Capítulo 13 - ÚLTIMO | Despidiendo a Bo

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Sinceramente, no recuerdo mucho de esa semana. Sólo recuerdo haber llorado.

Mucho.

Hasta quedarme seco.

Algunos dirían que gasté las lágrimas de toda una vida.

El hueco de mi corazón era enorme, profundo y doloroso. Todavía lo es, sinceramente.

Mis padres se asustaron al no tener noticias de mí en tanto tiempo.

¿Qué les podía decir?

La he perdido y esta vez es para siempre.

Jamás volveré a oír su risa, a oler su hermoso aroma, a acariciar su suave piel porque está muerta.

Muerta.

No fui requerido en su funeral. Intenté pasar pero nadie me dejó. Supongo que todos me odian y piensan que fue mi culpa.

Yo sé que no lo es... aunque lo creí en algún momento.

Ninguna persona que no haya perdido a un ser amado puede entenderme, porque claro, todos "entienden" pero nadie de verdad lo hace, nadie puede entender el vacío, el dolor, el miedo, la tristeza, las lágrimas y todo lo que conlleva perder a alguien.

Yo he perdido al amor de mi vida y los McAllen a una nieta, hija y hermana.

Tengo que aceptarlo, Bonnie McAllen se ha ido y se ha llevado toda mi vida con ella. Porque es eso lo que ella era.

Mi vida.

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Ya ha pasado seis meses desde que Bonnie se fue y voy camino al cementerio como todos los días después del trabajo. Le llevo flores, porque las que he puesto hace unas semanas ya están secas.

Me arrodillo ante la lápida que dice su nombre.

—Ahora te he traído rosas blancas, amor. Te he traído las más hermosas que he encontrado. Recuerdo cuánto te gustaban las flores. Pensaba en pedirte matrimonio y llenar nuestra casa con millones de flores. Nunca te había dicho eso ¿verdad? Me quería casar contigo este invierno. Quería tener muchos mini Dylans y mini Bonnies corriendo por ahí. Supongo que las cosas pasan por algo. Yo... Te extraño demasiado mi amor ¿sabes? E-Es muy difícil vivir un día sin ti. No imagino como podía hacerlo antes de conocerte. Te amé, te amo y te amaré por siempre.

Dejo las flores en su lugar y siento una brisa cálida recorrer mi cuerpo. Tal vez sonará raro, pero cada vez que pasa eso siento que ella me está escuchando y que esa brisa es lo que permanece de la electricidad que había entre nosotros.

Lo sé, estoy muy loco.

Me dirijo a la cafetería más cercana, el frío me está matando. Voy caminando tan sumido en mis pensamientos que no me doy cuenta que alguien viene en dirección contraria y chocamos, haciendo que el café que esa persona traía en la mano se cayera.

—Ay no, mi café —dice una voz femenina.

—Lo siento muchísimo, te lo repondré —le digo de inmediato mientras recojo el envase del suelo y lo tiro en el bote más cercano.

La chica me mira, enojada. Tiene el cabello rubio, sus ojos son color café chocolate.

Muy lindos.

—Creo que eso es lo que deberías hacer —dice ella divertida.

—Perdóname, en serio —le digo mientras entramos a la cafetería y nos formamos para pedir otro café.

—Está bien, estás perdonado —me dice y me regala una sonrisa. Pedimos dos cafés y salimos por la puerta—. ¿A quién debería de darle las gracias por comprarme este café?

—Me llamo Dylan O'Brien —le digo, sonriéndole—. ¿Y a quién debería de darle las gracias por recibir mis disculpas?

—A Allison Haynes, mucho gusto Dylan.

Y volví a sentir una brisa cálida.

Tal vez... sólo tal vez.

Prohibido | Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora