Capítulo 1: La bruja y el centauro.

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Colegio Hogwarts de magia y hechicería. Seis meses antes.

Hacía dos días el celador Filch había encontrado a Sybill Trelawney vagando por los pasillos del tercer piso completamente perdida. Tocaba con desesperación la pared de piedra buscando una puerta que jamás iba a hallar. Y a la vez murmuraba "debo regresar" "tengo que observar".

El viejo squib vio los anteojos de la bruja tirados a un lado y los levantó antes de ir hacia ella.

- Profesora venga que la acompaño hasta el aula. -

Pero ella seguía tocando la pared y murmurando. Al no lograr disuadirla de palabra para llevarla al aula de adivinación donde también la profesora tenía su vivienda, trató de tomarla del brazo. Pero Trelawney giro su cabeza paridamente, y el hombre se dio cuenta que ella estaba en trance. Tenía los ojos exageradamente abiertos, y las pupilas completamente dilatadas. Entonces Filch salió corriendo lo más rápido que pudo hacia el despacho de la directora.

En ese momento Sybill se hallaba recostada en su cama. Recién se había despertado rodeada de almohadones de brillantes colores con borlas y lentejuelas. Del dosel de madera no colgaban las típicas cortinas sino telas de tul también coloridas. Era la segunda noche que había soñado lo mismo. Un joven de blancos cabellos, flotaba a un metro del piso. No lograba distinguir donde estaba, porque salía de todo su cuerpo una luz intensa que cegaba a cualquiera que intentaba verlo.

Pero ella que estaba parada tratando de visualizar quien era ese joven, notó que alguien más estaba en medio de ellos. Una figura se encontraba de rodillas como venerándolo, miraba también al joven. Tampoco sabía quién era. Pero si notó que tenía cabello negro.

Sybill suspiró profundamente intentando dejar de lado aquel sueño, y como cualquier día se levantó, se aseó, y fue hasta la zona donde ella preparaba su té. Estaba sentada en una silla junto a una pequeña mesa cuando vio brillar una de sus bolas de cristal. Sin soltar la taza, caminó hacia el artefacto mágico. Y la desilusión gobernó su ser, cuando se dio cuenta que había sido el sol que se había reflejado en la bola. Observándola con detenimiento, por si alguna predicción surgía en forma inesperada, se tomó la última gota de té. Suspiró dejando la taza en su plato, y volvió junto a la mesa. En cuanto dejo la taza sobre la mesa le dio un vuelco el corazón. En el fondo donde se depositaban las hojas húmedas y arrugadas de la infusión. Había una imagen. Era un cuadrado perfecto con un punto en el medio.

- El cuadrado. Estabilidad. Asentamiento. Inmovilidad. Parálisis. Asfixia. Muerte. – Trelawney se quedó mirando aquel punto. – Significa algo básico, elemental. Comienzo. ¿Alguien tendrá que morir para que haya un muevo comienzo? Pero eso ya sucedió. Potter venció al innombrable. – Sabía que su cerebro no iba a descansar hasta encontrar la respuesta. Por eso decidió ir a hablar con la directora McGonagall. Cuando llegó a su despacho, levanto la mano para golpear pero escucho voces. E inmediatamente la puerta se abrió. Minerva McGonagall había estado reunida con Narcissa Malfoy. – Buen día. –

- Buen día Sybill. Qué extraño usted por aquí. – respondió la directora. - ¿En qué puedo ayudarla? –

- Necesito conversar algo con usted. –

- Yo me retiro directora. Le agradezco que me haya recibido. –

- A usted señora Malfoy. Y no se preocupe. Draco tiene mi apoyo. – Narcissa agradeció, y asintió a modo de saludo, para luego caminar hacia la escalera caracol. La profesora de adivinación la seguía con la mirada con mucha atención. ¿Su sueño habrá sido algún presagio? ¿Había soñado con su hijo Draco? - ¿Sybill? – pero el llamado de Minerva la trajo nuevamente a la realidad.

Contigo, SIEMPRE! [Drarry] Segunda ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora