Capítulo 12: Maligno. Tercera parte.

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[Primera línea temporal]

Vladimir se despertó semi enterrado en la arena de una playa. La pequeña embarcación estaba dada vuelta a varios metros de él. La pierna ya no la sentía, y fue cuando se dio cuenta que yacía sobre un charco de sangre. Había perdido mucha y no podía levantarse. Pero tenía que hacerlo porque si no, moriría como comida de aves. Una mujer lo vio y corrió hacia él. Pero una vez más las fuerzas escaparon de su ser, y se sumió en un profundo sueño.

La siguiente vez que despertó, fue en un hospital. Uno mágico. Insumos flotaban de un lado a otro, pacientes eran atendidos como si alguien invisible estuviera a su lado, pero él sabía que no había nadie en realidad. Todo era magia. Y el alivio llegó a su mente. Una enfermera con guardapolvo rosa se acercó, le dijo algo que no comprendió.

- No sé qué dice. Busque a alguien que pueda hablar mi idioma. -

- Eso no será necesario. Qué bueno que despertó. Creí que iba a dormir por siglos. – dijo alegremente sin dejarse intimidar. Ella sabía cuánto sufrían los pacientes. Y no los culpaba si estaban de mal humor.

- ¿Cuánto he estado aquí? ¿Dónde estoy? –

- Estuvo inconsciente durante dos días, por la pérdida de sangre. Y está en el hospital mágico Sitrana (1), de Madagascar. – La verdad que se sentía terrible. Era como si un imán lo mantuviera pegado a la cama.

- ¿Dónde están mis cosas? – la enfermera agito su varita y el cajón de una mesita de luz, se abrió. Allí están todas sus pertenecías. Salvo sus prendas. Ahora solo tenía una bata blanca. Pero la ropa no le interesaba. Lo importante era aquel pedazo de pergamino que se hallaba en el cajón.

- Ahora revisare su pierna. – Vladimir asintió y la enfermera volvió a agitar su varita para retirar el vendaje.

Pasaron algunos días y lamentablemente la herida tardo en cerrar. Los sanadores primero tuvieron que utilizar crece huesos, porque parte de su rodilla había desaparecido. Y luego reconstruir el tejido. Aunque su pierna nunca volvió a ser la misma, por lo menos agradeció que volvió a estar en pie. Durante ese periodo, la compañía de la enfermera Lydia fue de gran ayuda. Ella le trajo los libros necesarios para que pudiera traducir la primera parte del hechizo.

"Tempus" era un conjuro para conectar una línea temporal con otra. Era muy importante hacer los pasos como una receta de cocina. Si se alteraba el orden, o se modificaba algún paso, podría causar una terrible alteración en tiempo.

El mago del presente interesado en conectar las líneas temporales, debe realizar un viaje al pasado, para dejar el conjuro "Tempus" a la persona indicada.

El mago del pasado debe colocar los cuatro elementos en un círculo perfecto, ordenados en base los puntos cardinales. Al norte "aire", al este "tierra", al sur "agua" y al oeste "fuego".

Luego debe calentar en un pequeño caldero u horno de barro, dos hiervas. Menta y acmella oleracea. Que servían para para la relajación y el estado en trance.

- "Este trance llevará al mago, luego de que se haga el viaje al pasado. No antes" – leyó el mago una vez traducido. - No entiendo. – suspiró de agotamiento. Ya era tarde. Casi media noche. Y había estado con ese maldito pergamino todo el día. Los ojos le ardían, y su cerebro ya no respondía. Lydia que estaba limpiando una de las camas que había dejado un paciente le contesto.

- Es fácil... en el momento en que tú decidas llevar el hechizo al pasado, es cuando la persona que lo haga lograra ver el futuro. –

- O sea que si yo lo llevo a ahora, esa persona me vera a partir de aquí. –

Contigo, SIEMPRE! [Drarry] Segunda ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora