo, yo empiezo a creer que la comida me ha caído mal porque cuando acabo mi plato mi estómago parece no digerirlo.

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Después de un rato, Bo se despide de nosotros y Lara y yo regresamos a casa.

—Ojalá que sea su novio —dice ella de repente refiriéndose a Marcus—. Es muy agradable.

—Sí, ojalá.

—Lo dices como si te molestara.

—No, no es eso... Me molestó que lo llamaras guapo —digo no muy convencido.

—Celoso —dice Lara mientras besa mi mejilla juguetonamente.

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Unas risitas en la calle me sacaron de mi profundo sueño. Me levanto de la cama con cuidado de no despertar a Lara y me asomo por la ventana. Marcus y Bo se ríen frente a la puerta. Él le dice algo al oído y ella se sonroja, muerde su labio y la toma de la barbilla. Se acerca lentamente a su rostro y la besa delicadamente. Ella le devuelve el beso y están así más tiempo del que me gustaría. Finalmente ella se separa y entra a la casa.

Algo arde dentro de mí.

Me da rabia.

Aprieto los puños.

No lo puedo controlar.

Y no sé qué es.

Prohibido | Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora