Capítulo 27: Visitando Hogwarts.

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Hacía dos meses que habían regresado de la isla de Gramegá. Y diciembre llegó con mucho frio, y la creciente histeria muggle acerca del fin mundo. El cambio de milenio no significaba nada para la comunidad mágica. Todos seguían sus vidas como de costumbre. Harry y Draco acomodaron sus vidas a esta familia que tanto deseaban. Tras buscar a sus animales fantásticos por Nueva York, organizaron sus horarios para cuidar a los niños. Por la mañana, Harry continuó con las prácticas en el ministerio, cada vez más cerca de ser un auror profesional. Y por la tarde, Draco seguía con sus los estudios de alquimia, además de realizar una investigación sobre un asunto que debía hablar con la directora McGonagall.

El pequeño televisor de la cocina, había estado prendido desde temprano con un programa de dibujos animados sobre trenes parlantes. Teddy se había despertado con dolor panza. El niño caminaba de un lado al otro, ya no digamos que su magia estaba activa desde el día en que nació con su metamorfosis. El día anterior, descubrió las golosinas que su tío Ron había traído de Honeydukes, pero que sus padres escondían en lo alto del armario para que no sucediera exactamente lo que pasaba en ese momento. Lo habían encontraron atiborrándose de ranas de chocolate y gusanitos de regaliz sobre la cama de Harry y Draco.

Para no despertar a su pareja que dormía plácidamente, Harry llevó a su hijo a la cocina, para darle medicina. El calor acogedor de la gran chimenea que crepitaba en la habitación más concurrida, la hacía placentera. Tras un brebaje hecho por Holly, la molestia del niño desapareció, y luego de unos minutos ambos comenzaron a desayunar. Ted metía la mano en un bol con avena y miel y se chupaba los dedos. Por supuesto tenía la cuchara disponible enterrada en la comida, pero era más divertido ensuciarse.

La oreja extensible que Draco había dividido, para poder escuchar a sus hijos, comenzó a hacer ruiditos.

- Parece que alguien se ha despertado. - le dijo Harry a Teddy. Y este sonrió.

- Abus. -

- Si Albus se despertó. Iré a buscarlo... Holly échale un ojo a Ted por favor. - la elfina asintió. Pero un poco de estática resonó en la oreja receptora.

- No te preocupes cariño. Ya estoy en ello. - dijo Draco del otro lado. Albus era un bebé muy especial. Parecía tener un don para atraer a cada ser vivo que estaba en la misma habitación que él. Incluso las plantas. Un día Neville pasó a saludarlos, y traía consigo una tentácula que se extendió hasta el bebé y comenzó a acariciarlo. Nadie se podía resistir a hacerle monerías y tenerlo en brazos. Harry y Draco solían bromear con que de adulto sería un seductor nato. Y solo esperaban no tener que lidiar con una horda de jovencitas histéricas que reclamasen su presencia.

Draco y Albus aparecieron en la cocina. El bebé de solo cuatro meses emitió una risa cantarina por las cosquillas que le había generado transporte. La primera vez que Draco lo había hecho, Harry se había preocupado por el niño. Ya que incluso en los más experimentados generaba náuseas y malestar. Ya no digamos una posible despartición. Pero su pareja le dijo que no se preocupara, que sabía lo que hacía. Draco tuvo desde el principio perfecto control de sus apariciones. Jamás había sufrido una escisión. Eso era algo que a Harry lo tenía maravillado. La completa seguridad de su novio en todas las cosas que hacía. No significaba que el mago de gafas fuese inseguro. Si había algo que movilizaba a Harry, era el convencimiento al realizar las cosas en forma correcta, cueste lo que cueste. Y si salía mal, a empezar otra vez. Pero Draco era diferente. Tenía una forma de hacer las cosas como si tuviese un grabado de fábrica "Fui hecho para esto". Harry, en esos días, lo había visto estudiar, hacer pociones, practicar hechizos, de una forma tan serena, que no podía creer lo perfecto que era. Pero eso era algo tan subjetivo, que muchas veces se veía a si mismo sonriendo por sentirse tan tontamente enamorado.

Contigo, SIEMPRE! [Drarry] Segunda ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora