Capítulo 7 | No puedo dejar de pensar en ti

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Ella se aparta de mi conmocionada. Sus ojos están abiertos como platos.

—D-Dylan yo... —empieza a hablar pero yo la callo besándola de nuevo.

Esto se siente perfecto.

Pero de nuevo ahí está aquella punzada en el estómago.

—No digas nada Bo, por favor —alcanzo a decir entre besos mientras la aprieto más contra mí.

Sonríe rápidamente y continúa besándome después de tanta insistencia de mis labios sobre los suyos.

—Nos deben de estar buscando, detente ya —me dice riendo. Sólo logra que caigamos al piso y que ahora yo esté sobre ella—. Para—dice de nuevo, pero eso suena más como a un "te pido que pares pero en realidad no quiero que lo hagas"—. D-Dylan, esto es serio —dice con su voz entrecortada.

—Mmm... Sólo porque me lo pides tú —le digo levantándome y ayudándola a ponerse de pie. Ambos nos miramos y sonreímos al mismo tiempo, sin poder creer lo sucedido. De repente, ella se pone seria—. ¿Qué pasa?

—Nada, yo... Haces que mi cerebro deje de pensar. Es frustrante. No puedo pensar cuando estoy contigo y lo que acaba de pasar es justamente eso. Tú afectando mi maldito cerebro.

—¿Acaso eso es malo?

—¡Es malísimo, Dylan! ¿Acaso no puedes verlo? —me dice pasando sus dedos por su cabello, haciéndolo para atrás mientras me mira incrédula.

Está desesperada.

Soy un maldito idiota por ponerla en esta situación.

—Pero se siente bien, Bo. No puedo ser el único de los dos que se siente de esta manera.

—No puede ser, simplemente no. Yo no puedo arruinarle el matrimonio a mi hermana y no le puedo estar haciendo esto a Marcus. Él ha sido muy lindo conmigo y...

—... Y es un bruto musculoso que cada vez que te toca me hace hervir de celos —admito sin poder evitarlo.

Ella me mira perpleja, casi con un dejo de ternura, y una sonrisa pequeñita se le escapa por un momento.

—¿De verdad te dan celos? —pregunta con curiosidad.

—Muchos, no tienes idea de cuantos —me acerco un poco más a ella y entrelazo sus manos con las mías—. Yo quiero abrazarte, besarte y mimarte como lo hace él sin importar quién esté viéndonos. No tienes ninguna idea de cuán enamorado estoy de ti —declaro fervientemente. Se queda en silencio unos segundos tratando de asimilar lo que le he dicho—. Sólo necesito que me digas que sí. Necesito que me digas que estás enamorada de mí. Y-yo no puedo vivir en la oscuridad siempre. Si me dices que me quieres, yo estoy dispuesto a mover cielo, mar y tierra para que lo nuestro sea posible. Por favor.

¿Estás consciente de lo que le estás pidiendo, imbécil?

—Es difícil —me dice apenas con un hilo de voz. Sus ojos están humedecidos y sus mejillas rojas—. Se supone que yo debo ser la hermana que aconseja a su hermana mayor, la alienta y la ayuda. En cambio soy... —su voz se quiebra un poco—. Soy la que está profundamente enamorada de su marido. Soy la que ve a su marido y se le va el aliento, la que no puede dejar de pensar en él y que, desgraciadamente, es correspondida. La estoy traicionando, Dylan. Estoy siendo una perra, eso es lo que soy por besarte con tanto amor con el que lo hago. Ni siquiera tendríamos porque estar teniendo ésta conversación.

La abrazo porque es lo único que puedo hacer mientras ella llora desconsoladamente. Me siento un imbécil por ponerla en ésta situación. Un completo idiota. "Pero te acaba de decir que te quiere, alégrate O'Brien" me dice mi subconsciente.

Prohibido | Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora