Era una mañana de sábado. Estaba despierta, junto con las demás reclusas, sentada en la cafetería, masticando la versión barata de lo que pretendía ser Zucaritas.
Tragué otra cucharada de leche con cereal, mis ojos se movían por la habitación, buscando a nadie ni nada en específico.
Había pasado un día desde la última vez que había visto a Justin. No estaba segura de si los viernes eran sus días de descanso o qué, pero no lo había visto desde la noche que le hablé mal.
No era como si no quisiese hablar con él. Era... el miedo. Sí, lo admito. Tenía miedo de hablar con Justin, solo en caso de que la psicópata estuviese observando. No podía evitar sentir la culpa que palpitaba por mis venas cada vez que pensaba en lo grosera que fui con él. Me sentía como una completa... ¿cuál era la palabra? Ah, sí: perra.
—Disculpa, pero ¿podría sentarme aquí?—preguntó amablemente la misma señora de ayer. Mostré una gran sonrisa mientras asentía.
Vaya, por fin alguien se sentaba aquí y no era solo yo.
—Me llamo Brenda. Lo siento, no pude presentarme como debía ayer.—Se rió un poco. Sonreí, estrechando su mano extendida.
—Está bien, y un gusto conocerte, Brenda. Soy Jasmine —me presenté. Ella sonrió. Sus ojos azules brillaban mientras murmuraba un «gusto en conocerte a ti también» en respuesta. El ambiente cayó en un cómodo silencio, el único sonido que podía percibirse era la débil charla de las demás, nuestras cucharas tintineando contra nuestros tazones y nuestro respirar.
Se sentía bien, para variar.
Mientras los minutos pasaban, terminé con el cereal y mis ojos viajaron hacia su brazo expuesto. En tinta, el símbolo de paz estaba plasmado en su piel, y dejé salir un pequeño «uau» que llamó su atención. Ella siguió mi mirada, y una sonrisa creció en sus labios.
—Bonito tatuaje —elogié.
—Gracias, querida—dijo, casi sonando como mi abuela, quien tristemente falleció cuando yo tenía seis. Sin embargo, no fue tan mala noticia pues no era tan cercana a ella, pero para mi madre fue devastador. Aún recuerdo verla llorando mientras se dañaba los pulmones por fumar, yo solo estaba en el fondo, callada como hormiga, sin querer verla llorar, pero sin tener idea de qué hacer.
Fue un desastre.
Pero está en el pasado ahora.
—Así que, ¿por qué estás aquí dentro? —Me encontré preguntando, la curiosidad había sacado lo mejor de mí.
—Protestar—respondió, y yo levanté las cejas en sorpresa—. ¿Sabes? Creo que la sociedad podría ser mucho más unida y mejor si no hay problemas políticos, racismo, discriminación y nada de guerra—explicó. Yo asentí, de repente sintiendo interés e intriga."—Y mucha gente como yo cree que todos esas ridiculeces deberían acabar, así que hicimos una protesta pacífica —me dijo.
—¿Y por mantenerse firmes a sus creencias... los arrestaron? —cuestioné con incredulidad. Ella asintió con una sonrisa triste—. Pero eso no es justo. —Exhalé, y ella suspiró.
—Lo sé, querida, lo sé. ¿Pero qué podemos hacer nosotros? No tenemos ningún poder, es el gobierno quien lo tiene —espetó, acalorándose por la ira. Fruncí el ceño.
—¿Al menos consiguieron un juicio o algo?
—No, nos arrestaron y nos enviaron aquí —murmuró, haciendo gestos alrededor del cuarto.
—¿Qué? Eso está tan jodido —exclamé, solo entonces escuché al guardia calvo de siempre llamando a todas para que fueran a sus puestos de trabajo. Un montón de gruñidos y gemidos sonaron en mis orejas—. Te veré luego. —Me despedí con la mano, ganándome un asentimiento y un "adiós" de su parte.
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Barred Love → j.b → spanish version
FanfictionElla se enamoró, pero lo hizo de la persona equivocada. Esa persona no era otra que el oficial Bieber. --- Esta historia no nos pertenece, solo la traducimos con el permiso de su autora, @SodaMahone . Todos los créditos van a su persona.